Torrocella (condado carolingio de Empúries, actualmente Torroella de Montgrí, Baix Empordà), año 888. Hace 1.136 años. Un documento de la cancillería condal de Empúries relaciona una serie de pueblos de su jurisdicción. En aquella relación consta Torrocella, que en aquel catalán primigenio del siglo IX significa "torre pequeña". Es el documento más antiguo —conocido hasta la fecha— referido a Torroella de Montgrí. Pero, sobre todo, es uno de los primeros testimonios documentales del nombre de un arrabal, pueblo o ciudad en los condados carolingios de la mitad sur de la Marca de Gotia (es decir, de la futura Catalunya) que contiene el prefijo "torre-". Torroella de Montgrí no es el único caso. En Catalunya hay un mínimo de 30 despoblados, arrabales y pueblos con el prefijo "torre-". ¿Cuál es la causa que explica la presencia y la difusión de este prefijo "torre-"?
¿Qué era una torre antes del año 1000?
Cuando Torrocella es mencionada por primera vez —siglo IX—, una torre no es, únicamente, un elemento arquitectónico adosado a una muralla. En los condados catalanes de la época, las torres, generalmente, eran construcciones aisladas que tenían una doble función (defensiva y habitacional) y un doble uso (militar y civil). Para entender esta naturaleza, es importante destacar que los condados catalanes de los siglos VIII a X (la época carolingia) fueron una tierra de frontera y de conflicto. En el año 775, Carlomagno entraba en Elna. En 785, en Girona y en Empúries. Y en 801 en Barcelona. Pero durante los dos siglos siguientes, IX y X, aquel límite, con todo lo que representaba (inseguridad, conflicto, incertidumbre), se mantendría casi inalterable. En tiempo de Ramón Borrell, el primer conde independiente (987), el límite sur de los dominios de Barcelona estaba en el río Foix (Penedès).
¿Qué función hace la torre antes del año 1000?
Durante la centuria del 900, la frontera que separaría el mundo carolingio y el mundo andalusí sería una amplia franja de tierra de nadie, yerma, insegura y deshabitada, desde La Panadella hasta las cercanías de Lleida —en el oeste— y desde el río Foix hasta las puertas de Tortosa —en el sur—. Los actuales territorios del Penedès, de la Segarra, de las llanuras de Urgell y del Camp de Tarragona serían la "frontera". Pero serían, también, la tierra hacia donde se proyectaría la expansión de aquellos condados catalanes, todavía carolingios. Las empresas colonizadoras (radicación de población y explotación del medio) se articularían a partir de un elemento constructivo de nueva planta y de tipo defensivo: el castillo o la torre aislada. Y en aquellos condados catalanes carolingios, de recursos económicos limitados, la torre aislada sería el principal elemento arquitectónico de aquel proceso.
¿Cómo se expande la torre antes del año 1000?
Durante la centuria del 900, por toda Europa se produjo el arranque de un proceso que anticipaba la mal llamada revolución feudal. Durante este proceso, el estamento real sufrió una importante erosión de su poder: usurpación de bienes públicos (justicia, ejército, tributos) en manos de los barones territoriales. Estas dinámicas son básicas para entender la expansión de la "torre" en la zona de "frontera" catalana. En aquel proceso expansivo, los condes de Barcelona o de Urgell encargaban a un barón subordinado la colonización de un territorio de frontera. Eso implicaba que el barón, con sus propios recursos, construiría una torre y organizaría la ocupación, la repoblación, la explotación y la defensa del territorio. Y en contrapartida, sería el propietario de aquel latifundio y de todos los recursos que generaría aquella sociedad colonizadora (tributarios, militares, etc.).
Las torres de la marca
De esta forma, nos encontramos con que el prefijo "torre-" es más frecuente en la zona de expansión fronteriza de los siglos IX y X (las "marcas" al sur y al oeste del Llobregat), que en el territorio matriz (la Catalunya Vella). En las marcas meridionales, nos encontramos —por ejemplo— con Torrelles de Llobregat, Torrelles de Foix, Torredembarra, la Torre de Fontaubella, Torroja del Priorat o la Torre de l'Espanyol. Y en las marcas occidentales (coetáneamente denominadas marcas de Berga y de Mascançà), nos encontramos —por ejemplo— con Torroella de Baix, la Torre de Claramunt, Tarroja de Segarra, Torrefeta de Segarra, Torregrossa, Torrefarrera, Torre-serona, Torrebesses o Torres de Segre. En todos estos casos, el prefijo "torre-" indica que el origen del pueblo está relacionado con la existencia de una torre de organización, ocupación, repoblación, explotación y defensa del territorio.
La torre: la casa del barón feudal
La torre de colonización tuvo una importancia primordial en aquella etapa de formación y primera expansión de los condados catalanes (siglos VIII a XI). Tanto es así, que en aquella Catalunya primigenia, la torre de colonización adquiriría unas características y una denominación propias. La torre de colonización catalana sería, casi siempre, un elemento constructivo aislado, de planta circular y de puerta a media altura. Sería la casa del barón feudal que organizaba aquel nuevo territorio de colonización. Por lo tanto, sería el núcleo del poder y la piedra angular urbanística de aquellas sociedades pioneras. Un equivalente a las modernas casas consistoriales. Y en la Catalunya central y occidental, estas torres recibirían el nombre genérico de "manresanas". El pueblo de la Manresana (Segarra), por ejemplo, también formaría parte de la familia de los arrabales y pueblos con el prefijo "torre-".
La torre y su constructor
La mayoría de topónimos catalanes con el prefijo "torre-" también tienen un sufijo: un adjetivo calificativo pegado al prefijo, que, en muchas ocasiones, delata el nombre de aquel lejano barón territorial que organizó la colonización pionera del territorio. Así, por ejemplo, la etimología del topónimo Torredembarra (Tarragonès) nos explica que, originariamente, sería Torre d'en Barra o Torre d'en Barà (en este caso se referiría a un personaje que, muy probablemente, no era el primer conde carolingio de Barcelona). El topónimo de la Torre Pallaresa, un arrabal de Torre-serona (Segrià), nos explica que su constructor fue Arnau Mir de Pallars, un barón feudal subordinado a la casa condal de Urgell. O que la Torre de Claramunt (Anoia) fue edificada por los Claramunt, unos barones feudales subordinados a la casa condal de Barcelona.
La torre y su traza
En otros casos, el sufijo hace referencia a su remoto origen o a una característica arquitectónica. Así, por ejemplo, el topónimo Torroja (presente en la Segarra y en el Priorat) —una evolución de "Torre Roja"— indica el color de su piedra (¡o de su policromía originaria!). El topónimo Torrefeta (Segarra) —evolución de Torre Fracta (torre rota)— revela que se edificó sobre un edificio en ruinas de una época anterior, romanovisigótico (siglos I a VIII). O el topónimo Torregrossa (Pla d'Urgell) nos explica que fue construida, también, sobre los restos de un edificio anterior (de la época romanovisigótica y transformado durante la dominación andalusí, siglos I a X) y el resultado sería una "manresana" de un tamaño mayor que el habitual, lo contrario que las Torrocella (torre pequeña) de Montgrí, de Fluvià o de Baix —en la Catalunya Vella—.