Ricky Gil es una figura esencial en la historia del pop y el rock en nuestro país. Cantante y bajista de los seminales Brighton 64, a lo largo de las décadas ha militado en una infinidad de bandas dejando un legado fonográfico inalcanzable en cantidad y calidad: Brigatones, Matamala, Top Models... Una carrera de larga recorrido que ahora amplía acompañado de otros clásicos, la banda de rock de garaje Biscuit, con que recientemente publicaba el álbum Artefacte sonors de l'underground català, disco de versiones de perlas ocultas del cancionero de figuras como Maria del Mar Bonet, Sisa, Pau Riba, Gato Pérez, Toti Soler e Ia & Batiste que ahora han ampliado con la aparición del EP Artefactes sonors revisats donde reinciden llevando a su terreno creaciones de Pep Laguarda, Ia & Batiste, Melodrama y Sisa. Las dos obras las presentarán este viernes 10 de mayo al Teatro del Casinet d'Hostafrancs dentro de la programación del festival BarnaSants.

En constante estado de creación, Gil también ha firmado el libro Qui toca aquesta nit? (Rosa dels Vents, 2024), personal biografía relatada a partir de los conciertos más impactantes a los cuales ha asistido a lo largo de los años. Y todo eso lo hace en su tiempo libre, porque su día a día lo ocupa trabajando como traductor al catalán y castellano de, entre otros autores, Patrick Radden Keefe, Abdulrazak Gurnah, David Walliams o Eve Fairbanks.

¿Cómo surgió la idea de hacer un disco de versiones de gemas ignotas del underground catalán?
En el local de ensayo, mientras preparábamos el repertorio para presentar en directo el disco anterior, IInfinites rutes invisibles. Incorporamos la versión de Toti Soler Hi ha gent, y enseguida empezamos a buscar canciones de aquel marco temporal y geográfico: la música catalana de los 60 y 70 en su vertiente más blues-rock o psicodélico. Hemos grabado algunas que conozco y amo desde que era preadolescente, como la de Sisa o la de los Melodrama, sin embargo, en cambio, hay otras que no había escuchado nunca antes de empezar la investigación.

¿Cuál de ellas os ha sorprendido más?
¡Todas! Quizás, por su belleza extrema, Al matí just a trenc d’alba de Pau Riba, Una paüra de Pep Laguarda i Jo em donaria a qui em volgués de Maria del Mar Bonet.

Ceñirse eternamente a un mismo estereotipo es muy aburrido y hago lo que puedo para alejarme de vez en cuando

Riba, Laguarda, Bonet...  Algunos de los artistas de los cuales os habéis apropiado quedan, a priori, lejos de las referencias habituales de un icono mod y un grupo de garaje.
Ceñirse eternamente a un mismo estereotipo es muy aburrido y hago los que puedo para alejarme de vez en cuando, sobre todo con el proyecto que tengo con Biscuit. De todos modos, los mods que conozco y aprecio también se sienten representados por este repertorio.

¿Cómo ha cambiado el underground catalán de los 60 acá?
En los 60 había una gran creatividad, con gente muy joven que rompía esquemas musicales sin muchas manías. A nosotros nos pasó una cosa parecida cuando empezamos en los años 80. No soy un gran especialista en underground catalán del 2024, mejor que lo preguntes a algún experto, pero sí que veo una cierta repetición de esquemas en los grupos que teóricamente podrían gustarme. Con respecto a las nuevas tendencias, creo que ya no tengo edad para juzgarlas ni para criticarlas.

Tanto en el elepé como en el EP, encontramos un abanico de colaboradores que vienen de escenas y épocas muy diversas, de Jordi Batiste a Joana Serrat, de Manel Joseph en Namina. ¿Cómo ha sido el proceso de grabación del disco? ¿La música es un lenguaje transgeneracional?
Sí, ha sido genial trabajar con músicos más mayores que nosotros y también con músicos más jóvenes, como Joana o Namina. Aprendo de todos ellos y les estaré siempre agradecido por haber participado con tanto entusiasmo.

En los 60 había una gran creatividad, con gente muy joven que rompía esquemas musicales sin muchas manías

Con dos LP seguidos, la dupla creativa Ricky Gil + Biscuit se está afirmando. ¿Qué será lo siguiente?
Hay proyectos a la vista que todavía tardarán en concretarse. Ahora mismo, lo que me apetece más es consolidar el repertorio de directo y ofrecer conciertos que dejen a todo el mundo contento, tanto al público como a nosotros mismos. Me siento muy bien acompañado y quiero disfrutar de esta sensación.

¿Siguiendo con esta hiperactividad, recientemente también has publicado el libro Qui toca aquesta nit?.
La editorial me preguntó si tenía alguna idea para escribir un libro y les dije que no, pero que pensaría. Poco después se me encendió la lucecita y todos tuvimos claro que podía funcionar.

