Valencia, 12 de junio de 1415. Alfonso de Trastámara, que sería nombrado el Magnánimo; heredero del conde-rey Fernando I (el primer Trastámara en el trono de Barcelona) y su prima Maria de Trastámara-Lancaster; se casaban en la catedral. Después de aquellas bodas, la pareja situaría su residencia en Valencia; y de una manera o de otra, la conservaría siempre; incluso cuando, a la prematura muerte de Fernando I (1416), Alfonso tuvo que tomar el relevo de su padre en Barcelona. O, incluso, cuando Alfonso consume todas sus energías en las empresas militares mediterráneas (1437-1442). Aquella fidelidad a Valencia evidencia que la capital valenciana estaba adquiriendo una dimensión que iba mucho más allá de su histórica función. Valencia había iniciado el camino para relevar a Barcelona como capital económica y demográfica de la Corona catalana.

Vista de Valencia (siglo XVI). Fuente Wikimedia Commons

Vista de Valencia (siglo XVI). Fuente: Wikimedia Commons

La Peste Negra y la alimentación

La primera ola de la Peste Negra (1348-1351) —que azotó la práctica totalidad de Europa— castigó de la misma forma a Catalunya y al País Valencià. Los diversos estudios de aquel fenómeno confirman que la gran pandemia medieval afectó con el mismo rigor y con la misma intensidad a Catalunya y al País Valencià, con tasas de mortalidad entre un 33% y un 40%. Ahora bien, también es cierto que la recuperación fue más rápida en Valencia que en Barcelona. El profesor David Abulafia (de la Universidad de Cambridge) que ha estudiado ampliamente la Edad Media catalana; lo atribuye a la tradicional variedad de cultivos en los alrededores de Valencia; que tuvo efectos muy positivos en la dieta de los supervivientes y de su descendencia inmediata; y contribuyó a una recuperación demográfica (de fuerza de trabajo) más rápida.

La recuperación y eclosión valenciana

Aquella recuperación fue lenta, tanto en Barcelona como en Valencia, a causa de los rebrotes que, de forma recurrente, castigaron de nuevo los entornos urbanos hasta finales del siglo. Los pogromos de 1391 contra las juderías catalanas y valencianas —que fueron especialmente devastadores en Valencia y en Barcelona—, se gestaron y reventaron en un contexto, todavía, de resaca por los efectos de la Peste Negra. Sin embargo; en el momento que aquel escenario de duda queda superado, Valencia confirma su candidatura como nueva capital económica de la Corona. Y si bien es cierto que Barcelona toma la iniciativa con la construcción de la Llotja de Mar (concluida en 1392) y la creación de la Taula de Canvi (1401); también lo es que Valencia acogería una colonia más extensa y más activa de mercaderes extranjeros, que la catapultarían a liderar las rutas de navegación comercial.

Vista de Barcelona (siglo XVI). Fuente Cartoteca de Catalunya

Vista de Barcelona (siglo XVI). Fuente: Cartoteca de Catalunya

Pasas, higos, nueces y olivas... valencianas

Otra vez, la variedad de cultivos jugó a favor de Valencia en aquella carrera. El profesor Abulafia revela que, a finales del XIV, surgió un comercio de frutos hacia Flandes e Inglaterra. Las fuentes documentales revelan un intenso tráfico naval entre Valencia, Brujas y Londres; que exportaba pasas, higos, nuevos, olivas, vino... y cerámica fina; y que importaba lana en bruto inglesa y telas finas flamencas. Durante este periodo de pujanza (entre 1400 y 1450), Valencia se llenó de mercaderes toscanos, genoveses y venecianos; que establecían alianzas comerciales con los potentes armadores valencianos, propietarios de cocas preparadas para surcar las aguas atlánticas. Y se llenó de telares que transformaban la lana en bruto inglesa en trapos manufacturados valencianos que se comercializarían por todo el Mediterráneo.

