Cuarenta años después de su aparición, Pedra de tartera vuelve a ocupar un lugar central en la actualidad literaria con una edición ilustrada que renueva el interés por la historia de la Conxa y por el mundo rural del Pallars del siglo XX. Columna ha impulsado esta versión conmemorativa coincidiendo con el aniversario de una obra que ha superado los 500.000 ejemplares vendidos y que acumula ya una setentena de ediciones. La iniciativa busca no solo celebrar la trayectoria del libro, sino también facilitar nuevas puertas de entrada a una narración que continúa cautivando a lectores de diversas generaciones. Maria Barbal defiende que el libro ha perdurado gracias a su peso en “la memoria histórica”, y confía en que el nuevo formato ayude al público lector de novela gráfica “a interesarse por la historia y a hacerse cargo de qué representa una guerra y una posguerra a partir de una historia menuda de una familia”.

El debut que marcó una generación

Publicada en 1985, Pedra de tartera fue la primera novela de Maria Barbal, y desde el primer momento se convirtió en una obra de referencia. Relatada en primera persona, narra la vida de Conxa desde comienzos del siglo XX hasta los años sesenta, en un recorrido vital marcado por la pobreza, el desarraigo, la dependencia familiar y los grandes conflictos políticos: la llegada de la República, la Guerra Civil y el franquismo. El paso forzado del Pallars rural a la Barcelona urbana y la pérdida del marido en la guerra son algunos de los episodios más conmovedores de una memoria íntima que ha devenido colectiva.

Barbal describe hoy su criatura literaria como “una niña madurísima, que llega muy contenta al día de hoy”, y celebra poder revisitarla todavía con energía.

Dibujar el Pallars de 1915: una aventura documental

La nueva edición incorpora ilustraciones de Áurea López y el guion de I. L. Escudero, revisado por la propia Barbal. López explica que la dificultad principal fue reconstruir visualmente el Pallars de 1915: “No es lo mismo que 1915 en Barcelona”, apunta. La falta de fotografías del día a día la obligó a recurrir al Archivo Histórico del Pallars Jussà, donde a menudo no podían responder a todas sus consultas.

La ilustradora también destaca que su primera percepción de Concha era la de “una persona tierna”, y que el reto más complejo fue envejecerla de manera coherente. A pesar de trabajar sola, hacía preguntas puntuales a Maria Barbal cuando ni el texto ni la documentación podían resolver un detalle.