El bandolerismo catalán del barroco, que creció y se desarrolló en un contexto de grandes transformaciones sociales y de gran crecimiento económico y demográfico, no es como nos lo han explicado. En realidad, fue una actividad muy lucrativa que tejió una espesa y asfixiante telaraña sobre la sociedad de la época y que penetró hasta los rincones más ocultos del poder del país. El bandolerismo catalán del Barroco era la versión nuestra de un fenómeno más general; que en Sicilia se denominó mafia y a que en Nápoles la bautizaron como camorra. Ni Perot Rocaguinarda fue Robin Hood, ni Vicent Garcia, el rector de Vallfogona que glosó su figura a los cuatro vientos, fue Little John.