La editorial Penguin Random House, que adquirió Ediciones B, y con ella los derechos de los personajes de la antigua editorial Bruguera, ha decidido reeditar de nuevo, con el sello Bruguera, las historias largas de Zipi y Zape, la pareja de gemelos dibujada por Josep Escobar (1908-1994) que hizo las delicias de los niños a partir de 1948. Ha empezado la publicación con dos historietas de los años 1970: La vuelta al mundo y El tonel del tiempo. Cada año, la editorial tirará 3 o 4 álbumes, hasta completar los 16 que dibujjó Escobar. Se editan tal como eran en la colección Mago del Humor, sólo con algunas modificaciones a nivel de color, ya que las ediciones Bruguera solían tener muy mala calidad gráfica, y con algunas modificaciones lingüísticas, para adaptarse a los tiempos que corren. Los libros sólo aparecerán en castellano (aunque puntualmente, en su tiempo, Bruguera había traducido alguno de sus volúmenes al catalán). Hoy se han presentado los nuevos álbumes, y han sido apadrinados por Francisco Ibáñez, el autor de Mortadelo y Filemón, también trabajador de la editorial Bruguera, y por el escritor Javier Pérez Andújar. El acto ha tenido lugar en la FNAC el Triangle, que acogerá en su tienda 12 ilustraciones originales del Zipi y Zape de Escobar hasta el 30 de mayo.

Escobar Zipi y Zape

Escobar. Foto cedida por Penguin Random House.

¿Nuevos títulos de unos viejos personajes?

La edición se hace con el acuerdo de los herederos de Escobar, que esperan que este lanzamiento sirva para difundir los personajes de Escobar entre los más jóvenes (aunque los editores no descartan, también, vender a los adultos que cultivan la nostalgia de los viejos tiempos). Aunque la familia no quedó satisfecha con las películas en que se hicieron sobre Zipi y Zape, ahora se plantean la posibilidad de que las historias de los dos terribles gemelos vuelvan a hacerse, adaptadas a los nuevos tiempos, y que un nuevo dibujante (para decidir) se encargue de hacer nuevos álbumes, de nuevas historias, con los viejos personajes.

Zipi y Zape Vuelta en el mundo random

¿Unos gemelos para el siglo XXI?

No parece una misión fácil convencer al público joven de recuperar Escobar. En primer lugar, los personajes y sus circunstancias están muy alejados de los nuevos tiempos. La vida familiar, laboral, escolar y vecinal de los Zapatilla no tiene nada que ver con la de los niños de ahora (aunque hay que reconocer que tampoco tiene mucha relación con la de algunos personajes de ficción, como los superhéroes de Marvel, sin ir más lejos). Tampoco el ritmo de las historias parece adecuada para los aficionados al manga y a las historias más actuales. Quizás por eso los editores han empezado por algunas de las historias más agitadas de Zipi y Zape, que los pasea por el mundo y por la historia.

Zipi i Zape Francisco Ibañez fills Escobar Pérez Andújar ACN

Francisco Ibáñez amb els fills d'Escobar i Javier Pérez Andújar. Foto: ACN.

Unos niños que se eternizan

Los Zipi y Zape fueron creados por Escobar en 1948. El dibujante quería pintar a unos niños trapaceros pero con buen corazón, que atravesaban los problemas que atravesaban los niños de su época: castigos escolares, padre autoritario, el sueño irrealizable de una bicicleta... Los primeros Zipi y Zape eran muy distintos de los actuales y se fueron modificando hasta 1960, en que ya adquirieron prácticamente su fisonomía definitiva. Junto a los dos gemelos aparecían otros personajes: su padre, el severo colombófilo y numismático Pantuflo Zapatilla; su madre, doña Jaimita...

El dibujo en la sangre

Escobar empezó a dibujar de pequeño, y para promocionarse pintó fachadas de Granollers con dibujos de futbolistas, con la esperanza de ser reclutado por algún editor. No le funcionó, pero a los 14 años ya consiguió su primer encargo (no remunerado, eso sí). Antes de la guerra civil, pasó por las revistas Sigronet, L'Esquella de la Torratxa, Papitu y TBO. Por sus ideas republicanas pasó un año y medio en la prisión y más tarde se incorporó a una revista nueva, Pulgarcito, de la editorial Bruguera. Su gran personaje, durante algún tiempo, fue Carpanta, personificación de un muerto de hambre de la posguerra, que milagrosamente superó una vez y otra la censura. Más tarde, Carpanta pasaría a un segundo plano ante el éxito de Zipi y Zape, que llegarían a tener una revista propia con su nombre. Escobar continuó dibujando a los Zipi y Zape hasta 1986, en que Bruguera quebró. Los gemelos habían vivido, como niños, 40 años. Escobar había dibujado decenas de miles de viñetas con estos personajes.

Un hombre íntegro

Pérez Andújar ha definido a Escobar como "un pionero", y recuerda, por ejemplo, que fue de los primeros en incorporar protagonistas femeninas a sus historias. Lo atribuye a que era "un republicano","con un sentido democrático de la vida", que siempre intentó esquivar la censura franquista. Francisco Ibáñez reconoce que de pequeño adoraba a Escobar, quien le influyó mucho: "Cuando le conocí fue como si me presentaran al propio Dios", afirma. Lo recuerda, sobre todo, como un gran compañero de trabajo en la "factoría Bruguera", y como un gran amigo que ayudaba a todo el mundo. Ibáñez destaca que trabajó mucho con las viñetas, pero que también tenía otros aficiones: hizo novelas, teatro, cine de animación... Incluso organizó un curso de dibujo por correspondencia, cuyos trabajos corregía por las noches con sus hijos. Escobar afirma que era un hombre de una gran erudición, con conocimientos de ciencias, de historia, de literatura... E incluso de agricultura. En su finca de Santa Eulàlia de Ronsana igual cultivaba patatas que avellanas, que después, generosamente, compartía con los amigos. "Lo único que te apartaba de él era su jodida pipa", recuerda Ibáñez. Una apestosa pipa de la que no se separaba y que aparece en todas sus caricaturas.