Barcelona, 25 de abril de 1901. Hace 124 años. Bartomeu Robert, Enric Prat de la Riba, Francesc Cambó y un grupo de notables de la vida política y económica catalanas fundaban la Lliga Regionalista, el primer partido de obediencia catalana que ganaría unas elecciones y que ejercería responsabilidades de gobierno. La creación de la Liga Regionalista era la respuesta del catalanismo conservador —de raíz socioideológica carlista— a la crisis provocada por la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas (1898) y a la posterior persecución fiscal del Gobierno al tejido productivo catalán provocada por aquella pérdida (1899).
La Lliga Regionalista
La Lliga Regionalista sería una formación política que se fijaría el objetivo de la restauración institucional y adaptación a la modernidad del régimen foral perdido en 1714. Pero, a diferencia de otras formaciones políticas catalanistas que lo habían precedido, era un partido con una marcada ideología conservadora y monárquica. Y, sin embargo, los poderes fácticos españoles —en estado de choque por la pérdida humillante de las últimas colonias de ultramar (1898)—, la contemplarían como una seria amenaza a la unidad de España y le declararían una guerra sin cuartel que explica quién, cuándo y con qué propósito se fabricó la idea de que el catalán es la lengua de los burgueses y el castellano la de los obreros.

La compactación de la sociedad catalana
Para empezar a dar respuesta a la pregunta que formula el título de la pieza, tenemos que retroceder un par de años a la creación de la Liga Regionalista. Durante la primavera y el verano de 1899 —meses después de la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas—, la prensa catalana reveló que el gobierno del conservador Silvela, a través de su ministro de Hacienda Fernández Villaverde estaba gravando el tejido productivo catalán con unos tipos impositivos muy superiores a los de Madrid o Andalucía. Aquella crisis culminaría con una insumisión fiscal que se llamaría Cierre de Cajas (octubre, 1899) y con la primera gran manifestación unitaria de la historia de Catalunya.
La primera gran manifestación
El 20 de octubre de 1899, el Saló de Sant Joan de Barcelona (actualmente paseo Lluís Companys) acogía una manifestación de más de 100.000 personas (la capital catalana tenía 500.000 habitantes) que, bajo la bandera del catalanismo político, reuniría a los patrones y los obreros del tejido productivo catalán, interpelados por una misma causa: la política discriminatoria de España que ponía en riesgo el presente y el futuro del aparato productivo y de la sociedad catalanas. El poder español, representado por la casta madrileña (corona, funcionariado, ejército, banqueros, terratenientes y prensa cautiva) lo interpretaría como un "desafío separatista".

La reacción del poder español
Durante los dos años posteriores (1899-1901), el Estado español desplegaría una intensa represión (inspecciones punitivas, embargos, incautaciones, encarcelamientos, suspensión de garantías constitucionales) que abortaría la insumisión fiscal pero que, inevitablemente, ensancharía la grieta entre la sociedad catalana (patrones y trabajadores) y el poder español (la casta madrileña). La creación de la Lliga se produciría en aquel contexto de crisis y la reacción del poder español, también. El poder español (la casta extractiva madrileña) reclutaría a un antiguo desertor del ejército español y le asignaría la misión de dividir y enfrentar a la sociedad catalana.
Lerroux, un activo al servicio del poder español
Este antiguo desertor era un personaje con un pasado oscuro, que había sido recluido durante una temporada en un penal militar, que se había beneficiado de una amnistía general, y que era conocido con el nombre de Alejandro Lerroux. Mientras se gestaban la fundación de la Lliga y las elecciones generales de 1901, el poder español reclutó y colocó a Lerroux en Barcelona y financió la promoción de su figura a través del llamado "fondo de reptiles", un depósito opaco —que los gobiernos europeos de la época utilizaban de forma recurrente— destinado al sostén de los activos reclutados, a la compra de voluntades, a los sobornos y a la fabricación de corrientes de opinión.

