El filósofo Markus Gabriel (1980), uno de los defensores del Nuevo Realismo, ha visitado Barcelona, invitado por la Escola Europea d'Humanitats. Es autor de un libro de filosofía con vocación divulgativa: Por qué el mundo no existe. En Alemania ha conseguido ser un gran éxito de ventas. En español lo ha publicado Pasado & Presente, y de momento ya se está vendiendo la segunda edición. Nos recibe en el Palau Macaya, perfectamente trajeado. Se expresa en español con toda corrección. Dicen que habla de maravilla muchas otras lenguas, entre ellas el chino.

Usted afirma que el universo sólo existe para las Ciencias Naturales.

El universo es el ámbito objetual de las ciencias naturales. Estas estudian el universo, o la naturaleza, como le llamamos otras veces. Pero ¿qué es el universo? El universo es sólo una provincia ontológica. no es el todo donde existen todas las cosas. Los números no existen en el universo, porque son una abstracción. Pero tampoco las repúblicas, que no se rigen por las leyes naturales. Hay muchas más cosas de las que hay en el universo.

Entonces lo existente no es lo medible

En absoluto. La visión de que lo existente es lo que se puede medir es el resultado de falacias. El punto de partida de esto es una visión teóricamente científica, en realidad pseudocientífica, que no es sino un modelo de reducción ontológica. En nuestra vida cotidiana estamos confrontados a un montón de cosas de ámbitos distintos: el amor, el pasado, la memoria... y también a objetos físicos, como la luna, los nucleones o la velocidad de las cosas. La reducción ontológica es el intento de reducir todos los tipos de objetos a una sola categoría. Cuando afirmamos que no hay brujas, decimos que las burjas existen, pero sólo en la televisión, en las series y en las mentes de los inquisidores. La realidad no es un lugar, y todo lo que existe no debe existir en la realidad. Los números no existen en la realidad, y tampoco Macbeth, pero estas cosas existen.

Usted asegura que el miedo es el que provoca que la gente se invente el mundo y crea en él.

Los hombres queremos identificar a un objeto que nos amenaza porque así tenemos la seguridad de que es eso lo que nos amenaza. Pero en realidad lo que nos amenaza de verdad es la muerte, y la muerte no es un objeto. Nosotros queremos materializar este miedo en un objeto muy grande que nos amenaza, sea Dios, el diablo o el universo. Esto es lo que da lugar a distintas visiones del mundo.

Rechaza que haya una superestructura que lo determina todo. En su pensamiento, pues, ¿no hay espacio para Dios?

Depende mucho del concepto de Dios. En el pensamiento griego y latino Dios es una estructura que lo determina todo. Si Dios es todopoderoso, omniscente y creador del mundo, este Dios no puede existir. Pero yo tengo mis dudas que éste sea el concepto de Dios de la Biblia. Y San Pablo rechaza este concepto del mundo. San Pablo dice que la filosofía es la sabiduría del mundo, pero que Jesús no es de este mundo...

Usted asegura que "sólo estamos nosotros", pero no lo plantea como un problema, sino como una oportunidad. ¿Por qué?

Para alguna gente que estemos solos supone un problema, porque tiene la impresión de que necesitamos de algo trascendente para garantizar el sentido de nuestra vida. Pero el sentido de la vida es, justamente, la vida que tenemos.

¿No necesitamos buscar nada fuera de nosotros?

No necesitamos buscar un sentido de nuestra existencia fuera. Imaginemos que haya Dios y que tenga sus leyes: no tiene sentido que sea Dios quién nos dé unas leyes de comportamiento, porque Dios puede ser muy absurdo. Otros se han apuntado a la creencia de que los extraterrestres garantizan el sentido de la vida. Es inútil. Nadie puede enseñarnos el sentido de la vida. Sólo nosotros podemos encontrarlo.

Usted asegura que no hay un mundo, sino infinitos mundos. ¿Esto no complica muchísimo el análisis de nuestro entorno?

