José Ángel Mañas vuelve al mundo de Kronen 25 años después de Historias del Kronen la emblemática novela sobre los jóvenes que a mediados de los años 90 tenían unos 25 años. Una historia sobre un grupo de vividores con pocos principios que posteriormente llevó Montxo Armendáriz al cine y que generó un gran interés por parte de los jóvenes, que buscaban en los libros ver recreadas sus propias vivencias. Mañas devuelve en el mundo de Kronen con La última juerga (ed. Algaida), una road movie que explica el reencuentro entre dos hombres de casi 50 años que han vivido grandes fiestas a su juventud. Esta novela se puede entender como un retorno al mundo de Kronen, pero que también se puede leer de forma absolutamente autónoma. Esta obra obtuvo los 28.000 euros del 51º Premio Ateneo de Sevilla de este año, patrocinada por la Fundación Unicaja y Ámbito Cultural de El Corte Inglés.

El rebelde y el integrado

En los primeros compases de la novela, Carlos, un crápula, el protagonista y narrador de las Historias de Kronen, acaba de enterarse de que está muriendo y decide correrse la última fiesta. Se trata de un personaje inmaduro, con una absoluta falta de empatía, que sólo piensa en su propio bienestar. Pasa del paisaje, pasa de la gente, pasa de la política e incluso pasa de la unidad de España, que preocupa inmensamente en su entorno. Carlos, que ha triunfado en el mundo del cine vendiendo derechos, es un consumidor compulsivo de alcohol y de drogas y está enganchado en la heroína, sin que por eso deje de trabajar (el problema de las drogas radica, sobre todo, en la mala calidad, explica Mañas, con naturalidad). Carlos, para su última fiesta, arrastrará mediante el chantaje emocional a Pedro, uno de los más serios de sus compañeros de fiesta de juventud. Pedro, a diferencia de Carlos, tiene una vida muy reglada: es padre de familia, no consume drogas, es profundamente conservador, tiene un trabajo estable... Pero todo puede cambiar a lo largo de este trayecto loco hacia la nada que emprenden por decisión de Carlos.

Segunda novela para una generación

Historias del Kronen fue, sobre todo, un relato emblemático de una generación, la que creció después de la transición (algunos la denominaron generación X). Mañas ha querido recordar que a partir de 1982 llegó un periodo de despolitización y al mismo tiempo de absoluto hedonismo (que cambiaría con la crisis del 2008). Las drogas, el alcohol y el sexo eran la vida de los jóvenes de aquel tiempo, que al mismo tiempo, no renunciaban ni al arte ni al triunfo empresarial. Mañas, con el tiempo, ha llegado a la conclusión de que su obra es hija de la movida (de aquella de la cual había renegado mucho en su juventud), porque ambas forman parte de un movimiento de despolitización, de dedicación a la música, de elogio del descontrol... La última juerga es la continuación de la novela generacional en que se plantea cómo han evolucionado estos personajes, que vivían una vida de eternos adolescentes, un cuarto de siglo después.

El tiempo no pasa en vano

La última juerga es, también, una reflexión sobre el paso del tiempo, y sobre cómo el mundo cambia. "La juerga se ha acabado. Estamos en otro mundo", explica Mañas, quien confiesa que a la hora de escribir esta novela, ha tenido que pensar qué podía publicar o no, porque "los tiempos han cambiado, antes decías lo que se te ocurría y basta". A pesar de todo, defiende que haya una libertad absoluta en el mundo del arte, que considera un "espacio carvalesco". "Creo que es positivo que en una novela, no en una columna de opinión, uno pueda explicarlo todo lo que quiera", puntualiza. Critica que la literatura actual es "excesivamente políticamente correcta". Y por eso, apunta que su novela es "políticamente incorrecta de una forma consciente", no como las Historias del Kronen, en las que la incorrección le salió de forma espontánea. "Escribir de forma bestial, y soltarme en la novela, me permite a la vida cotidiana ser una persona correcta, formal", se justifica.

Del Mañas autor al Mañas personaje

El mismo Mañas hace un cameo en su obra. Carlos, el protagonista, se encuentra con Mañas en una fiesta, y lo deja verde (en realidad, deja verde a medio mundo). Mañas asegura que este recurso le va perfecto para diferenciar al narrador del autor, ya que está harto de que todo el mundo identifique el discurso del narrador con el suyo propio. Y, además, le servirá para cargar sin piedad contra gente del mundo del cine y del mundo de la literatura... E incluso para desdoblarse: mientras Carlos odia el deporte, Mañas reconoce que le interesa mucho.

Alocada

No debe ser sencillo reanudar un éxito de hace 25 años, que se ha convertido en un icono de su tiempo, y actualizarlo. En realidad, Mañas reconoce que siempre le dio miedo hacer una secuela de su gran éxito. Pero afirma que cuando se puso a escribir La última juerga tuvo claro que su idea podía funcionar. Y funciona. La última juerga quizás no será una nueva novela generacional como lo fue Las historias del Kronen (básicamente porque buena parte de aquella generación se ha desenganchado de las drogas y ahora son adictos al Dyr y a la gastronomía: se pueden identificar mucho más Pedro que con Carlos, el narrador). Pero pese a todo es una novela que funciona: fresca y alocada... Y mantiene el lenguaje coloquial y directo, muy efectivo, que usaba en las Historias del Kronen. Mañas tiene un lenguaje casi cinematográfico, lleno de imágenes geniales, que dota a la obra de ritmo y gracia. Quizás el mundo de Kronen ha muerto, pero el talento literario de Mañas se conserva.

Mercedes Brujas de Salem Ateneo de Sevilla

Mercedes Fisteus.

En la estela de las brujas de Salem

Junto con La última juerga, como ganadora del Premio de Novel·la Ateneo de Sevilla, se ha presentado Dentro de dos años, de Mercedes Fisteus, la obra ganadora del 37è Premio Ateneo Joven, dotado con 5.000 euros. Se trata de una obra sobre el famoso caso de las brujas de Salem, en Massachusetts, donde en 1692 fueron ejecutadas unas veinte personas (mayoritariamente mujeres) por su presunta relación con el diablo. Fisteus no se fija tanto en la acusación en sí, como en la figura del juez que sentenció a las víctimas. A partir de este caso real, Fisteus reconstruye los sentimientos del juez tras dictar sentencia, y a partir de sus reflexiones, conecta los casos de brujería de Estados Unidos con los casos sucedidos en la época en el Estado Español: "Me traigo la historia de las persecuciones de brujas de América a territorio español", explica. El libro supone una crítica al puritanismo, pero también al maccarthismo, y de hecho, también alerta sobre los peligros de la sociedad actual: "Hoy en día tienes que vigilar mucho lo que dices", apunta, y añade "lo políticamente correcto tiene algunos efectos beneficiosos, pero también comporta sus peligros".