Los productos culturales evolucionan continuamente. Si internet ya supuso cambios en las pautas de consumo de la cultura, las redes sociales las han revolucionado de forma todavía más decisiva. Los empresarios del sector cultural a menudo tienen problemas para adaptarse a las nuevas realidades. Por eso, Culthunting elabora anualmente un libro, el Culthunter Manual, con el objetivo de orientar a todos aquellos que trabajen con la producción y distribución de productos culturales. Este martes lo presentaron en el Arts Santa Mònica, en el marco de un laboratorio sobre las transformaciones y las tendencias del mercado cultural. En este laboratorio se ha hablado de las tendencias en el ámbito de las letras, con Laura Borràs (de la Institució de les Lletres Catalanes); de la gastronomía, con Beatriz Romanos (del Tech Food Magazine); del teatro y de la financiación de la cultura, con David Costa (de Sixto Paz Produccions); y de las artes visuales con el artista Franc Aleu.

En busca de la autenticidad

Los autores y asesores del Culthunter Manual constatan que, paradójicamente, en un tiempo de gran difusión de las tecnologías y de la globalización, crece la preocupación de los consumidores, y especialmente de los consumidores culturales, por la autenticidad. Se buscan productos naturales, o tradicionales, o profundamente arraigados a la tierra. Beatriz Romanos ha puesto énfasis en esta obsesión, y en los nuevos nichos de mercado que ofrece. Muchas empresas han optado por vender autenticidad: comidas con familias autóctonas para los turistas, comida tradicional para la gente que está muy ocupada, falsas abuelas que van a domicilio a preparar comidas difíciles...

Retorno al espacio público

Una de las tendencias más agudas de los últimos años es la recuperación del espacio público para actividades culturales (lo que han denominado Inside Out). La cultura y el arte escapan de los espacios delimitados, museos y salas de exposiciones, e invaden parques, mercados, calles, parcas... Laura Borràs ha reivindicado que hay que para difundir la cultura hay que lanzarse a la conquista del espacio público, y que por eso la Institució de les Lletres Catalanes ha apostado por promover la lectura en los trenes o en los parques. Y Beatriz Romanos ha destacado el gran éxito que tienen, últimamente, los food trucks, que ofrecen cocina rápida de una forma diferente.

La cultura del sofá

Pero además, a través de las redes sociales, lo público y lo privado se desdibujan, y aquello que era diseñado para el ámbito privado acaba teniendo difusión. Hay productos culturales diseñados para el consumo privado que se acaban volviendo virales y teniendo una gran difusión. Curiosamente, la difusión de la cultura por el espacio público, va paralela a su creciente introducción a los hogares. A través de internet la gente ve ópera, contempla exposiciones o solicita productos gastronómicos. Franc Aleu ha destacado que se tiene que hacer una cultura a la que se pueda acceder en línea desde cualquier sitio. Es un sector en crecimiento continuo y que ofrece muchas posibilidades de crecimiento.

Hibridación de disciplinas

Franc Aleu es uno de los máximos exponentes de creación artística mediante la combinación de disciplinas. Ha practicado una gran diversidad de especialidades artísticas. En El somni, con los hermanos Roca del Celler de Can Roca, combinaron el videoarte, la ópera, la literatura y la gastronomía en una comida especialísima para sólo 12 invitados (de la que salió, también, una película y una exposición). Laura Borràs también ha puesto de manifiesto la necesidad de hibridar la literatura con otras disciplinas con el fin de potenciarla, y ha resaltado fenómenos como los de los booktubers, que se han convertido en una alternativa a la crítica de libros convencional a través del uso del youtube. La tendencia de los consumidores es solicitar experiencias inmersivas, en las que se combinen, no sólo las disciplinas, sino también las percepciones. Todos los sentidos tienen que acabar percibiendo la experiencia cultural. Y esto obliga a combinar diferentes creadores y a emplear todas las posibilidades que nos ofrecen las tecnologías.

Nuevos modelos de negocio cultural

Beatriz Romano ha puesto mucho énfasis en que las nuevas tendencias dan nuevas oportunidades de negocio. Han aparecido nuevas empresas que obtienen beneficios con las nuevas formas de creación y distribución de gastronomía y cultura. Hay obvias dificultades, como la disolución de la barrera entre el creador de cultura y el consumidor. Los consumidores no se resignan a estar parados, y acaban participando en la creación de obras culturales. Y hay otro problema: la economía colaborativa, nacida para acercar a los consumidores entre ellos, acaba siendo canalizada a través de empresas que son las que obtienen la parte sustancial de los beneficios. Y no queda claro como garantizar la retribución de los creadores que asegure su subsistencia. La propuesta más arriesgada es la que propone Víctor Costa, que en el Teatro Beckett ha establecido un sistema a través del cual el espectador no paga una tarifa fija, sino lo que considera que es justo pagar por un determinado espectáculo. Comenta que a nivel económico esta estrategia ha funcionado, y que ha garantizado una relación mucho mejor con los espectadores.