Si hay una cuestión que ha hecho correr ríos de tinta entre expertos y literatos es la ideología y el catalanismo de Josep Pla. Para unos, el ampurdanés fue el escritor que con su fenomenal obra literaria en catalán salvó las palabras en los momentos más difíciles, un autor vinculado a la tierra que describió el carácter del país como nadie. Para otros, su controvertido papel durante la guerra civil y el hecho de escribir, también, en castellano lo han convertido en sospechoso o renegado. Aunque algunos textos exhumados últimamente muestran que privadamente la opinión de Pla sobre el franquismo era contundente y ácida –aseguraba que España era "un embalse de mierda de unas proporciones generales fantásticas" y consideraba el castellano como uno "idioma magnífico para utilizar sobre todo cuando no se tiene razón"–, los sectores resistentes del interior y el exilio siempre recelaron de él–y de aquí que no se le otorgara el Premi d'Honor de les Lletres Catalanes- mientras el escritor mantenía un grueso de lectores que no han disminuido desde hace 100 años. Ahora, un manuscrito de puño y letra del mismo Pla hecho público este domingo por el periodista cultural de La Razón y erudito Víctor Fernández –hombre de múltiples pasiones, entre ellos la planiana, que sabe encontrar como un Sherlock Holmes pistas donde nadie ve nada–, nos presenta una definición clara y meridiana del mismo escritor a mediados de los años 20, donde afirma su nacionalismo catalán.

"Soy nacionalista catalán y pido a todos los hombres sensibles de Italia una pizca de cordialidad y de curiosidad por nuestro problema"

El documento, que durante años ha estado en manos privadas, es una nota autobiográfica de Pla dirigida al lector italiano, en motivo de la inclusión de su texto, Eternitat (L'eternitat de Pere Brincs, home de Begur), publicado originalmente en el magazín D'Ací i de Allà en enero 1920, en la Antología di novelle catalane, preparada por Giuseppe Ravegnani, y donde Joan Estelrich habría jugado algún tipo de papel. En este texto, hijo del lo que el llama "una marcada tendencia al egotismo" y en el cual evoca sus orígenes, Josep Pla asegura que "siento por la política el asco del hombre que la ha vivido de cerca. Como hombre de sensibilidad, soy nacionalista catalán y pido a todos los hombres sensibles de Italia una pizca de cordialidad y de curiosidad por nuestro problema". En el plano personal, el escritor que se presenta como "un hombre que procura navegar por las profundidades de la miseria humana con un aire de gentleman y con el corazón ausente" y duda lleno de escepticismo sobre sus posibilidades como escritor: "Mi opinión es que escribiendo cumplo la ley del menor esfuerzo que está en la base de mi carácter y de mi familia".

Es obvio que las contradicciones del personaje –conspiró con Francesc Macià y su amigo Eugeni Xammar para levantar una revuelta contra la dictadura de Primo de Rivera en unión con los rifeños, pero el año 36 siguió los pasos de Francesc Cambó, haciendo más o menos de espía en Marsella para el bando franquista. Impulsó el giro de la revista Destino hacia un liberalismo tímidamente catalanista y contrario al régimen, pero no dudó al defender al alcalde Porcioles o la dictadura portuguesa, preocupado hasta el final por la cuestión de la estabilidad de la moneda– hacen que el debate sobre la ideología de Josep Pla sea bizantino. Sin embargo, se han hecho varias aproximaciones al tema, des del prólogo de su amigo Joan Fuster a la Obra Completa, donde lo definía como un conservador propietario rural, hasta el revelador El meu heroi Josep Pla, de Enric Vila, en qué el escritor y colaborador de ElNacional.cat, reivindicaba la lucha contra la censura y el provincianismo del régimen franquista y lo situaba como un referente para el independentismo. Por el camino, Pla ha sido apropiado por los sectores ilustrados de la derecha españolista como referente. Ahora, este nuevo documento suma una nueva prueba a los que creen que el escritor era, a pesar de todo, un hombre fiel al país y deja con un palmo de narices a los que, desde Madrid, lo han usado como espantajo contra el catalanismo. Por suerte, Josep Pla no se acaba nunca...