En La carta robada, Edgar Allan Poe cuenta cómo un primer ministro ordena registrar a fondo la casa de un rival político que ha robado una carta que compromete gravemente al rey. La policía echa el resto: pincha metódicamente los muebles con agujas e incluso pasa el microscopio por las paredes. La batida no obtiene resultados. El rival amenaza. Desesperado, el ministro recurre al inspector Dupin. El policía echa un vistazo a la casa y de un portacartas vulgar, colgado en el vestíbulo, extrae uno de los papelotes allí guardados. Es una carta manoseada y anodina, manchada, casi rota, como sin valor. Es la carta robada. Los mejores policías no habían advertido que estaba ante sus narices.

Los diarios impresos de este jueves, tanto los de Madrid como los de Barcelona, han tratado como carta robada la misiva en que el president Puigdemont emplaza a Mariano Rajoy a abrir negociaciones para la convocatoria del referéndum. Todos decidieron apartarla de las portadas excepto El Punt Avui; El País, más o menos, lo da en un subtítulo, y La Razón, en un antetítulo al fondo de la página. Eso sí, todos informan de ello en alguna página interior.

Los matinales de las dos radios con más audiencia del país, RAC1 y Catalunya Ràdio, han abierto con la carta.

¿Qué interés tiene la portada impresa si las versiones de papel de los diarios cada vez pesan menos? Tienen mucho interés, pues mientras las portadas digitales se renuevan cada poco y se editan cinco, nueve, trece cada día, portadas de papel sólo se hace una. Dos, como mucho. Este carácter único explica el valor de la portada impresa como termómetro de qué interesa y qué no en cada cabecera. En la elección de portada se ve la línea editorial más que en los mismísimos editoriales.

Tantos días históricos

Se puede pensar que un documento como esta carta es difícil de obtener. Al contrario. No reclama un esfuerzo como el de la policía real de Poe. Hacia las seis y media del miércoles todas las redacciones tenían la carta. Además, el mismo Puigdemont fue entrevistado por Josep Cuní en el informativo de 8TV, hacia las 22, y habló en abundancia, de la carta. Tenían todo el tiempo del mundo para ponerla en portada pero decidieron dejarla fuera.

Se puede pensar que se trata de un documento cualquiera. Eso es opinable pero no tanto. Es verdad que el proceso ya ha perdido la cuenta de días históricos vividos y eso despista mucho, pero una carta así no se escribe cada día, ni cada mes. De hecho, es la primera que se escribe en estos términos. Es un hecho único en un asunto del que los medios hablamos por tierra, mar y aire desde hace años. El típico material de portada, vaya. Que después acabe ahí es otra cuestión.

Un acontecimiento parecido, quizá más potente por más insólito (nunca había pasado en 300 años), es la firma por el entonces presidente Artur Mas del decreto de convocatoria de la consulta del 9-N, el 27 de septiembre de 2014 (ya sabes, aquel que el Tribunal Constitucional anuló y acabó convirtiéndose en proceso participativo, etcétera). Estas son las portadas del día siguiente:

Se puede pensar que había otros acontecimientos mucho más importantes que la carta. Nadie es quién para decir a nadie, desde fuera, si tal cosa es más noticia que otra. Cada diario hace lo que mejor le parece con su línea editorial. Es el público el que compara y decide, porque los diarios de papel son también un plebiscito diario, valga la redundancia, en manos de los que los compran —o no—. Pues aquí van las portadas de este miércoles, con todos esos asuntos que son más que la carta de Puigdemont:

Se puede pensar que este artículo es una rabieta del autor o, Dios nos asista, de El Nacional. Pongamos que lo sea un poco, venga. ¿Y qué? Aunque lo fuera por completo y aún peor no cambiaría los hechos en nada: los diarios desterraron, descartaron, apartaron —llámalo B— de su portada un acontecimiento que es un hito en el procés. Son muy dueños y muy libres, sólo faltaría. Tendrían buenos motivos para hacerlo.