El pasado 26 de septiembre se celebró el Día Europeo de las Lenguas. Este día fue proclamado y establecido por el Consejo de Europa el año 2001 para, principalmente, "fomentar el aprendizaje de idiomas en toda Europa". Esta fecha parece que es una buena oportunidad para reflexionar sobre la riqueza de las lenguas y su importancia en nuestra sociedad. Algunos de los objetivos de esta festividad son precisamente "alertar al público sobre la importancia del aprendizaje de idiomas", diversificar la gama de lenguas, fomentar el multilingüisme"… Y también promover la rica diversidad lingüística y cultural de Europa.

Este año, esta celebración ha tomado una dimensión particularmente significativa en relación con el reconocimiento oficial del catalán en Europa, ya que esta omisión es una mancha a la diversidad lingüística que supuestamente celebramos en este día. Ya sería hora de cuestionar por qué una lengua como la nuestra, que cuenta con una tradición e identidad cultural tan fuertes, todavía no ha obtenido el reconocimiento que merece.

El reconocimiento oficial de una lengua no solo es un acto de justicia lingüística o un gesto simbólico, sino también una declaración de respeto hacia una comunidad lingüística. No se trata de promover una lengua a costa de otros, sino de dar a todas las lenguas la consideración que se merecen. Es una cuestión de derechos humanos y de igualdad de oportunidades, ya que el no reconocimiento de una lengua puede llevar fácilmente a una marginalización y a una discriminación lingüística. Resulta sorprendente que, a pesar de los numerosos llamamientos y peticiones para el reconocimiento oficial del catalán, algunas instituciones y países europeos sigan resistiéndose a esta idea. Al menos que nos expliquen sus razones para no reconocer una lengua con una base de hablantes sólida y una producción cultural y literaria destacada como la nuestra, ¿no?

El reconocimiento oficial de una lengua no solo es un acto de justicia lingüística o un gesto simbólico, sino también una declaración de respeto hacia una comunidad lingüística

El reconocimiento oficial del catalán podría tener ventajas prácticas para Europa. Podría favorecer la cooperación entre regiones de habla catalana y otras comunidades lingüísticas europeas, promover el diálogo intercultural y facilitar la integración de estas regiones en las instituciones europeas. No podemos permitir que ninguna lengua sea ignorada o menospreciada. Es hora de dar un paso adelante hacia una Europa más inclusiva y respetuosa con sus diversas identidades lingüísticas, y eso incluye el reconocimiento oficial del catalán. Llegados a este punto, creo que ha quedado bastante claro (o mejor dicho: nos han dejado bastante claro) y se ha demostrado (y hay que leer estas dos líneas finales con un tono muy y muy lirista) que Europa no nos mira. Bueno, ¡que ni nos mira ni nos tiene en cuenta ni nada de nada!