Adrián Guerrero Aguilar (Blanes, 1998) es uno de esos pocos niños que ha logrado cumplir su sueño, ser futbolista profesional. A sus 25 años está pasando por uno de sus mejores momentos en la liga suiza, de la mano del FC Zurich, donde se ha convertido en un auténtico ídolo. A sus espaldas lleva el honor de haber estado en la Masía del Barça, en el Reus, el Valencia Mestalla, el Lugano y de haber debutado en Primera División con el primer equipo che. Sin embargo, el camino de Adrián, desde que empezara a jugar en el equipo de su barrio, hasta ganar una liga con el Zurich, no ha sido nada fácil. Lesiones, entrenadores que no contaban con él, incluso un problema de corazón que estuvo a punto de apartarlo de los terrenos de juego, un sinfín de obstáculos que ha tenido que ir superando hasta convertir su sueño en una realidad, y es que Adrián, es un auténtico 'Guerrero'.

Vamos a empezar desde el principio... Pasas por el club de tu barrio, el Cala Guidó, por el Blanes, por el Vilassar y de ahí das el salto a la Masía ¿Cómo fue ese proceso para ti?
Como has dicho empiezo en el club de mi barrio, jugando desde que tengo uso de razón. Me imagino que porque la gente juega, en el parque, también la escuela... Yo empiezo en el Cala que era el equipo del barrio, que era lo que me quedaba más cerca de casa. Fue un paso muy feliz. Luego me fui al Blanes, estuve allí dos años. Por aquel entonces me fui porque, aunque siempre ha habido rivalidad entre Cala y Blanes era el equipo del pueblo y el que tenía las mejores categorías. Si no recuerdo mal estaba metido ahí el Tarradellas. Aunque creo que era el último año y él ya se había ido, pero todas las categorías que eran fuertes todavía estaban ahí. Me acuerdo de que estaban en Preferente y en División de Honor. Simplemente, me fui a jugar contra el Barça y contra el Espanyol. Ese era el objetivo, y así fue. Allí estuve en Benjamín de segundo año, y en Alevín de primero, y luego me fui al Vilassar de Mar. Me salió un buen año y me llamó el Barça para hacer las pruebas. Fue una semana de entreno allí. Me acuerdo de que fue en noviembre, a principio de temporada y ya me dijeron que sí, que me querían para el año que viene, que se iban a poner en contacto conmigo más adelante, para 'oficializarlo' todo, aunque tampoco era oficializar nada porque era un niño pequeño. Al final era que te dieran su palabra de que sí, que me iban a fichar. Aquel año también tuve la oportunidad de ir con la sección catalana y de jugar el campeonato que se jugaba de selecciones de alevín sub 12 y también me quiso el Espanyol. Pero bueno, me hacía más ilusión ir al Barça y le dimos nuestra palabra al Barça.

Cuando te ficha el Vilassar que ya ves que vas dando esos pasos para cumplir tu objetivo que era jugar profesionalmente al fútbol. ¿Cómo vives ese proceso de ir viendo que poco a poco parece que se acerca al momento de dar ese salto?
La verdad que yo siempre tenía muy claro que mi sueño era ser futbolista, pero bueno, me imagino como todo el mundo. Bueno, es que sé de primera mano que todo niño, al menos en el barrio, quería ser futbolista de pequeño. Jugabas en el parque, en el campo, en el cole… Y todo el mundo se imaginaba con ser futbolista. Lo hablábamos entre todos, lo primero que se respondía cuando te preguntaban cuál era tu sueño, casi todos o muchos decíamos que era ser futbolista. Entonces, eso lo tenía, pero tampoco sabría decirte bien, bien, si en ese momento era ambición, simplemente era un sueño. Al fin y al cabo jugaba porque me encantaba jugar a fútbol, porque era mi pasión y porque también era mi sueño. Luego sí que es cierto que me voy al Blanes para poder jugar contra el Barça y el Espanyol porque me hacía ilusión. Nos íbamos el Antelo y yo del Cala, porque era algo que en el Cala lo veías muy lejos. Luego me fui al Vilassar de Mar porque tenía mejores categorías aún, es decir, que estaba jugando en División de Honor, que era una categoría por encima del Blanes y también porque te quieren, pero sin pensar en que te puedan fichar el Barça o el Espanyol, al revés. Recuerdo que íbamos con un compañero en el coche y decíamos: “que aburrido tiene que ser jugar en el Barça y el Espanyol que ganas siempre”. Luego tuve la suerte que al cabo de unos meses estaba ahí jugando con el Barça.

