El Real Madrid le ha vuelto a pasar la mano por la cara al Barça y las vergüenzas han aflorado para volver a dejar a la afición indignada. La hegemonía blaugrana se ha desvanecido y el modelo ha ido virando hasta desconocer totalmente su propia identidad. Ni se juega con los de casa, ni se hace de la manera que los convirtió en el mejor equipo de la historia, ni la afición se les cree.

La última humillación blanca en un Camp Nou que parecía la capital ha creado un nuevo grito de alerta y quien sabe si el último de esta junta directiva. Josep Maria Bartomeu se quedó cabizbajo y preocupado en el palco después del partido recordando aquella imagen de Joan Gaspart del 2002, dos meses antes de presentar su dimisión. Y es que la preocupación es normal, se entiende después de la debacle, pero esta no es una complicación que haya llegado de repente, sino que ya hace mucho tiempo que la cosa no funciona.

La afición también ve problemas

El pasado sábado ya se pidió la dimisión de la actual junta a través de las redes sociales, Agustí Benedito promoverá una moción de censura, la prensa se ensaña contra un criterio y una política de fichajes errónea, pero parece que si no es con una buena sacudida no habrá solución. Y ahora gran parte de la afición que estaba cegada por el tridente y por los títulos de las últimas temporadas definitivamente ha abierto los ojos.

La última humillación en el Clásico ha acabado de despertar una masa enfurecida con un club que se marcha directo hacia la deriva. Hace falta un cambio drástico para volver a vivir viejos tiempos. Y ni que sean la mitad de gloriosos ya sería un éxito viendo el crecimiento del Madrid.

El Barça está cargado de problemas, dudas, y no encuentra el rumbo a seguir. Parece que lo peor de todo es que los que mandan no ven o no quieren admitir la realidad. El eterno rival juega mejor, ha cambiado su manera de ver el fútbol intentando adoptar el modelo del Barça, y encima gana los títulos que los últimos años los blaugrana iban coleccionando.

Devastación total del modelo

Si el modelo de hace unos años iniciado con la junta de Laporta y proseguido con la dirección de Pep Guardiola era la de confiar en un estilo de juego muy marcado, apostar por la gente de casa y rodear el ecosistema para que un jugador único como Leo Messi creara su obra, ahora parece que sólo se tapan agujeros. Es como si a través de parches se quisieran solucionar los graves problemas de base.

Busquets, Pedro, Valdés, Puyol, Iniesta, Xavi o Messi hicieron del Barça el mejor club del mundo. Su calidad se gestionó con eficiencia y poco a poco se iban cambiando los cromos por gente válida. Ahora la cosa ya no es así. La esencia se pierde y en vez de confiar en futbolistas con una idea del modelo totalmente integrada se apuesta por nombres prometedores, otros de reputados y otros de incoherentes que sirven para ser un parche e intentar seguir siendo los mejores.

Pero esto ya no funciona y todo lo que el Barça era antes se ha perdido. Ya sea Paulinho, Dembélé, Coutinho o cualquier otro futbolista, el modelo que Cruyff nos enseñó ya no es imprescindible. Se ha facilitado la salida de Bartra o Thiago, y se está infravalorando el posible papel de Samper o Deulofeu. Sabiendo desde hace muchos meses que el primer equipo de fútbol necesita un lateral derecho titular y un centrocampista de toque, no es admisible que lleguen jugadores sin solucionar las principales carencias.

Revolución total

Después de la derrota contra el Madrid, el actual director del área deportiva del Barça, Pep Segura, afirmó que "el partido ha estado condicionado por el gol del Madrid, el error de Piqué ha sido determinante". Unas declaraciones en sentido negativo y sin saber reflexionar sobre las consecuencias. Las palabras pueden ser en caliente, a la ligera, pero no se tendrían que hacer en sentido negativo.

Siguiendo la línea del eslogan de Bartomeu en las pasadas elecciones, 'Bueno para el Barça', se podría decir que las decisiones tomadas no tienen esta consecuencia. En unas declaraciones el pasado julio en The New York Times el presidente blaugrana afirmaba que "el problema del Barça son Xavi, Iniesta, Leo Messi y todos estos jugadores. Es difícil ser un jugador que tiene en frente Messi, Neymar, Xavi, Iniesta, Busquets o Piqué. Es muy complicado estar en un equipo así". El objetivo es contar algo positivo, pero las formas y la manera de decirlas no son las adecuadas. A recordar también que por declaraciones menos sentidas algún miembro del club se tuvo que marchar o lo echaron.

Son fallos sobre fallos, cosas que la afición ya ve como un grave problema y ahora se tiene que actuar lo mejor posible. Tal como dijo Piqué en la previa del Clásico, desde el pasado 30 de junio que los futbolistas sabían al 100% que Neymar se marchaba, pero la junta directiva no lo supo hasta bastante más tarde. Una muestra más del poco control que se tiene sobre un club que parece un Titanic que se marcha directo hacia un iceberg y que dejará el club tocado durante muchos años. Falta una revolución total, un cambio de mentalidad y un replanteamiento de la situación. Ahora bien, tampoco se solucionará de golpe si estas próximas semanas se gastan doscientos millones por tres futbolistas que parecen ser prescindibles.