La gran cita del libro en catalán, la Setmana del Llibre en Català, estará presente en la avenida de la Catedral, del 2 hasta el 11 de septiembre. Este año vuelve a celebrarse en la plaza de la Catedral, que se consolida como el espacio de este acontecimiento tras pasar por diferentes recintos. La Setmana pretende ser un espacio abierto de exposición, donde cualquiera pueda ir a mirar libros, o incluso donde se puede captar a aquella persona que pasea por el centro y no tenía perspectivas de comprar ningún libro. Pero, al mismo tiempo, pretende ser un sitio de encuentro de los lectores, con actividades diversas.

Mamen Duch presenta uno de sus libros infantiles. Fotografía: Setmana del Llibre en Català.

La consolidación

Es el cuarto año seguido que la Setmana se instala en la plaza de la Catedral. Incluso este año se ha adecuado la decoración de las casetas, y las coberturas que las unen, para hacerlas combinar estéticamente con el techo del mercado de Santa Caterina (se consolida la idea, pues, de quedarse aquí, aunque el Ajuntament todavía da vueltas a encontrarle un nuevo emplazamiento). Parece ser que la Setmana ha conseguido ganarse al público en este espacio; y también aumenta el número de expositores. Ya hay 150 (de los cuales 133 editores): nunca había habido tantos como este año. Entre todos, sumarán 4 kilómetros de estanterías dedicadas al libro en catalán. Y la recaudación en los últimos años ha evolucionado positivamente, pese a la crisis: el año pasado se recaudaron 304.000 euros, un 26% más que el 2014. La Setmana funciona también como el espacio de presentación de las novedades de otoño del mercado editorial en catalán. Y por lo tanto acoge también numerosas presentaciones, pero también sesiones de firmas, como una especie de segundo Sant Jordi. Entre las muchas novedades que se presentan este año, se podrían citar Si no puc volar, d'Estel Solé; Un ocà de memària, de Sebastià Benassar, la nueva edición de Cavalls salvatges, de Jordi Cussà... Pero incluso hay firmas de libros publicados hace meses, como las Confessions d'un culé defectuós, de Sergi Pàmies, o Jambalaia, de Albert Forns.

Un modelo no muy claro

La semana del libro en catalán no tiene muy claro cuál es su modelo: entre una simple exposición, un festival literario, un espacio de promoción... El día de la apertura unas pobres actrices se esforzaban en un espectáculo humorístico con tonos eróticos ante un montón de sillas vacías, sin ningún espectador. Algunos de los autores que van a firmar acaban encontrándose a solas con su editor. El hecho de pasar de un espacio cerrado (como las Drassanes) a uno abierto permite llegar a públicos que difícilmente irían a un recinto cerrado. Pero al mismo tiempo este espacio abierto complica las actividades de formato más cerrado, como las presentaciones de libros. La Setmana intenta llenar un gran programa, que incluye figuras de animación, talleres, conciertos, lecturas, itinerarios literarios, cuenta-cuentos, lecturas poéticas, noches temáticas... Incluso se otorga un premio a aquellas personas que en su trayectoria vital hayan colaborado con la edición en catalán; este año ha recaído en la traductora Anna Cassasas. Quizás un programa demasiado amplio en lo que las actividades realmente relevantes destacan poco y quedan diluidas en un magma de actividades poco definido, en el que no está claro qué está dirigido a quién.

Mucho más que una gran librería

Una de las mayores virtudes de la Setmana del Llibre es que ofrece una perspectiva bastante completa de lo que es la edición en catalán, una edición que está muy fragmentada entre un gran número de pequeños editores, ediciones institucionales, publicaciones casi artesanales e inmensos conglomerados editoriales. En la Setmana se encuentran muchos libros que son difíciles de encontrar en la mayoría de establecimientos comerciales. Y eso se hace evidente en las ventas: en 2015 se vendieron 20.500 ejemplares de libros y revistas, que se correspondían a 11.200 títulos diferentes. Este alto número de títulos evidencia que los lectores no buscan en la Setmana los libros prototípicos, sino que optan por obras desconocidas o difíciles de encontrar.

Lo que no está en las mesas de las librerías

En la Setmana encontramos muchos libros de fuera de Barcelona, que a menudo no llegan a las librerías de la capital. Hay una importante representación de editores valencianos: Bromera (con las novelas negras de Pierre Lemaitre), 3 y 4 (con una excelente colección de poesía), las publicaciones sobre Castelló y las Terres de l'Ebre de Onada, o las magníficas obras infantiles de Edicions del Bullent. Gracias a la Setmana, mucha gente podrá enterarse de que en catalán hay muchas editoriales que publican libros muy interesantes de poesía (como las excelentes ediciones de La Breu o de Cafè Central), religión (Fragmenta), filosofía (Arcadia), ensayos políticos (Saldonar), clásicos (Barcino), fotografías antiguas (Efadós)... Por no hablar de la gran diversidad de editoriales consagradas al libro infantil y juvenil: Símbol, Takatuka, Ekaré, Thule, Kalandraka, Mas Casablanca... E incluso en la Fira hay editores que no venden en las librerías, como los que publican el cómic de Supercatalà. Diari d'un català emprenyat, que ya está en su tercera entrega.

El eterno problema de la distribución

Un paseo por la Setmana del Llibre en Català nos lleva, inevitablemente, a uno de los eternos problemas del mercado del libro español y, especialmente, del catalán. La edición del libro en catalán disfruta de más vitalidad que el mercado del libro en catalán. Buena parte de la producción de libro en catalán no encuentra salida en las librerías, pese a su calidad. Los libreros se quejan de que el alto número de novedades les impide promoverlas adecuadamente. Al fin, buena parte de lo que se edita no llega a ser conocido. La tendencia global, en el mercado catalán, es que las grandes ventas se concentran, sólo, en un pequeño número de libros. Ni siquiera los nuevos canales de distribución por internet cambian esta tendencia.

Visita indispensable

La Setmana del Llibre en Català es un acontecimiento imprescindible para aquellos que aman los libros, porque constituye una ocasión única de conocer lo que se publica en nuestro país y que a veces tiene dificultades para llegar a impactar en el mercado. En la Setmana se puede observar la gran vitalidad de la edición en catalán y se pueden conocer y comprar obras que difícilmente uno podría sospechar que se editan en catalán. En este escaparate podemos encontrar lo mejor del libro en catalán. Pasar por la avenida de la Catedral es acceder a una nueva visión, mucho más rica y plural, del libro en catalán.