La editorial Alianza acaba de publicar la obra Volver a las trincheras. Una arqueología de la guerra civil española, del investigador del CSIC Alfredo González Ruibal. En esta obra se procede a un repaso de los recientes estudios sobre la Guerra Civil, surgidos de una disciplina que en los últimos años ha hecho grandes progresos en este ámbito. El autor se refiere tanto a las excavaciones en que ha participado personalmente, como a otros yacimientos arqueológicos excavados por otros compañeros de profesión.
Otra mirada a un tema muy estudiado
La Guerra Civil española ha generado una inmensa bibliografía. Dicen que es el conflicto de la historia humana más estudiado. Podría pensarse que no queda nada para decir sobre él. Pero el uso de nuevos tipos de fuentes deriva en la aparición de nuevas miradas, muy originales. Con el análisis de restos materiales del pasado, la arqueología nos permite un fascinante acercamiento a la Guerra Civil desde la vida cotidiana: nos remite al miedo, a la miseria, al hambre, a la suciedad...
Los espacios de la guerra al descubierto
A pesar de su título, la obra de González Ruibal no se limita al estudio de las trincheras, sino que analiza monumentos, fosas, presidios, tapias de los cementerios, refugios antiaéreos, checas... Los análisis abarcan los grandes escenarios bélicos del territorio español: Belchite, Madrid, Teruel, el Ebro... Pero también nos hablan de pequeñas tumbas o de rincones perdidos donde la guerra también tuvo consecuencias: corrales, casas, refugios...
Todo habla
En esta obra se hacen análisis basados en los objetos más diversos: los cartuchos, las ropas, las medallas, las botellas, los uniformes, los medicamentos, los tinteros... La arqueología interpreta los restos materiales del pasado, pero Ruibal no duda en cruzar diferentes tipos de fuentes y hacerlas dialogar. Usa la historia oral, los documentos de archivo e incluso los libros de memorias, para enriquecer y contextualizar los restos arqueológicos.
El CSI del pasado
González Ruibal se ha dedicado al estudio de las fosas de la Guerra Civil (y es muy crítico con las políticas de la memoria, de Catalunya y de España). Del análisis de las fosas de la Guerra Civil, Ruibal saca muchas conclusiones, usando técnicas propias del CSI, como el análisis de ADN o la clásica autopsia. Analiza, por ejemplo, la media de altura de los asesinatos y la compara con la media de altura de la población en general, con el fin de saber el estado de desnutrición de un determinado grupo de víctimas.
Muertos parlanchines
De los restos mortales de la Guerra Civil, los arqueólogos extraen conclusionees bien sorprendentes. Por ejemplo, entre los ejecutados republicanos no faltan las medallas y los símbolos católicos: la religiosidad popular era vigente incluso entre los más anticlericales. Pero los huesos también ofrecen enseñanzas aterradoras: los muertos de 1939 eran asesinados con mucha más precisión, con tiros más precisos, que las víctimas de 1936. En estos tres años, los verdugos habían aprendido a matar.
Sin genocidio, pero con eliminacionismo
Ruibal no se limita al análisis de restos arqueológicos, sino que en este texto quiere poner de manifiesto la violencia sistemática aplicada durante el conflicto del 1936-39. González Ruibal no osa utilizar el término “genocidio” para referirse a la Guerra Civil, ya que para poder hablar de genocidio habría que demostrar que había una voluntad de aniquilación física de todo un colectivo. Pero no tiene ninguna duda que hubo “eliminacionismo”: un intento de anular por completo algunos grupos humanos sin necesidad de pasar por la muerte de todos sus integrantes.
Foto: El pueblo de Corbera d'Ebre, destruido durante la batalla del Ebro.