El cómic a menudo se ha considerado como una simple herramienta de evasión. Pero en realidad, este género es mucho más que eso, y lo demuestra el hecho que ha reaccionado con celeridad a la crisis y a los movimientos sociales de los últimos años. Numerosos títulos denuncian los desahucios, el paro, los recortes, la emigración forzosa... El Salón del Cómic ha querido hacerse eco de este dibujo militante con una exposición: "Novelas gráficas comprometidas", que se presenta en la misma Fira de Montjuïc durante estos días.

La exposición

La muestra se organiza en siete apartados: el movimiento de los indignados, la corrupción, la emigración y el racismo, los desahucios, la cooperación y la solidaridad, los problemas de la gente mayor, la indigencia y la marginalidad. Cada uno de estos apartados es prologado por gente vinculada a ONG y movimientos sociales, como SOS Racismo, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, la Fundació Arrels, Oxfam Intermón y la CUP. Entre los dibujantes presentes en la muestra hay autores ya muy veteranos, que desde hace tiempo se habían identificado con los movimientos sociales, como Azagra, y otros jóvenes que recientemente se han incorporado al cómic social y que en sus obras exponen los problemas actuales de la juventud.

'El mundo a tus pies'

No es casualidad que diversos de los libros nominados al premio al mejor cómic de autor español tengan un fuerte contenido social. Es el caso de El mundo a tus pies, de Nadar (el castellonense Pep Domingo), quien también es candidato al premio a mejor autor revelación. Este cómic está compuesto por tres historias independientes, que conjuntamente constituyen la crónica de una generación, el de la gente que ahora tiene treinta años, que esperaba tenerlo todo hecho, y que se verán condenados a trabajos precarios, emigraciones forzosas e hipotecas impagadas.

Sin casa

El drama de los desahucios no ha pasado desapercibido para los ilustradores. Recientemente se ha publicado Aquí vivió, de Isaac Rosa y Cristina Bueno, una novela gráfica sobre el drama que supone la pérdida de la casa. En el Salón también se ha nominado al premio al mejor cómic de autor español un libro de Jorge Carrión, Barcelona, los vagabundos de la chatarra, que expone el drama de los sin techo. Es un álbum que combina imágenes muy realistas de la ciudad, con las vivencias de aquellas personas que sobreviven en sus calles. 

Estafas y corrupción

Las publicaciones que abordan el tema de la corrupción son muy numerosas. Entre las que tienen más éxito de crítica se cuenta Presas fáciles, de Miguelanxo Prado, en la que se expone la historia de una venganza de unos jubilados afectados por la estafa de las preferentes. Manel Capdevila, en sus viñetas en la prensa periódica y en sus cómics, denuncia sin cesar la corrupción, y los efectos de la crisis sobre los más desfavorecidos. Santiago García, uno de los autores más premiados de los últimos años, ha publicado ¡García!, una historia de superhéroes ubicada en España, en el momento en que los dos partidos mayoritarios, ahogados por la corrupción, se alían para frenar el ascenso de otras fuerzas sociales.

La historia olvidada

Hay numerosos cómics que abordan temas históricos que habían sido censurados durante mucho tiempo. Hay los que vuelven a la guerra civil, como El Faro, de Paco Roca, autor emblemático, que también retrató a los republicanos españoles que lucharon en la II Guerra Mundial en Los surcos del azar. Jaime Martín aprovecha los diarios de su padre para dibujar Las guerras silenciosas, un álbum sobre la guerra de Ifni: un conflicto escondido por la censura que causó muchas bajas entre los soldados españoles allí enviados. Y Alfonso Zapico, otro de los candidatos al premio al cómic de mejor autor español, rememora la revuelta de Asturias de 1934 a La balada del Norte.

El precedente de Bruguera

En 1947 a la revista Pulgarcito apareció un personaje del dibujante Escobar, Carpanta, que desenmascaraba los problemas de la posguerra: se trataba de un sin techo que se pasaba el día buscando comida y nunca lo conseguía. Los TBO (como se llamaban en la época), nunca dejaron de tener uno claro contenido social. El régimen intentaba convencer la juventud con Flechas y Pelayos (un cómic sobre los jóvenes falangistas), Roberto Alcázar y Pedrín (el detective estrella del franquismo); y El guerrero del antifaz (el superhéroe hispano por excelencia); pero muy pronto los cómics menos propagandísticos fueron ganándoles la partida. La factoría Bruguera se convirtió en un emblema del TBO de éxito con un trasfondo social. Su apariencia infantil les permitió esquivar la censura. El cómic de Bruguera, muy realista, estaba lleno de personajes con dificultades económicas e incapacidades profesionales. Incluso incorporó a un personaje emblemático de la época: Vázquez, que siempre estafaba a todo el mundo. Y ya en la transición apareció un personaje que hacía frente abiertamente, todo y que con poca fortuna, a los superhéroes, pero también a problemas sociales: Super Llopis (Super López).

Mortadel·lo i Filemó

Los personajes estrella de Ibáñez no están aislados problemas sociales. De hecho, su organización, la TIA representa la incompetencia de las organizaciones españolas del franquismo. El triunfalismo del "desarrollismo" queda aplastado por los personajes de Ibáñez, que retrataban una España marcada por la mediocridad, la pobreza, las necesidades... La TIA ridiculizaba a los servicios secretos españoles, pero el profesor Bacterio reflejaba el pésimo nivel de la ciencia local. En los últimos años, Mortadelo se ha hecho más combativo y ha ido acercándose a referentes todavía más concretos, como en El tesorero, dedicado a los papeles de Bárcenas.

13, Rue del Percebe

En 13 Rue del Percebe, el cómic recuperado últimamente, Ibáñez ironizaba magistralmente sobre algunos de los problemas de la España de la época. El desastre de la tecnología es omnipresente en el ascensor, y la falta de profesionalidad es patente en el veterinario, un auténtico desastre. El problema de la vivienda es patente en el personaje que vive en la alcantarilla, y en la señora que tiene una pensión en que abusa sistemáticamente de los inquilinos. Y en la buhardilla vive otro personaje emblemático de la época, el "sablista". Curiosamente, ante una crítica tan contundente a la sociedad española, la censura sólo obligó a retirar a un personaje: el científico loco de que creaba monstruos. Decían que "sólo Dios puede dar la vida".