Años atrás Nick Hornby publicó el libro 31 Songs, que parte de una idea similar a la tuya: trazar una biografía personal, pero en su caso a través de las canciones que lo han marcado. Posteriormente, en nuestro país, gente como Lluís Gavaldà o Kiko Amat publicaron libros parecidos. ¿Han sido influencia o referencia a la hora de escribir tu libro?
No he leído el libro de Nick Hornby ni el de Lluís Gavaldà, pero Mil violines de Kiko Amat sí que fue una referencia. En cualquier caso, la estructura del libro, el hecho de ir explicando conciertos de forma cronológica, la saqué de No hay entradas, un libro muy recomendable que hace pocos años publicó Alfred Crespo sobre sus experiencias como promotor.

ricky gil
Ricky Gil, restaurador de clásicos ocultos de nuestro underground / Foto: Julián Vázquez

¿Cómo hiciste la elección de los conciertos de que hablas, porque son todos los que están, pero no están todos los que son?
Había varios parámetros. Algunos los tenía muy claros, sobre todo los que vi cuando era muy joven: Ramones, Clash, Bob Dylan, Rolling Stones, Chuck Berry, Bo Diddley, etc... Quería combinar nombres muy conocidos, artistas mundialmente famosos, con grupos prácticamente desconocidos, pero que en mi opinión merecen el máximo reconocimiento. También quería hablar de las salas de Barcelona que han sido importantes para mí y para la ciudad: Zeleste, Studio 54, Apolo, Sidecar, Palau d'Esports... También era importante que salieran conciertos que he visto en otros países y ciudades, porque la experiencia cambia totalmente cuando te encuentras fuera de tu entorno. Y finalmente, quería reflejar una cierta variedad estilística, siempre dentro de los estilos que más me gustan.

Se acostumbra a decir que un escritor, antes de escribir tiene que haber leído mucho. ¿Para un músico es importante ir a ver otros grupos para enriquecer o mejorar su propuesta?
Para mí es muy importante, pero creo que no es una cosa que comparta todo el mundo. Conozco docenas de músicos a los cuales no me he encontrado nunca en un concierto, y también hay los que solo van a ver a sus amigos o la gente de su cuerda. Hay muy poca generosidad en este aspecto, como mínimo en nuestro país.

¿A qué artista o grupo no has conseguido ver nunca en directo?
The Jam es el grupo que más me habría gustado ver, pero se separaron cuando yo tenía diecisiete años sin haber tocado nunca a Catalunya y, por lo tanto, me quedé con las ganas. Después hay algunos que me losperdí miserablemente por razones diversas (o bien era demasiado pequeño, o bien estaba tocando en otro lugar, o bien simplemente decidí quedarme en casa). Entre estos podría citar Bob Marley, Housemartins, Rufus Thomas, Nirvana, Booker T. & the MGs, Carl Perkins...

Desde que vi en directo a Kate Tempest en la sala Apolo nada me ha sorprendido

¿Por qué te gusta tanto ir de concierto?
No sé por qué me gusta tanto. Supongo que el libro es la respuesta a esta pregunta. Sigo yendo a conciertos, pero menos que en otros momentos de mi vida. Ahora la experiencia es muy diferente, no la disfruto tanto, ni mucho menos.

¿Cuál ha sido el último grupo o artista que te ha sorprendido en directo?
Kate Tempest en la sala Apolo, hace un par de años. Desde aquel día, nada de lo que he visto me ha sorprendido. La sensación de dejà vu es constante.

El subtítulo es Una historia de rock en 64 conciertos. ¿Más allá de lo personal, también ha sido un intento de eso, de escribir una particular historia del rock?
El subtítulo, sí, era una manera de decir que este libro no es simplemente una sucesión de crónicas de conciertos. Es la historia del rock, muy subjetiva, a través de los artistas que he tenido la suerte de ver en directo.

¿Porque, tú que lo descubriste cuando era el sonido imperante, qué papel crees que juega el rock en la sociedad actual? Parece que haya perdido su componente más rebelde para convertirse, en algunos casos, en un género... conservador
Es un género envejecido, eso está clarísimo. Pero el rock siempre será lo que cada uno quiera que sea. Para mí el rock es un concierto de The Sadies delante de 100 personas, no el Knockin On Heaven's Door de Guns N' Roses sonando por Rock FM.

Más allá de músico y escritor, seguramente lo que te ocupa más horas del día es tu trabajo como traductor.
Me gano la vida como traductor y me gusta mucho mi trabajo. Hay algunos encargos más interesantes que otros, pero los afronto todos con la intención de que queden tan bien como sea posible.

Cuando traduces varios libros de un mismo autor, como me ha pasado con Patrick Radden Keefe o con David Walliams, los acabas conociendo más bien que cuando eres un simple lector. Es una sensación especial

¿Cómo es la relación de un traductor con el autor que traduce?
Cuando traduces varios libros de un mismo autor, como me ha pasado con Patrick Radden Keefe o con David Walliams, los acabas conociendo más bien que cuando eres un simple lector. Es una sensación especial, y supongo que los autores también son conscientes de que hay ciertas personas en otros países (los editores, los traductores, los correctores) que los conocen más íntimamente, como escritores, que nadie más.

¿Cuál es el libro con que has disfrutado más traduciéndolo?
Cualquier libro que hable sobre música es un regalo para mí, y he tenido la suerte de traducir unos cuantos. El libro Revolución en la mente de Ian MacDonald, que analiza todas las canciones de los Beatles, es un buen ejemplo. (Por cierto, está descatalogado y se ofrecen pequeñas fortunas por una copia!). Dicho esto, es mucho más fácil traducir un buen escritor que un mal escritor.