Las prisas nunca son buenas, pero el Barça no tiene alternativa. El club ha llegado a la tercera semana de agosto con los deberes por hacer y con un título perdido. La imagen del equipo en los dos partidos de la Supercopa de España contra el Real Madrid dispara todas las alarmas. Las sensaciones son las peores y hacen prever una temporada muy larga si nada cambia. La dirección deportiva sigue trabajando para invertir los 222 millones de euros de Neymar Jr pero a la plantilla se le empieza a agotar la paciencia.

Inmovilismo por bandera

La junta directiva creyó que la mejor manera de gestionar la herencia recibida era no tocar nada. El equipo levantaba títulos por inercia pero cada año que pasaba era un año mayor. Los directivos, en vez de mirar a largo plazo, dedicaron gran parte de su tiempo a elogiar al desaparecido tridente. Los relevos de Xavi, Andrés Iniesta o Sergio Busquets no preocupaban porque Leo Messi, Luis Suárez y Neymar casi siempre marcaban más goles que el rival. Los refuerzos (la mayoría caros) están a años luz de igualar el rendimiento del último Barça exitoso.

En los poco más de dos años de Josep Maria Bartomeu ocupando la presidencia del Camp Nou, el club ha transmitido la sensación de que ha ido el mercado movido por impulsos. Los fichajes de Arda Turan, André Gomes o Paco Alcácer demuestran que no se tiene claro hacia dónde se camina. El Madrid se ha limitado a aglutinar jugadores (jóvenes) que podrían encajar en lo que se denomina 'ADN Barça' para tener, a día de hoy, una de las mejores plantillas de Europa. Con gusto por la pelota, los blancos desataron en el Bernabéu toda la vitalidad que le falta al Barça. El equipo no tiene armas para reponerse.
 

Messi Umtiti Santiago Bernabeu EFE
Messi, serio, mira como el Madrid levanta la Supercopa / EFE

La apuesta por Luis Enrique le salió bien al Barça si miramos el palmarés. 9 títulos en tres temporadas. Su legado es otra cosa. Sólo un jugador formado en La Masia ha conseguido consolidarse en el primer equipo en estos tres años: Sergi Roberto. Y lo ha hecho en el lateral derecho, una posición totalmente nueva para él. "Me interesa poco lo que haya dejado. Cuando te ficha un equipo de este nivel es para ganar títulos y jugar de una manera determinada, y lo hemos conseguido", dijo el mismo Luis Enrique en su última rueda de prensa. Un discurso clarificador sobre qué quería la directiva. El entrenador se marchó por voluntad propia pero el deseo del club, hasta el último momento, fue seguir contando con él.

La relación entre el fútbol base y el primer equipo, aquella que en el 2010 le otorgó el podio del Balón de Oro, se ha oxidado por falta de atención.

¿Fichar a un recambio de Neymar?

Philippe Coutinho (Liverpool) y Ousmane Dembélé (Borussia Dortmund). Estos son los dos grandes objetivos del Barça en el mercado de verano que cerrará el próximo 1 de septiembre. Pep Segura, reciente nombrado nuevo mánager general de fútbol, ya aseguró que están "cerca" de cerrar los dos fichajes. Unas incorporaciones que superarán los 222 millones de Neymar.

La venta del delantero brasileño tendría que convertirse en una oportunidad para exhibir músculo y reforzar el equipo. Es imposible encontrarle un sustituto al actual jugador del PSG porque no existe. No hay nadie con su desequilibrio que se pueda adaptar a la banda izquierda del Barça. Por lo tanto, se tendrían que buscar alternativas para solucionar las debilidades del año pasado. Un mediocampista de creación parece imprescindible para recuperar la pelota y el control del medio del campo. Y ni Coutinho ni Dembélé cumplen con el perfil.

Además, Ernesto Valverde ya evidenció en el Bernabéu que puede cambiar el tradicional esquema del 4-3-3 para apostar por un 3-5-2 o un 4-4-2. Variantes que necesitan de más y mejor fondo de armario de lo que tiene ahora la plantilla. El equipo sólo cuenta con cuatro centrales y uno de ellos es Marlon Santos, a quien Valverde no se acaba de creer. Si la dirección deportiva no se guarda ninguna sorpresa de última hora, corre el peligro de repetir los errores del pasado: invertir mucho dinero sin mejorar el equipo.

El Barça, aparte de nombres, tiene la difícil tarea de comprar ilusión. La afición no ha digerido las dos bofetadas del Madrid y este domingo afronta con un pesimismo impropio del mes de agosto el estreno en la Liga.