Cuando ya se 'oficializa' que te vas a quedar en el Barça, ¿cómo es ese momento?
Estábamos un lunes en casa de noche y llamaron al teléfono y me acuerdo de que lo cogí yo. Era el coordinador del Vilassar de Mar y preguntó que si estaba mi padre y le dije que sí. Entonces él se puso a hablar en la cocina y yo estaba fuera y como un niño cualquiera intenté poner un poco la oreja. Me acuerdo de haber escuchado que decían algo del Barça y yo luego le pregunté a mi padre cuando acabó de hablar con él y le dije "¿te ha dicho algo del Barça?" Y me dijo que no, que era por un tema de la ficha. Entonces, no le di más importancia porque me lo creí. Al siguiente día que teníamos entreno, yo no tenía ni idea de nada, pero al acabar, cuando estábamos estirando, el entrenador dijo “felicitad a vuestro compañero Adri que va a ir a hacer la pruebas con el Barça”, así fue como me enteré. Y luego sí que es cierto que, una vez ya hice las pruebas, me fueron muy bien y cuando las acabamos me dijeron que sí, que contaban conmigo para el año que viene. Entonces, se puede decir que era más o menos oficial. Aquello fue a final de noviembre o así y aún quedaba todo el año y me acuerdo de que jugamos un partido en el campo de la Damm y estaba por ahí el coordinador del Barça, entonces nuestro entrenador fue después a hablar con él para que me dijeran algo, porque no me habían vuelto a decir nada después de aquello y el Espanyol hacía dos semanas que había preguntado por mí, que querían que firmara la ficha ya y todo para el año siguiente. Después de eso se pusieron en contacto con mis padres y les dijeron que sí, que contaban conmigo para el año que viene . Luego fuimos a jugar un torneo con la selección catalana sub-12 a Miranda del Ebro, vinieron mis padres y allí la mano derecha del coordinador estuvo comiendo con ellos, que los invitaron, imagino que para explicarle un poco las cosas. No sé exactamente para qué la verdad, a mí me lo explicaron luego.

Cuando te pones por primera vez la camiseta del Barça, ¿qué te dices a ti mismo, como reaccionas ante eso?
Al principio fue complicado, porque, claro, pasas a formar parte del Barça, que es la mejor cantera que había en España y una de las mejores del mundo. Ya no estabas en el Vilassar, que, aunque fuéramos seleccionados, no era lo mismo. El Barça fue el paso siguiente, había gente de todo el mundo y el nivel obviamente se incrementó. Ya empiezas a vivir lo que es la presión de jugar en el Barça, no solo por el hecho de tener que ganar cada partido, sino por el hecho de que tú sabes que cada año es una escabechina. Cada año podía entrar cualquier jugador de cualquier parte, ya no solo de Catalunya ni de España, eran de todo el mundo. Recuerdo tener conversaciones con mis compañeros, teníamos 12 o 13 años, que decíamos “yo creo que este año me echan a mí porque no estoy jugando” y estábamos todos cagados. Ahí pasaba de todo, el año que entré el lateral derecho jugaba siempre y al año siguiente no siguió. Tú te imaginabas que si jugabas siempre tenías más posibilidades de quedarte, pero también había a veces que uno que había jugado todo el año a lo mejor se lo cargaban. Esa situación es muy difícil y más con 12 o 13 años, porque no dependía de ti.