Divide et impera
El objetivo era clarísimo: dividir a la sociedad catalana (que se había compactado y se había convertido en una amenaza al poder español), con el propósito de alejar a los obreros catalanes de los postulados catalanistas de la Liga Regionalista y acercarlos al españolismo republicano y socialista. Esta maniobra revela que el pensamiento que resume la cita "antes roja que rota" que, tres décadas más tarde, pronunciaría el dirigente nacionalista español José Calvo Sotelo (1935), ya formaba parte de la estrategia del poder español a principios del siglo XX, durante la crisis que, interpretaban, como la continuidad del proceso de desintegración de España iniciado con la pérdida de Cuba.
Lerroux, caballo de Troya del poder español
En este contexto, Lerroux jugaría todas las cartas a su alcance. Consciente del prestigio social de los dirigentes de la Lliga, sobre todo del doctor Robert (alcalde de Barcelona durante la crisis del Cierre de Cajas y cesado por el gobierno de Madrid por dar apoyo a la insumisión fiscal), crearía y alimentaría —con argumentos rabiosamente populistas— una corriente de opinión que asociaba a la burguesía catalana con el catalanismo político y con la defensa de la cultura y de la lengua catalanas. Lerroux, a través de las páginas de "La Publicidad", sería el creador de la falsa idea de que el catalán era la lengua de la burguesía y, por oposición, el castellano tenía que ser la lengua de las clases obreras.

El caballo de Troya lerrouxista se encalla en la puerta de la muralla
Esta falsa idea no triunfó, porque la Catalunya de principios del siglo XX era, únicamente, catalanohablante. Pero, durante las posteriores décadas de 1910 y 1920, con la llegada de la primera inmigración castellanohablante (aragoneses y murcianos) y con la progresiva incorporación de la sociedad catalana al sistema de enseñanza español y, por lo tanto, al conocimiento del castellano, esta falsa idea calaría en algunas bolsas marginales de población. Pero estrictamente marginales, porque la anarquista CNT —la principal fuerza sindical obrera de la Catalunya de principios del siglo XX— y sus líderes —como el Noi del Sucre— conservarían su tradición catalanista.
Lerroux y la FAI, caballos de Troya del poder español
Lerroux aparece en Catalunya en un contexto de crisis (de amenaza, para el poder español) que impulsa la creación de la primera grande bastante política del catalanismo (Robert, 1901). Y, reveladoramente, la FAI, la Federación Anarquista Ibérica, desembarca en Catalunya poco después de la histórica restauración del autogobierno (Macià, 1931) y de caída del régimen monárquico borbónico (también, de amenaza para el poder español). La FAI, de personajes horriblemente siniestros como los terroristas Justo Bueno, José Pastor, Aurelio Fernández, Manuel Escorza, Durruti o Ascaso, fagocitaría la CNT y crearía unos misteriosos vasos comunicantes con la Falange Española.

Lerroux abandona Catalunya por Madrid, pero la FAI lo releva
Entre 1923 (golpe de Estado del rey Alfonso XIII y del general Primo de Rivera) y 1931 (caída del régimen borbónico y proclamación de la República), Lerroux, líder del Partido Republicano Radical, dio un curioso viraje ideológico hacia la derecha que, en las elecciones generales de 1933 (las segundas de la II República) lo acercaría a las involucionistas Confederación Española de Derechas Autónomas y Partido Agrario Español, le permitiría ganar los comicios y convertirse en presidente del gobierno. En Catalunya, el vacío que había dejado Lerroux lo llenaría la FAI, que tomaría el relevo y realimentaría la falsa idea de que el catalán era la lengua de la burguesía y el castellano el de las clases obreras.
La verdadera fisonomía de estos caballos de Troya
Lerroux cayó desde la cresta de su carrera política por la mayor crisis de corrupción de la República, el escándalo del Estraperlo (octubre, 1935). Y, durante los primeros meses de la Guerra Civil española (julio, 1936 – mayo, 1937), las Patrullas de Control de la FAI saquearían y asesinarían a más de 8.300 personas a la retaguardia republicana catalana, por su condición religiosa o por su ideología conservadora o independentista. La historia nos dice que los creadores y difusores de la falsa idea de que el catalán es la lengua de los burgueses y el castellano de obreros, con el objetivo de servir los intereses del poder español, fueron los corruptos Lerroux y los asesinos de la FAI.