En principio parece que sí. Pero finalmente es lo contrario, porque abrimos paso a un nuevo análisis en que el punto de partida de la reflexión son objetos cuya existencia está establecida, como por ejemplo las ciudades, o los números. No es complicado creer que hay repúblicas, buzones, dragones y números. lo complicado es intentar unificar todo esto. Cuando unificamos el mundo nos vemos obligados a rechazar cosas que realmente existen. Aceptar la existencia de múltiples ámbitos, de múltiples campos, es simplificarlo todo. La complejidad resulta más sencilla que la unidad.

Si somos hormigas en un universo inmenso. ¿Vale la pena continuar esforzándose en conocer el mundo?

Somos hormigas con una conciencia moral. Somos seres éticos. Nuestra capacidad para lo malo y para lo bueno, nuestra libertad, es lo que nos lleva por encima de las hormigas que también somos y nos da sentido. El hecho de ser capaces de hacer cosas buenas en el mundo social e histórico (aunque no lo hagamos) es el verdadero sentido de nuestra vida. Sería la ley interna a la consciencia, la ley moral.

Nuestra vida colectiva, ¿se debe contemplar como una comedia o como una tragedia?

Para mí, es una comedia. Claro que hay momentos trágicos en la vida, pero el conjunto de las acciones perfila más bien una comedia. Una tragedia parte de la idea que el fracaso es necesario e inevitable. Pero no hay nada inevitable, lo único inevitable es la muerte. Pero la muerte no es un fracaso.

Yo no tengo nada que esconder como filósofo. La razón no tiene nada que esconder.

Entre la concepción del mundo de la ciencia y la concepción del mundo de la religión, ¿con cuál se queda?

En cierto sentido, mejor la de la religión, porque la religión tradicionalmente está abierta a otros campos. La religión es una confrontación con el infinito, con lo que no se puede conocer completamente. Las religiones dicen que no se puede entender completamente a Dios. La idea de un Dios trascendente es la idea de un infinito, de una cosa que no se puede conocer. En la religión como mínimo ya tenemos un contexto que supera al mundo. Esta idea de Dios está en el origen de la concepción moderna del infinito. No es extraño que algunos de los grandes matemáticos fueran personas muy religiosas.

Hablando de científicos: Stephen Hawking estaba convencido que se había acabado el tiempo de los filósofos y que ahora les toca a los científicos explicar el mundo. Al parecer, usted no está muy de acuerdo con él.

Para mí es justamente lo contrario. Se ha muerto la visión científica del mundo. El mundo contemporáneo, el mundo en que vivimos, es el mundo más religioso de todos los tiempos. Hay más seres humanos que nunca y muchos creen en la religión. Stephen Hawking no conoce la filosofía. Cree que la filosofía ha muerto porque no conoce nada de ella. La filosofía sólo ha muerto en la filosofía de Stephen Hawking.

Usted sigue la máxima de Wittgenstein: "Todo lo que se puede decir, se puede decir claramente". ¿Cree que la filosofía ha sido demasiado críptica?

La filosofía, como práctica académica, es mucho menos accesible de lo que podría ser. Hay varios estilos de defender una teoría. En el mundo académico hablamos un lenguaje bélico: en las universidades luchamos en las conferencias, en los congresos, en las revistas... En la universidad hay leyes particulares; como profesor universitario también escribo textos inaccesibles. Pero fuera de la universidad, la filosofía debía ser absolutamente clara, como lo son los diálogos platónicos. Yo prefiero que la expresión sea lo más clara posible, porque si no, no se ve lo que estoy haciendo. Yo no tengo nada que esconder como filósofo. La razón no tiene nada que esconder.

¿Podríamos decir que usted aboga por una filosofía del sentido común, en que la filosofía no está reñida con la experiencia cotidiana de la gente?

La gente, en su vida común, tiene muchas visiones confusas y falsas. Pero las experiencias, en general, en cuanto tales, no mienten. En este momento, la experiencia nos dice que estamos en Barcelona. ¿Esto es verdad o no? Pues claro que es verdad...

Cuando escribe sobre filosofía recurre de forma contínua, al cine, a las series, a sus vivencias personales... ¿Lo hace para llegar fácilmente a la gente o porque realmente las películas y las conversaciones influyen en su pensamiento filosófico?

Yo estoy pensando casi siempre en términos filosóficos. Corresponde a mi manera de vivir mis experiencias. Alrededor del filósofo, todo se convierte en filosofía.

Fotos: Sergi Alcàzar