¿Tu paso por la cantera del Barça te hizo madurar más rápido?
Obviamente, porque empiezas a convivir con esa presión que a lo mejor no es normal en un chaval de 12 o 13 años. Es una presión que pienso que es más normal en un adolescente, cuando se tiene que enfrentar a unos exámenes de Bachillerato y Selectividad, que empiezas a convivir con presión, eso mis compañeros y yo ya lo llevábamos de hace muchos años. Esa presión de decir "tengo que entrenar muy bien y jugar muy bien" porque si no te ibas fuera, porque te puedes imaginar quién decide, pero no en base a qué decide.

Tu paso por la cantera del Barça ha tenido mucha importancia y te ha hecho ser mejor, tanto futbolísticamente como persona.
Sí, obviamente. Principalmente por lo que comentamos anteriormente de esa presión que me ha hecho crecer mucho como futbolista y me ha ayudado a estar preparado ante situaciones adversas, porque yo ya me las encontraba en ese día a día desde que tenía doce o trece años. Y sobre todo a nivel futbolístico, me ha ayudado muchísimo porque obviamente a nivel táctico, a nivel concepto de juego... He aprendido mucho, es una escuela increíble. Y a nivel de valores también porque lo que te intentaban inculcar, ya fueran los entrenadores, o el club en general, son valores que he ido manteniendo durante toda mi carrera y que forman parte de mi personalidad.  El hecho de dar siempre el máximo, en cada entreno ,en cada partido, de ser profesional y de cuidarte y de tener buenos valores como el compañerismo.

Adrián Guerrero dando indicaciones en un partido con el Zurich / Foto: FC Zurich
Adrián Guerrero dando indicaciones en un partido con el Zurich / Foto: FC Zurich

Hablando de adversidades… Primero tuviste una lesión de rodilla, siendo jugador del Barça todavía, y decidieron cederte a la Damm, ¿temiste que aquello fuese definitivo?
Sí. Yo me acuerdo de que tengo la lesión del menisco de la rodilla izquierda que me tuvieron que quitar un trozo. Lo tuve en Cadete A, con dieciséis años, y encima era la edad clave, porque al cumplir dieciséis, es cuando tú puedes firmar tu primer contrato profesional con el club, cuando das el paso a juveniles, que en teoría es el paso importante dentro del club. Para mí hay dos pasos fundamentales dentro del Barça, uno es el de Cadete a Juvenil y el otro el de Juvenil al segundo equipo. Y lógicamente, el del filial al primer equipo, pero estamos hablando de otro nivel. Aquello fue duro porque yo me había lesionado y me dijeron que no me preocupara, que estuviera tranquilo, que yo iba a estar en el Juvenil al año siguiente, que me iba a ir a vivir a La Masía y todo. Me acuerdo de que en el Instituto en la graduación me hacen una despedida, anunciando que me iba a La Masía. Luego nos plantamos en la pretemporada de Juvenil, había muchos jugadores en la plantilla, y a tres de nosotros, García Pimienta, nos dice que éramos muchos y que habían decidido entre todos que no íbamos a tener minutos y que nos teníamos que ir. Tú como niño lo que entiendes es que no te quieren y que te echan. Ese momento fue duro, porque yo había empezado la preparada después de la lesión y no es bonito que te digan que no cuentan contigo para ese año. Me pude ir al Girona o a la Damm y en ese momento nos decidimos por la Damm porque nos llevaban a entrenar y todo. Incluso me dieron la opción de quedarme en La Masía, pero yo dije que me iba para casa, que no me quería quedar allí viendo como todos mis compañeros iban a entrenar y competir en el Barça mientras yo estaba en otro equipo. En ese momento te hundes, porque es un palo gordo, pero en el fútbol a veces cuando se te cierra una puerta se abre una ventana y eso es lo que pasó. Sin yo saberlo, el año de la Damm me vino fenomenal, porque venía de lesión y necesitaba jugar y lo jugué prácticamente todo. Cogí mucha confianza, y solo volví yo al Juvenil del Barça al año siguiente.

