Siempre he sido de celebrar los aniversarios. Cuando era pequeña pedía a mi madre que me organizara meriendas en casa, improvisara talleres de pinturas y sonara a todo trapo por el comedor del piso el disco de los Pitufos Makineros antes de soplar las velas del pastel con el grupo de niñas de la clase que venían a pasar la tarde. Por cierto, es curioso porque después miras las fotografías de aquella época y la presencia del sexo opuesto siempre era minoritaria: el primo y el típico niño de escuela que la madre es íntima de la tuya y por eso viene. Creo que éramos demasiado marujas...

Después, con la adolescencia monté una cena por los 18 años que pagué todas las bebidas y aquí ya podíamos ver cómo la paridad de sexos era más igualitaria. Básicamente tenía noviete y este se trajo a todos los amigos. Eran épocas en las que me gustaba lucir la edad, incluso cuando entré a trabajar a los 20 y muy pocos: cobrando un sueldo tan indigno como uno de 40 pero con la felicidad de pensar "qué bien", por aquello de acabar de aterrizar en el mundo laboral y consolarte porque todavía te corresponde ser uno explotado. Me sentía importante cobrando la misma mierda que uno de veintitrés años mayor que yo pero con el tiempo he descubierto que eso, en líneas generales, no cambia para la mayoría.

No sé en qué momento, hacer años me empezó a dar por el saco. Los 30 los celebré invitando a grupos de aquí y de allí en un club de vela de mi ciudad. Suena muy pijo pero me arruiné comprando catering, llevando una banda y teniendo complejo de Juan Palomo. A duras penas aquella mierda de club me abrió las puertas. Fue a partir de entonces que me ha empezado a hacer rabia eso de ir diciendo la edad. Soy de la generación de los 80 pero me entenderéis los que os hayan traído al mundo en otras épocas. En la vida siempre se tiene que tener alguna manía, complejo o chorrada. Os explico los "tics" que me ha producido hacer años.

El mes sí importa

De entrada, llegamos a un nivel de pulcritud al decir la edad exacta y el mes sí importa. Os pongo una situación a modo de ejemplo: vas a un bar, conoces a una persona y te pregunta la edad a ti y a tu amiga. Ella, que es de diciembre, dice los años: "Tengo 32". Tú, que eres de enero, también: "Y yo 33". Pero añades: "Sí pero soy del 87 eh". Como queriendo decir, "a ver no soy más grande". Y si aquella noche tienes el punto cabrón vas a destrozar a la amiga: "Soy del 87, vaya como mi amiga eh, pero ella nació a finales de año". Y te quedas tan ancha. ¿En qué momento te ha pasado a importar el mes que te trajeron al mundo?

Otra cosa interesante es cómo conviertes la edad al redondear decimales como si fueran notas de examen. Me explico: estás en los 30 pero no has llegado a los 35 y de esta manera todavía te sientes del grupo próximo a los 20. Tienes 37 y has superado el corte de los 35, entonces te empiezas a sentir más del grupo de los 40 y, depende de cómo, te toca un poco la fibra... En general he pasado de que no me moleste que me pregunten la edad a todo lo contrario. Depende de la respuesta todavía te acaban de hundir más: "¿Y te planteas tener hijos?" o la que te acaba de rematar: "Muy bien, es que la gente joven ahora hace unas cosas...", con pronombre ellos de la tercera persona del plural, como si no fuera contigo. ¿Perdón? ¡Yo también soy joven!

Referentes igual que tú

Después también están los referentes. Una piensa si Leo Messi nació el mismo año que yo es como que tu generación todavía está marcando paquete socialmente. Te sientes joven, en la flor de la vida. Eso es muy bueno cuando tienes una persona de tu año muy "pepina" pero después siempre está el típico año que fue una boñiga. Para escribir este artículo he mirado qué futbolista nació el 86 y sólo he encontrado, como referente a pesar de que no mental, Sergio Ramos.

Instagramers cutres

Para acabar, volvemos al principio: celebrar años. Aquellas fiestas que os he comentado antes pasan a ser stories muy pasados de gente bebiendo, haciendo ver que lloras cuando te acercan una magdalena con una vela llena de sarna de las veces que ha sido utilizada y, sobre todo, dando a entender que te hace mucha ilusión... MENTIRA. De golpe, una va al perfil de Instagram de aquella persona y ve que ha eliminado la fecha de nacimiento o todavía peor: ha conservado día y mes pero no el año. Ejemplo: "Del 25 de abril". ¿Ok, y qué más? ¿Y por eso me montas una fiesta que se ha enterado incluso la vecina a través de las redes pero me escondes la edad? Es tan cutre que con la excusa de la magdalena con vela caducada, tampoco el resto de mortales podemos saber qué aniversario celebras.

Después de esta reflexión que demuestra de forma meridianamente clara que tengo problemas del primer mundo, tan sólo me queda decir: "Pero contenta de celebrarlos".