Geoplaneta presenta Atlas de países que no existen, de Nick Middleton, un libro sobre "50 estados no reconocidos y en gran medida inadvertidos". Se trata de un pequeño texto que no pretende ser un estudio en profundidad sobre nada, sino una simpática compilación de casos de territorios que han transitado entre la condición de Estado y de no Estado. De cada territorio se nos hace una breve explicación, mínima, sobre su historia y, además, el autor acostumbra a incorporar anécdotas pintorescas, algunas de ellas muy divertidas.

Catalunya

Este es un libro pensado para el público anglófono, editado el año pasado en inglés y traducido ahora al castellano. Una de las curiosidades, para el público catalán, es que incorpora a Catalunya. El texto, que pretende ser muy objetivo y equilibrado, parte del referéndum del 9-N para referirse al proceso. En el breve texto recuerda que Catalunya tiene "una lengua propia y una historia diferenciada que se remonta a la Edad Media", destaca el 6 de octubre de 1934 (cuándo ya se proclamó la República Catalana), informa sobre la represión franquista a la cultura catalana y concluye con referencias a los tiempos actuales, apuntando que "Muchos catalanes sienten que sólo serán autónomos después de alcanzar la independencia de España".

Pintorescos

Hay algunos territorios que entran dentro del libro a partir de iniciativas básicamente folclóricas. Como Sealand, una plataforma marítima situada cerca de la costa inglesa, que se proclama independiente. En 2007 los indios lakotas notificaron la rescisió unilateral de los acuerdos mediante los cuales se habían incorporado a Estados Unidos. Como es de suponer, Washington no les hizo ni caso. La diminuta isla de Redonda, en el Caribe, no tiene un rey: tiene nueve que se disputan la corona de este islote recubierto de excremento de pájaros. El pequeño archipiélago de Morac-Songhrati-Meads es reclamado por los descendientes de un capitán de la marina británica, por China, Taiwán, Vietnam, Filipinas y Malasia. Y hay incluso quien ha declarado independiente Elgaland-Vargaland, un Estado que estaría integrado por todas las fronteras entre naciones, los territorios digitales y "otros estados de conciencia", como "el estado de ensueño".

Y mucho más

Pero además de las iniciativas pintorescas, hay "casi Estados" que arrastran un serio conflicto social. Es el caso, por ejemplo, de la República Turca del Norte de Chipre, que provocó la división del país y un grave conflicto que todavía colea.China incorporó Tíbet a su territorio manu militari y provocó un exilio masivo. Abjasia se mantiene separada de Georgia gracias al apoyo de Rusia (una situación bastante similar a la de Transnistria y a la de Crimea, que se han apartado, con el visto bueno de Moscú, de Moldavia y de Ucrania, respectivamente). El caso más sorprendente es el Somaliland: es el No Estado más Estado del planeta: tiene fronteras, moneda, gobierno, estabilidad... Pero en cambio, el mundo reconoce al Estado del que se ha separado, Somalia, aunque su gobierno, en la práctica, es absolutamente inoperante. Desde la descolonización española, el Sáhara Occidental ha sido motivo de litigio entre los marroquíes y los autóctonos, que reclament un referéndum de autodeterminación. Los autóctonos de Papúa Occidental sufrió una gravísima persecución de los indonesios por|para sus afanes independentistas... Los que estén interesados en estos casos, y busquen un estudio más profundo, pueden consultar también el libro Secesionismo en África (coordinado por Jordi Tomàs) en editorial Bellaterra.

Más allá de la anécdota

Nick Middleton presenta algunos casos realmente extraños. Pero más allá de estos elementos curiosos, lo más importante es que este libro obliga a cuestionar la división entre Estados y no Estados. Es fácil que la excelente introducción del libro pase desapercibida para muchos lectores, pero es allí donde Middleton, de forma incisiva, reflexiona sobre la naturalización de las fronteras e incluso sobre la naturalización del Estado, una estructura política que no siempre ha existido. "La historia está llena de cadáveres de aspirantes a Estado que nunca llegaron a serlo, de imperios que acabaron disolviéndose y de países reconocidos que desaparecieron". Y nos recuerda que las relaciones entre identidad y frontera son múltiples, y extremadamente variables a lo largo del tiempo. De hecho, el autor reconoce que los límites entre lo que es Estado y lo que no lo es siempre serán arbitrarios, y afirma que es difícil justificar porque se ha incorporado en el libro en Catalunya y no en Euskadi. No es que otras fronteras sean posibles, sino que, analizando con más profundidad, no hay frontera que dure mil años. Middleton acaba la introducción asegurando que probablemente algunos de los "países que no existen" podrán convertirse en naciones de pleno derecho.