Hay un momento en el que te detectan un pequeño problema en el corazón, y te dicen que tienes que dejar de jugar a fútbol al menos un tiempo, ¿temiste tener que dejar de jugar definitivamente?
En las pruebas médicas de principio de temporada, en el electrocardiograma, vieron algo diferente. Me lo controló la cardióloga y me hizo una ecografía del corazón y vio que tenía una pequeña hipertrofia. Es difícil de explicar, pero así resumiendo, quiere decir que una parte del corazón era un poco más gruesa de lo normal. Me hicieron parar tres meses, no podía hacer nada de deporte para saber si eso disminuía o no, o si era algo genético o debido al deporte. Fue duro porque la verdad es que pintaba mal, pensaba que iba a tener que dejar el fútbol. Encima tienes que estar esos tres meses con la incertidumbre de pensar “qué va a pasar conmigo”. Tenía 18 años y estaba cerca, pero no sabía qué podía pasar conmigo y hacia donde podía ir mi vida. Al cabo de los 3 meses me volvieron a hacer controles, vieron que me disminuyó y entendieron que era debido al deporte, aun así cada año me hago controles, pero es por mi salud, así que no hay problema.

Justamente en ese momento, tienes que dar el salto al filial, pero deciden que ya no cuentan más contigo y te vas al Reus, donde también vives un momento complicado…
Yo ya lo veía venir. Piensa que sí que jugué en juveniles, pero el segundo año lo hice con el B, cuando en teoría los fuertes de segundo año pasan al A. En el último año con el Juvenil A, hasta enero no jugué por el tema del corazón, y cuando ya estaba bien creo que jugué solo 10 partidos. Ya me olía que era imposible pasar al filial, porque estaba a punto de subir a Segunda, y después porque tenía por delante a Cucurella, yo me imaginaba que iba a tocar salir. Aunque sepas que no continúas, cuando te dicen que no cuentan contigo y ahí sí que se acaba el mundo Barça, es un palo duro. Salí de ahí y me empezaron a caer las lágrimas y empecé a llorar, porque aunque ya lo sepas es duro que te digan que no te creen válido para pasar al filial. En el Reus, el primer año juego en el filial que acababa de subir a Tercera. Jugué mucho, pero la verdad que era otro mundo, otro fútbol, te ayuda a darte cuenta de la realidad del fútbol. Aquel año algunos meses ya no pagaban al día y empezaron a hacer cosas extrañas. Al año siguiente subí con el primer equipo, pero tenía ficha de filial. Hicieron muy buen equipo, pero no había dinero, y a muchos no los pudieron ni inscribir. A partir de ahí, nos pagaron un mes, y luego nos dejaron de pagar. Estuvimos cinco meses sin cobrar, fue una situación muy mala. Sobre todo para mí porque era mi primera experiencia como profesional y te encuentras que el propietario te mentía. Al final tuvimos que salir, porque el propietario se comprometió con los capitanes a que nos dejaría salir libres si no cobrábamos hasta una cierta fecha. El primer equipo y nosotros contratamos a un abogado que fue él quien tuvo que lidiar con todo eso, pudimos salir del club mediante un abogado gracias a un acuerdo que habían llegado con el propietario, fue un jaleo, la verdad. Por suerte nos pudimos ir porque, si no, no sé qué hubiese pasado la verdad, porque no se podía competir, al club no le dejaron competir más en Segunda División, es una situación que nunca se ha dado, que no le permitan a un club seguir compitiendo.

El Reus te dio la oportunidad de crecer y debutar en Segunda, y luego te vas al Valencia Mestalla, donde tras unos años te haces con la capitanía del filial y el año de pandemia debutas en Primera División con el primer equipo…
Sí, es justo lo que te decía antes que te cierran una puerta y se abre una ventana. Estaba viviendo el fútbol profesional en Segunda, jugando en campos increíbles como el del Sporting, Las Palmas, el Depor… Y luego me tengo que ir a jugar a Segunda B, que es una categoría muy buena, pero yo pensaba que ya me la había pasado, porque me la había saltado, pero no. El primer medio año al principio fue difícil porque no jugaba, pero luego, tuve suerte porque estaba preparado cuando se lesionó el titular, porque entrenaba bien y todo y cogí la oportunidad y me quedé jugando yo. Al año siguiente fui el segundo capitán, lo jugaba todo y cuando llegó la pandemia tuve la suerte de debutar en Primera División con el Valencia.

