El primero que convendría decir de este nuevo Perry Mason estrenado en HBO es que tiene poco que ver con el abogado de la serie emitida durante 1957 y 1966 o con los posteriores telefilmes producidos a partir de 1985, y que en nuestra casa popularizaron TV3. Resultan familiares los nombres de los personajes y hay algún guiño en la fuente de inspiración, pero nos encontramos ante una reinvención de su protagonista que juega a dos bandas. En una, apuesta por una relectura del noir clásico, tanto en la narrativa como en la estética,en la otra nos presenta a un hombre errático y lleno de heridas abiertas muy propio de nuestro tiempo.

Este Perry Mason no es el defensor de la ley íntegro y fuertes principios éticos que tan bien encarnó a Raymond Burr, sino un ser en busca de brújula moral en una sociedad corrupta y deshumanizada. Sólo hay que ver el caso en que trabaja: el secuestro y asesinato de un bebé, expuesto con todo lujo de detalles escabrosos y un componente sexual que no se hubiera asomado ni por insinuación en la serie original. En este sentido, no podían haber escogido a un actor más adecuado que Matthew Rhys para interpretarlo, porque el protagonista de The Americans tiene el carisma y la ambivalencia imprescindibles para hacerlo creíble. Funciona como investigador desgarbado y traumatizado de los años 30, pero también serviría como demiurgo de un thriller ambientado al siglo XXI. Asumiendo que es una precuela que quiere explorar los orígenes del personaje, falta ver si el recorrido de esta serie de ocho episodios nos acaba trayendo el Perry Mason del imaginario colectivo o, por el contrario, decide romper a pesar de refundarlo de arriba abajo.

Perry Mason HBO

Perry Mason Foto: HBO

Las diferencias en el tono y el contenido con respecto al original son tan acusadas que, efectivamente, podría haber llevado otro título y no habríamos notado la diferencia. Pero también es cierto que ya tocaba ver un reboot de un icono televisivo que no se deja llevar por el factor nostálgico y la saca de su zona de confort. Era muy fácil recuperar a Mason para una serie de juicios más tradicional, de las de caso por episodio y relación chispeante con su compañera de fatigas. Pero en lugar de eso se nota que sus responsables han considerado que la modernización de un personaje como este sólo era factible si se lo alejaba de un canon que ya es prácticamente testimonial en la televisión actual. Por eso lo envuelven en esta aureola de "noir" clásico que bascula entre el cliché de género y su subversión. Hay escenas que parecen extraídas de una película de los años 40 y de otros que transpiran una singular atemporalidad. Hay momentos llenos de sutilezas y también unos desarmantes estallidos de violencia. Al fin y al cabo, funciona con una precisión casi milimétrica y quizás este Perry Mason no nos evoca aquella serie en que jugábamos a adivinar quién había cometido el crimen, pero vive en un mundo que se parece mucho más al nuestro.