Jaime I ha pasado a la historia como uno de los grandes reyes del Casal de Barcelona. Gobernó durante 62 años y fue el iniciador de un proceso expansivo (conquistas de Mallorca y de València) que, con el transcurso del tiempo, situaría a la Corona catalanoaragonesa como el dominio más poderoso del Mediterráneo. Pero el camino hasta el trono no fue fácil. Fue secuestrado cuando era niño, perdió a sus padres, fue liberado en una rocambolesca operación y, finalmente, fue coronado en una ceremonia de circunstancias. Jaime creció en un ambiente enrarecido, dominado por las intrigas y las traiciones. Solo los buenos oficios de su tutor y de la orden militar que lo protegía hicieron posible que alcanzara la mayoría de edad y se convirtiera en el gran gobernante que acabaría siendo. Su largo y exitoso reinado contrasta con la turbulenta infancia de un niño permanentemente amenazado.