Cabellera larga y barba profusa de una tonalidad blanco nuclear, tiene pinta ser un gurú yogui (de hecho, en parte lo es: practica la meditación trascendental y es vegano radical), o de un leñador de Alaska que hace décadas que no ha tenido ningún tipo de contacto con el resto de la humanidad, más que no de una de las figuras más esenciales de la historia de la música pop. Con todo, el productor Rick Rubin es el responsable de algunos de los discos más emblemáticos publicados las últimas cuatro décadas.

Él fue el responsable de los primeros trabajos de Beastie Boys y Run DMC, sacando el hip hop del gueto para llevarlo a la gran audiencia. Desde entonces ha ido perfilando una nómina de clientes más extensa que la guía telefónica de Nueva Delhi, incluyendo nombres tan relevantes como Red Hot Chili Peppers, Tom Petty and the Heartbreakers, Rage Against the Machine, Shakira, Jay-Z, Metallica, Eminem, Lady Gaga, Ed Sheeran, The Strokes... Hoja de servicios donde destaca muy especialmente la serie American Recordings de Johnny Cash, obteniendo del hombre de negro algunas de sus mejores grabaciones nunca. Escuchar la versión que Cash hizo del Hurt de Nine Inch Nails bajo la supervisión de Rubin es una de las experiencias más conmovedoras que alguien puede vivir con unos auriculares bien ajustados en sus pabellones auditivos.

Un genio atípico: dicen que su método consiste en presentarse en el estudio de grabación, echarse en el sofá, escuchar lo que el grupo o el artista de turno esté perpetrando, meditar, dar cuatro consejos y marcharse, que ahora revela su filosofía vital y profesional en L'acte creatiu: una manera de ser, que acaba de publicar en catalán con traducción de Martí Sales, Libros del Kultrum (ovación sonora para ellos por aventurarse a editar en nuestra lengua una obra como esta).

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Portada de El acto creativo de Rick Rubin

Cuando lo que es sorprendente se convierte en inevitable

"Me propuse a mí mismo escribir un libro sobre cómo crear una gran obra de arte y, en lugar de eso, se reveló como un libro sobre el ser y la manera de ser", confesa Rubin sobre su texto, un enriquecedor compendio de consejos para explotar nuestro yo más creativo. Y es que si los grandes productores musicales, y Rubin figura en el top 10 de arquitectos sonoros (la revista Time lo llegó a incluir a su lista de los 100 personajes más influyentes del mundo) suelen ser reconocidos por un sonido único que solo ellos son capaces de conseguir, Rick es conocido por eso, pero también para saber crear un espacio donde artistas de diferentes géneros y tradiciones se reencuentran con su propia identidad y con aquello que realmente tienen que ofrecer al mundo. Rubin ha convertido en una práctica su impulso de ayudar a las personas para que trasciendan expectativas autoimpuestas y reconecten con un estado de inocencia en que lo que es sorprendente se convierte en inevitable.

Todo hace hedor de manual de autoayuda de la sección de libros del Carrefour. No os asustéis, El acto creativo: una manera de ser es el revelador manual de un sabio descubriéndonos sus secretos

A lo largo de los años, Rubin ha pensado mucho en el origen de la creatividad: de dónde proviene y de dónde no, y ha aprendido que ser artista no depende tanto de un resultado en concreto, sino de cómo se relacionan con el mundo. La creatividad tiene un lugar en la vida de todas las personas y todos podemos hacer este espacio más amplio. De hecho, hay pocas responsabilidades humanas que sean más importantes que esta. Sí, sé que todo hace hedor de manual de autoayuda de la sección de libros del Carrefour. No os asustéis, L'acte creatiu: una manera de ser es el revelador manual de un sabio descubriéndonos sus secretos.