Un momento, en el que te pasan muchas cosas por la cabeza, cuando te dicen “calienta que sales”.
Sobre todo antes de eso, porque ir convocado ya era un sueño, era un objetivo que tenía estando en el filial. Yo sabía que era el tercer lateral izquierdo, porque solo hay dos más arriba, y sabía que si faltaba uno iba a ir yo. Cada vez que algún lateral izquierdo estaba tocado yo iba a entrenar con ellos. Yo pensaba “a ver cuando cae la primera convocatoria” y cuando eso pasó fue increíble. Llamé a mis padres y estaba muy emocionado porque era un sueño simplemente ir convocado. No me imaginaba poder debutar y jugué media parte. Se te pasan muchas cosas por la cabeza, tantos años… Te viene a la cabeza tu padre, tu madre, tu hermano, tus amigos, tu pareja… Muchos pensamientos, y la verdad es que es difícil concentrarse en ese momento.

Después de eso, primero te vas al Lugano, ¿qué hace un catalán en Suiza?
Al haber acabado la temporada jugando con el primer equipo, creí que era el momento de dar el salto al fútbol profesional e irnos cedidos a un equipo profesional, a un Segunda o a un Primera en el extranjero. A mí me llamaba más irme a Segunda División aquí, había equipos interesados, pero no había un interés concreto. Yo creo que me hubiese salido algo, porque me fui al Lugano muy pronto, pero el Lugano estaba muy interesado y me querían sí o sí. En ese momento en la Academia estaba Marco Otero, que conocía el futbol suizo, y yo siempre había querido probarme, salir al extranjero y demostrarme a mí que de verdad quería ser futbolista y que iba a ir a donde fuera a demostrarlo. Y así fue, me la jugué. Salí cedido al Lugano, y fue un año que jugué mucho y aprendí muchísimo, sobre todo el italiano, otra cultura, otro país, una ciudad muy bonita y otro tipo de fútbol, muy buena experiencia.

Gracias a eso fichas por el Zurich, donde por sorpresa, ganáis la liga…
Al haber hecho un buen año en Lugano, porque jugué todos los partidos que estaba disponible, eso hizo que muchos equipos de Suiza se interesaran por mí. Me quedaba un año de contrato en Valencia y decidimos que si no tenía hueco en el primer equipo, que ya lo sabíamos porque mi posición estaba cubierta, acordamos que me dejaran libre y me decidí por el Zurich, que es un club histórico y que quería volver a ser un equipo fuerte en la liga, y la ganamos en mi primer año, aquello fue una locura.

Adrián Guerrero sacando un córner / Foto: FC Zurich
Adrián Guerrero sacando un córner / Foto: FC Zurich

Esa temporada, después de ganar la liga, os quedáis a un paso de jugar la Champions League, pero os clasificáis para la Europa League, donde os enfrentáis a equipos como Arsenal o PSV, otro objetivo cumplido…
Sí, gracias a ganar la liga tuvimos la suerte de disputar las previas de Champions, ahí caímos a la primera contra el Qarabag, pero ganamos las siguientes, primero contra el Linfield de Irlanda del Norte y luego contra el Hearts de Escocia y nos metimos en Europa League. Fue una locura. Poder jugar en el campo del Arsenal era un sueño que se hacía realidad y jugar en Europa que, aunque no fuera la Champions, la Europa League es algo increíble. La lástima es que en la liga estábamos muy mal, porque empezamos mal el año y lo de jugar dos competiciones lo arrastramos y no lo pudimos disfrutar tanto como si hubiésemos estado mejor en liga.

Este año habéis empezado mucho mejor, estáis en la zona alta de la clasificación, ¿hay buenas sensaciones?
Lo de ir líder, ahora, es anecdótico. Lo importante es que hemos empezado bien la temporada, hemos sumado muchos puntos, que todos lo hubiésemos firmado a principio de temporada después del año pasado, que fue muy difícil, pero somos ambiciosos. Podríamos haber sumado más porque nos han empatado algún partido en el descuento. Estamos contentos, pero sabemos que podría ir mejor, pero lo importante es hacer un buen año, estar arriba y no sufrir como la temporada pasada. El objetivo es estar entre los seis primeros, que disputarán el play-off por el título, porque este año los seis de abajo juegan por no descender, y los seis de arriba por el título.

