Esta medianoche Txarango ha publicado su cuarto y último álbum. Un álbum que es un despido después de 10 años de carrera musical que los ha llevado a ecorrer por el mundo y de más de 15 años desde que empezaron a tocar en las plazas y bares de los pueblos del Ripollès. Una década en que han pasado de tocar anónimamente en las fiestas mayores de casa a congregar miles de personas por todo el planeta. De vent i ales será el emblema de una gira que se ha visto reformulada por el coronavirus y que se hará el año que viene. La banda busca así agradecer el apoyo de un público que les ha bendecido con el "privilegio" de poder escoger el momento de decir adiós, un despido que certifican que es "definitivo".

Uno de los temas del disco -de un total de 16- es Cançons de Llibretat. Es "una canción triste por los compañeros", dice la misma letra. Empieza así:

No dejaremos atrás ninguna de las batallas,

Nacimos inconformistas, siempre con la lucha, siempre antifascistas.

Hemos perdido el miedo, un futuro se abre, no tenéis bastantes prisiones para cerrar todo un pueblo

No es ningún secreto la avenencia del conjunto con el presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart o con la exdiputada de la CUP Anna Gabriel, así como la banda no ha escondido nunca su espíritu nacionalista. Varias veces han posicionado a favor del derecho a decidir, por la liberación presos políticos y son unos firmes defensores del diálogo. Además, han puesto sonido al movimiento de l'1 d'octubre con la canción Cogiendo el horizonte. También fueron el "grupo sorpresa" de la segunda edición del festival 'Cultura contra la Represión' que va organzar Òmnium ahora hace un año.

Además del político, el nuevo disco tampoco esquiva el compromiso social, con letras que hacen referencia tanto al procés o la crisis migratoria, temáticas de las cuales Txarango ha tomado parte desde el inicio. En una entrevista en la ACN, Alguer Miquel, cantante de Txarango, explica que con De todas partes, el grupo reflexiona sobre el hecho que forman parte de una comunidad "plural y diversa" en que ya no hay "uno aquí y uno allí", e incluyen su particular homenaje a presos y exiliados, "que viven una situación profundamente injusta".

"Hemos vivido el procés con tristeza, tenemos un luto mal digerido", critica Alguer Miquel, que cree que formará parte de uno de los tantos procesos sociales que han tenido una "traducción política nefasta". Por eso, clama para evitar "acostumbrarse" a la nueva realidad y acabar "tolerarla".

Un adiós

Los miembros del grupo coinciden en decir que Txarango ha sido una "herramienta al servicio de la vida", una "canoa" que les ha abierto las puertas a "conocer, descubrir e impregnarse de otras miradas al mundo" que, sin la música, les habría sido "difícil de vivir". "El proyecto de Txarango ha estado tan grande como lo hemos soñado, no podemos pedir nada más. Ha sido una historia colectiva, un barco muy grande que hemos conducido como hemos sabido, Lo hemos disfrutado y lo hemos sufrido," añade Miquel, que pone en valor la dificultad del "reto" que tenían por delante y la "mucha exposición" que comporta.

Según el líder de la banda, la clave de su éxito responde al esfuerzo por sacarlo adelante, combinado con un hecho fortuito como el de estar "en un momento y en un espacio adecuados". En declaraciones en la ACN explica que son muchos los fans que preguntan por qué lo dejan cuándo más éxito tienen. Para ellos, la respuesta es implícita a la pregunta: "pues precisamente por eso". Sergi Carbonell, otro de los miembros de Txarango, lo aclara afirmando, que, para ellos, no tiene sentido mantenerlo "si no está al 100%". "Por eso nos detenemos", remacha.

En la decisión también está la voluntad de ceder paso generacionalmente. Según Alguer Miquel, hay muchos grupos en el entorno que hace música que ponen la mismas ganas: "ahora nos toca dejar espacio, mientras tocamos hacemos de tapón. Cuando te apartas, cedes el espacio y hay gente muy preparada para ocuparlo".

Un disco que "empaqueta" la historia de Txarango

Editado por Halley Records y distribuido por Discmedi, Txarango presenta un disco "intenso pero honesto y sin pretensiones", conscientes de que será el último proyecto en común. Un disco largo, con dieciséis canciones -"no queríamos que nos quedara nada en el armario" - que, desde el inicio, es una declaración de intenciones por "empaquetar" la historia del grupo. Empieza con la pieza coral 'De todas partes' y que sitúa uno metafórico 'Es hora de volver a casa' como epitafio.

De viento y alas combina el sonido cubano, las habaneras y el ritmo del bhangra indio, pasando por armonías africanas, bebiendo de ritmos vividos en la gira por todo el planeta y de las músicas "de ida y vuelta" que les llegan también a Barcelona. "Queríamos que fuera un espacio para mirar atrás y celebrar la vida compartida", explica Alguer Miquel, que reconoce que si giran la mirada al pasado y reescuchan los tres discos anteriores –Benvinguts al llarg viatge (2012), Som riu (2014) y El cor de la terra (2017)- les parecen "recuerdos de otra vida".

"Ha habido una evolución en muchos sentidos", precisa Sergi Carbonell, que detecta en Benvinguts al largo viaje ideas incipientes que querían desarrollar y que han ido encontrando "su camino". "El primer disco agrupaba las sensaciones de querer vivir cosas, todavía no sabíamos cuáles. Yo lo siento y lo amo profundamente, nos ha hecho vivir las sensaciones más fuertes de nuestra vida", aclara Miquel. Los más recientes El cor de la terra y De vent i ales coinciden en qué ya les han hecho desde un lugar donde se reconocen más.