Ayer el Tricicle celebraba en el Teatre Victòria su último estreno en Barcelona. Después de 39 años haciendo espectáculos, llega a la ciudad donde empezaron su carrera Hits, el que se ha anunciado como el último espectáculo del equipo de cómicos. Y no decepcionaron a su ejército de fans, que realmente llegaban predispuestos a reír en la despedida y que soltaron sonoras risotadas desde el minuto cero de la actuación, desde el mismo momento que los artistas pisaron el escenario.

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No se trataba de un espectáculo nuevo. Hits ya ha rodado mucho, y los esqueches que lo integran ya habían formado parte de otros espectáculos suyos. Se presenta, pues, como una antología de lo "mejor de lo mejor de lo mejor". Se abre, como, con el origen de la humanidad con los "Trogloditas" del espectáculo Sit. E incluye números memorables como el de la sala de espera del aeropuerto de Exit, o el del accidentado fumador de Garrick. Muchos de los espectadores buscaban, de hecho, reír de nuevo con espectáculos ya muy conocidos como el de las tapas de inodoro o el de la motosierra (según la compañía, los esquemas que se han integrado en Hits fueron escogidos por una votación vía web). Es obvio que es un espectáculo profundamente estudiado, donde el mínimo movimiento de los actores está estrictamente pautado. No hay ningún margen para la improvisación. Paco Mir, Joan Gràcia y Carles Sans dominan la técnica y saben perfectamente explotar los resortes de la carcajada. En realidad, si de alguna cosa son indudablemente maestros los tres cómicos es del gag. Saben generar terribles momentos álgidos, aunque a veces fuerzan mucho los argumentos para enlazarlos. Es por eso que, sin duda, la mejor parte de su espectáculo es la eclosión final, donde se suceden de forma vertiginosa algunos de los gags más hilarantes de su carrera. El público agradece esta traca de clausura de su carrera, en la que en un minuto o menos presentan situaciones hilarantes.

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En la rueda de prensa previa al estreno, los Tricicle anunciaban que los espectáculos no habían necesitado mucha renovación (como mucho el cambio de un teléfono fijo por un móvil), aunque alguno de ellos habían sido creados hace más de 30 años. Es cierto: el éxito de los Tricicle se entiende porque crean un humor sencillo, que apela a lo esencial, y que por eso puede ser seguido por públicos muy diferente, incluso a países muy diferentes. Gente de todo tipo puede reír con los gags del Tricicle. Por eso el grupo catalán no ha parado de hacer giras con una decena de espectáculos. En el estreno, al igual que en la exitosa gira de Hits, se demostró que Tricicle, todavía, tenía mucho público dispuesto a reír sus gags.

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Es difícil que quien vaya al Victoria salga ofendido. El de Tricicle es, básicamente, un humor blanco, donde incluso los chistes fáciles de pedos, tetas y culos pierden toda agresividad. El Tricicle busca un humor de la cotidianidad, apto para todo el mundo y reproducible en todas partes. Un humor destinado a desconectarnos del aquí y del ahora. Ir al Victoria supone desconectar durante una hora y media larga de los problemas de la sociedad y sumergirse en un mundo de carcajada fácil e inocente. Que nadie espere más: ni reflexiones sobre el mundo contemporáneo, ni siquiera un pelo de autocrítica. La compañía no tiene nada que ver con la literatura de Tom Sharpe o Wodehouse, ni con los espectáculos de los Luthiers o de los Accidents Polipoètics. El Tricicle acaba Hits con el gag que les hizo famosos en televisión: una interpretación peculiar, los tres con nariz de payaso, del Soy un truhán, soy un señor de Julio Iglesias. El público sigue riendo, pero es, indudablemente un humor fácil. Y no de la máxima actualidad.