Ahora que eres futbolista profesional, has ganado una liga, has jugado en Europa, ¿qué te queda por hacer?
Soy muy ambicioso, la verdad. Siempre he dicho que me gustaría jugar en las mejores ligas del mundo. Es un objetivo que está ahí y que ojalá se dé en un futuro próximo. Todo lo que sea dar pasos adelante: jugar en otras ligas mejores, con clubs históricos y todos esos retos que me hagan crecer como jugador y como persona, ese es el objetivo.

Volver al Barça es difícil, pero si te saliera la oportunidad de volver a Catalunya, de la mano del Espanyol o el Girona, por ejemplo, ¿te has planteado esa posibilidad?
Obviamente, uno siempre echa de menos casa. Tanto Girona como Espanyol son dos clubes muy grandes y claro que me gustaría volver a LaLiga. En un futuro me gustaría. Tampoco tengo prisa, no sería volver por volver, también hay otras ligas que me llaman la atención, por ejemplo, Alemania o Italia. Sí que me gustaría volver, pero tampoco es que me muera de ganas, me gustaría vivir otras experiencias. Cuando uno sale fuera la experiencia es bonita, si está la oportunidad obviamente me gustaría volver, pero tampoco pasa nada si no vuelvo, que sea lo que tenga que ser.

¿Ves factible, en un futuro no muy lejano, dar el salto a una de las grandes ligas?
Ese es el objetivo, la verdad. Este año ojalá sea muy bueno, porque también acabo contrato y veremos lo que pasa. En el fútbol nunca se sabe, pero obviamente mi objetivo es ese, quiero apuntar alto, soy exigente con eso y estoy trabajando duro para que la oportunidad llegue, o al menos para estar cerca.

Haciendo una mención al barrio, al Ca La Guidó, que como hemos comentado fueron tus inicios, ¿cómo influyó tu paso por allí?
Forma parte de mí. Cuando yo jugaba allí era muy pequeño, entré con 5 años y me fui con 10, pero sobre todo te diría que influye en mí, que es parte de mi personalidad porque es el barrio. Yo soy de Ca La Guidó, mis padres viven allí, y me he criado allí. Es el barrio, siempre que puedo me escapo al campo a ver algún partido. Tengo muchos valores que se identifican con el barrio: la humildad, el trabajar duro, ser buena persona, ser agradable con los demás... Estoy muy orgulloso, siempre lo digo, que soy de Ca La Guidó, me enorgullece lo que representan.

Adrián Guerrero disputando un partido con el Zurich / Foto: FC Zurich
Adrián Guerrero disputando un partido con el Zurich / Foto: FC Zurich

Para todos aquellos niños que sueñan con conseguir lo que tú has hecho, ¿qué consejo le darías?
Que disfruten, que si les gusta de verdad que vayan a por ello. Que expriman su pasión al máximo, que jueguen siempre que sea posible. Que disfruten, sobre todo, que no se presionen mucho y que se lo pasen bien en sus equipos y con sus amigos y lo que tenga que ser será. Pero que lo sueñen fuerte, que lo trabajen, las cosas se cumplen, ¿por qué no? Hay que ir a por ello.

¿Y a los que no lo puedan cumplir?
Es más fácil, porque la estadística lo dice, de todos los niños que juegan a fútbol hay muy pocos que llegan a ser profesionales. Yo creo que no es cuestión de ser futbolista profesional o no, está claro que yo soy un afortunado porque me gano la vida con esto y soy un privilegiado, pero si no fuera profesional estaría jugando en mi barrio, porque me apasiona el fútbol. Si de tu pasión puedes hacer tu trabajo, perfecto, es el sueño de muchos, pero si no lo puedes conseguir, no puede dejar de ser tu pasión y no tienes que dejar de jugar a fútbol por no ser profesional.