Barcelona: la Biga y la Busca

Mientras eso pasaba (1400-1450); Barcelona en ningún caso era ajena a estas dinámicas. Ya hemos mencionado las iniciativas precedentes de la Llotja (un centro de negocios pionero en Europa) y de la Taula de Canvi (el primer banco público y el primer organismo regulador de la actividad bancaria de la historia). Incluso, la investigadora posdoctoral Maria Elisa Soldani (de la Universidad de Barcelona); ha inventariado la existencia de una treintena de potentes estirpes de comerciantes toscanos establecidas en Barcelona, con muy buena relación con sus socios catalanes, que vigorizaban el comercio catalán. Pero Barcelona vivía una etapa convulsa que, paradójicamente, era fruto de la recuperación: el conflicto que enfrentaba a las oligarquías patricias (el partido de la Biga) y los gremios (el partido de la Busca). Este conflicto tendría consecuencias muy negativas para Barcelona.

Representación de una coca mercante catalana. Fuente Museo Marítimo de Barcelona

Representación de una coca mercante catalana. Fuente: Museo Marítim de Barcelona

Barcelona y Nápoles

El largo conflicto de la Biga y la Busca (1425-1472); escenificado con los frecuentes y acusados "golpes de timón" de las autoridades municipales en función de qué partido gobernaba; generaría un paisaje de inseguridad jurídica que impulsaría un éxodo mercantil catalán hacia Nápoles; y catalán y toscano hacia Sevilla. En el año 1442, Nápoles había sido conquistado por el conde-rey Alfonso el Magnánimo, y los mercaderes barceloneses se dirigieron en masa para relevar a los genoveses y venecianos que habían sido expulsados después de la ocupación catalana. Nápoles y Barcelona se convirtieron en dos hermanas gemelas. Sin embargo, la fragmentación de aquella fuerza mercantil benefició a Valencia; que no tan solo no había expulsado a sus mercaderes, sino que —durante la etapa crítica de Barcelona—, había promovido el enraizamiento de los comerciantes extranjeros con la expedición de cartas de naturaleza.

Valencia, capital

A finales del siglo XV Valencia ya ejercía, plenamente, como capital económica y demográfica del Estado catalanoaragonés. Con 100.000 habitantes era la ciudad más poblada de la Corona (la seguían Nápoles, con 60.000, Barcelona, con 40.000, y Palma y Zaragoza, con 20.000). No en balde, el primer viaje colombino se fabricó en Valencia: en la casa de Luis de Santángel, banquero de Fernando el Católico; que, durante años, alojó a Colón y a Cabot, las dos principales figuras de la navegación de la época, y de a quién una parte de la investigación historiográfica apunta un origen valenciano. Y era, también, la ciudad más poblada de la península Ibérica (la seguían Sevilla, Lisboa y Granada con 75.000 habitantes). Durante aquella etapa, que se ha llamado "el siglo de oro valenciano", fue la capital mediterránea del azúcar, del textil, de la fruta y de la cerámica.

Vista de Nápoles. Tavola Strozzi (siglo XV). Fuente Museo Nazionale San Martino. Nápoles

Vista de Nápoles. Tavola Strozzi (siglo XV). Fuente: Museo Nazionale San Martino. Nápoles

¿Por qué Valencia no pudo mantener su posición?

Joan Fuster, figura bandera de la intelectualidad valenciana del siglo XX, proclamó que el resultado de la Revolución de las Germanías (1519-1522) marcó la evolución moderna y contemporánea de Valencia y del País Valencià. La derrota de los revolucionarios (las clases mercantiles, los gremios y el pequeño campesinado propietario) a manos de las oligarquías (la corona hispánica y la nobleza latifundista local); puso fin al sueño de una república valenciana, inspirada en las repúblicas mercantiles de la península italiana. La represión alcanzó una intensidad de tal magnitud que hundió y arruinó el País Valencià y convirtió la capital en una triste sombra de lo que había sido. A finales del siglo XVI, Barcelona, que ya recogía los frutos de la Revolución Remensa catalana, relevaba a Valencia en su condición de urbe principal de la Corona.