Aprovechamos el estreno de Blonde, el biopic de Netflix protagonizado por Ana de Armas, para recordar, y ordenar de peor a mejor, la filmografía (como personaje principal) Marilyn Monroe desde su primer papel protagonista, en Niágara, a la que llegó después de haber destacado en papeles secundarios en Todo sobre Eva, La jungla de asfalto o Me siento rejuvenecer.
Hay alguna cosa en la química entre Robert Mitchum y Marilyn Monroe que justifica la existencia de un western que, en realidad, está muy lejos de las grandes pelis del género. La actriz, como el director Otto Preminger, se vieron obligados a aceptar el proyecto por imperativos contractuales. A ninguno de los dos les convencía el guion, ninguna sorpresa porque no se aguanta por ningún lado.
De todos modos, la relación entre los protagonistas rezuma cierta ternura que, recordando las palabras de Mitchum, contribuye a entender el drama íntimo de la actriz: "No pensaba que fuera terriblemente sexi, más bien que no conocía a mucha gente que fuera amigable con ella. Creciendo en una atmósfera de agentes, productores y periodistas, parecía una niña perdida".
El rodaje fue un infierno (como explicaba la peli Mi semana con Marilyn), y la película se resintió. ¡Nadie se podía creer a Laurence Olivier como comediante, aunque esta pieza de Terence Rattigan había funcionado en los escenarios de Londres como un trueno (allí, Olivier representaba el papel con su mujer, Vivien Leigh, a quien consideraron demasiado mayor , 43 años!, para hacer la peli): el cuento romántico entre un huraño regente de un país imaginario de los Balcanes y una ingenua actriz de variedades necesitaba de una química que Olivier y Monroe no tuvieron.
Ella, a pesar de olvidarse de sus diálogos y llegar tarde al rodaje, cosa que enfurecía a su compañero de reparto y director, llenaba de luz cada frase, cada aparición. La peli, sin embargo, nunca acaba de prender el vuelo.
Tres megaestrellas femeninas del Hollywood de la época, Betty Grable y Lauren Bacall acompañaban a Monroe, a la caza de marido con posibles.
Tan sofisticada y colorista como rancia vista hoy, lo mejor de largo de esta comedia de enorme éxito es una Marilyn divertidísima: su personaje no ve tres en un burro, se quita las gafas cada vez que se cruza con un hombre ("es que entonces estoy fea", justifica), y tropieza a pesar de con todo el mundo. Una Mister Magoo, o Rompetechos, que demostraba una vis cómica a la altura de los mejores.
Cuando la industria empezaba a comprender el potencial de aquella rubia explosiva, todavía ajena a los éxitos inmediatos y sucesivos de Niagara, Los señores las prefieren rubias y Cómo casarse con un millonario, la Fox creó expresamente para ella al personaje de este musical, como prueba definitiva para ver su potencial recaudatorio: a cambio, le habían prometido encabezar el reparto de La tentación vive llega.
Explicando la historia de una familia de artistas de variedades que evoluciona con los cambios de los tiempos, la peli demuestra que la Fox nunca estuvo al nivel de la MGM en la producción de musicales, pero tiene encanto y unas canciones de Irving Berlin fantásticas.
El primer gran impacto de Marilyn en su primer rol protagonista.
Explotando un físico que la convertiría en icono sexual, la actriz trascendía los clichés de la femme fatale en un drama noir con moralina que mantiene parte de su fuerza, gracias a Monroe y al pulso de un artesano con las tablas de Henry Hathaway.
Marilyn cantante con una mezcla de sensualidad e inocencia el 'My Heart Belongs to Daddy' justifica una comedia romántica que no funcionó en taquilla y que la actriz aceptó para acabar su contrato con la Fox.
El director George Cukor aportaba su clase, pero si El multimillonario funciona es por la química de los protagonistas: Monroe y el francés Yves Montand, eterno seductor y mentiroso patológico (mucho se ha escrito sobre las repetidas infidelidades a su mujer, la grandiosa Simone Signoret), mantuvieron un affaire durante el rodaje de la película. Entre ellos saltaban chispas, y se nota.
Marilyn cantando que los diamantes son los mejores amigos de una chica. Marilyn icono, vestida de rosa, envuelta en joyas y rodeada de señores. Marilyn bailando con Charles Coburn.
Marilyn intentando seducir sin conocerlo a un millonario que resulta ser un niño. Marilyn explosiva. Marilyn tierna. Marilyn en un vodevil tan inofensivo como sofisticado. Marilyn haciendo grande la leyenda.
Marilyn se comía la pantalla en esta adaptación de un éxito de Broadway dirigido por Joshua Logan que le dio las mejores críticas de su carrera a la intérprete. La historia entre un cowboy de rodéos y una cantante sin demasiado talento que sueña triunfar funcionaba estupendamente.
Probablemente jugó a favor la simpatía inmediata que el cineasta sintió por la estrella, y que no dudó ponerse a su servicio, sin tenerle en cuenta las inseguridades, los cambios de humor y todo aquello que sacaba de quicio a otros directores: "Fue la actriz más emocionante con la que he trabajado nunca, y esta emoción estaba relacionada con su humanidad, con la forma en que veía la vida a su alrededor", diría.
Una escena para la historia: ella aprovechando la salida de aire del metro por una rejilla en medio de la calle para refrescarse, haciendo volar su falda blanca, escandalizando a medio país. El mismo rodaje de la escena colapsó la avenida Lexington de Nova York, con centenares de curiosos y decenas de fotógrafos, se llenó de comentarios repugnantes hacia la actriz, y sulfuró a Joe Di Maggio hasta el punto de apalearla, herido en su ego de celoso macho italiano, propiciando un divorcio cantado.
Pero el resultado, de la escena y de la misma película, no dejaba dudas. Aquella divertidísima comedia, todo un éxito en Broadway sobre un rodríguez que sueña aprovechar el verano para encamarse con su vecina sexi, lo petó en taquilla en manos de un Billy Wilder que decidió no volver a trabajar nunca con Monroe. Afortunadamente para todos, se desdijo.
Cuánta tristeza reunida en una película, con tres leyendas que se apagaban: Clark Gable murió semanas después de acabar el rodaje de un infarto. Y Marilyn y Montgomery Clift vivían sus infiernos personales, de hecho ella no volvería a completar ninguna otra película.
Dirigida por John Huston, esta historia de vaqueros, rodéos y cazadores de caballos salvajes, esconde en realidad un relato de inadaptados, de perdedores sin esperanza, y tiene la mejor interpretación dramática de una Marilyn que tenía muchas cosas en común con su personaje. Quizás porque estaba escrito por alguien que la conocía tan bien como Arhur Miller, su marido. Todo un canto a la libertad y a la dignidad a pesar del fracaso.
La mejor película, de largo, de Marilyn Monroe, y una de las mejores comedias de la historia del cine. Jack Lemmon y Tony Curtis escapando de unos gángsteres travistiéndose y haciéndose pasar por componentes de una banda musical femenina. El tango de Lemmon y Joe E. Brown, soy un hombre, nadie es perfecto.
Y una Marilyn maravillosa, divertidísima, ingenua, sexi. Y eso que durante el rodaje sacó de quicio a todo el mundo, con unas broncas infinitas con el director Billy Wilder, que, en el imprescindible libro de conversaciones con Cameron Crowe, recordaba: "Después de La tentación vive arriba prometí que no volvería a trabajar con ella nunca más. Pero le perdonabas todo, aunque tuvieras que esperar tres días para conseguir filmar una secuencia". I Wanna Be Loved By You, pupupidú.