Antes de salir publicado, Mujeres que arden (Ediciones B, 2024), ya había generado cierta expectación. Después de los cuatro libros de autoayuda, la psicóloga María Esclapez, ahora hace un hace un salto a la ficción, pero sin dejar de lado la psicología.  Tras Tú eres tu lugar seguro, obligaba al lector a adentrarse en su mundo interior, mientras que Me quiero, te quiero, estaba destinado a las relaciones de pareja. Mujeres que arden, ambientada en Toledo, tiene de todo. Relaciones tóxicas, amistades de siempre, pozos profundos y renaceres. Eleonor se ha dado cuenta de que lleva años viviendo una vida que no quiere. Atrapada en una relación tóxica, en una ciudad que la asfixia y con un trabajo que la consume, decide viajar hasta Toledo, su ciudad natal, e instalarse en casa de su abuelo, que murió hace unos meses. Pero cuando llega a la antigua residencia familiar, la encuentra casi tan desordenada como su cabeza: hay un sinfín de antigüedades y cientos de libros a medio catalogar, entre ellos, un estropeado diario manuscrito del siglo XVI. Y a partir de ahí, pasan cosas. 

La primera pregunta un poco obligada. Hasta ahora has escrito libros de autoayuda. Y ahora te has pasado a la ficción. ¿Cómo ha ido el proceso?
La verdad es que ha sido muy difícil porque efectivamente es algo totalmente diferente. Pero ha sido muy divertido también porque siempre me ha gustado escribir, lo hago desde los 13 años, más o menos, que empecé a descubrir que tanto la lectura como la escritura, eran mi refugio. Entonces, en parte, ha sido divertido porque he creado el mundo de la historia, la trama y demás. Pero es verdad que ha sido un reto.

Entrevista Maria Esclapez / Foto: Carlos Baglietto
Carlos Baglietto

¿Y la inspiración? ¿Por qué Toledo?
Quería hablar de psicología a través de los personajes; hablar de abusos emocionales, de manipulación, de dependencia emocional. Esto lo he conseguido gracias a que cada personaje me ha servido para representar estos roles y todos los comportamientos que quería que sí o sí aparecieran. Hablo de relaciones, de abusos emocionales o tóxicas, como hablo de relaciones sanas de amistades o incluso de duelos en la historia, con lo cual hay mucha psicología, pero claro, no quería que solamente fuese eso. 

Quería hablar de psicología a través de los personajes; hablar de abusos emocionales, de manipulación, de dependencia emocional

Entonces, aquí viene la segunda pregunta, que es, donde sucede esto. Y aquí viene la inspiración y Toledo. O sea, la primera vez que viajé a Toledo, que fue como hace ocho años, me quedé enamorada de la ciudad. Fui a un museo de brujería, de hecho sigue estando y me llamó la atención. Tanto el museo, como la ciudad, como la propia leyenda negra que tiene la ciudad que dije 'tiene que ser aquí'. O sea, no se me ocurre otro contexto. Aquí hay magia, hay misterio, hay intriga y es justamente en lo que yo quiero basar la trama, con lo cual está claro: psicología más Toledo. 

Explícame un poco más de la trama psicológica que aparece en el libro. 
Tenemos varios personajes que van interactuando entre ellos. Eleonor es el personaje principal. Porque el libro habla del siglo XXI y del XVI. Eleonor ha perdido a su abuelo, ha dejado su trabajo y ha dejado o no, porque en estas situaciones nunca se sabe, una relación tóxica dependiente. Y digo eso porque ahí está el tema de lo tóxico y dependiente. La primera parte del libro es caer en el bucle o debacle que a veces tenemos todos hasta llegar a ese pozo sin fondo y empezar de cero. Y empezar de cero en todos los sentidos. Reconocer de nuevo su esencia y volver a sus raíces y todo eso le va a ayudar mucho. Pero forma parte, como digo, de ese arco evolutivo. Además, fue una narración en primera persona para que la lectora o el lector que leyera toda esa historia se sintiera reflejado. Luego tenemos a Beltrán, que es de mis personajes favoritos también. Sin hacer espóiler, representa otro tipo de relación. Susana, representa la amistad, podría ser esa amiga cactus, que pasa el tiempo y las cosas siguen igual. Tenemos a Álex, que es un perfil bastante narcisista, uno se puede imaginar la relación que tiene con Eleonor. Supertóxica, superdominante con ella, supermanipulador. De hecho, hay veces que incluso al lector le hace dudar. Me hacía dudar a mí también como autora, casi consigo empatizar con Álex, ojo. Los que hemos sido víctimas de situaciones, quizá de abusos emocionales, relaciones tóxicas, empatizamos precisamente porque hemos estado dentro y no. Mi pareja no me puede hacer esto, no porque en verdad es buena persona, y no tiene que ver con si es buena persona o mala persona. Pero esa dificultad de ver la realidad. Julia es fuerza, Clara es la puta ama, es empoderamiento con patas. 

Entrevista Maria Esclapez / Foto: Carlos Baglietto
Carlos Baglietto

¿Las relaciones tóxicas y la dependencia emocional van siempre de la mano?
Casi siempre una relación tóxica va a terminar siendo una relación dependiente. También está el maltrato, claro. Una fina línea lo separa. Sin embargo, fíjate que en una relación de maltrato siempre va a haber algo que puede o no puede haber en una relación dependiente. Y son los roles. En una relación de maltrato siempre va a haber un rol dominante y un rol sumiso. Cuando ya hay ese desequilibro, ya podemos estar hablando de maltrato. El maltrato no tiene por qué ser físico. Todos sabemos que puede ser emocional. Cuando estamos en una relación de maltrato, siempre vamos a encontrar el vínculo tóxico y relación dependiente. Si no hay maltrato, porque no existe esta diferencia de roles, podemos hablar de relación tóxica o relación dependiente. 

Casi siempre una relación tóxica va a terminar siendo una relación dependiente

Y la pregunta del millón. ¿Una relación tóxica se puede convertir en relación sana?
Hablamos de relación tóxica, pero también hablamos de comportamientos tóxicos. ¿Por qué hago esta diferencia? Porque todos tenemos nuestra mochila emocional con nuestras vivencias y aprendizajes. Además, siempre o casi siempre, muy relacionados con el amor romántico. Mi intención puede ser tener una relación supersana pero inconscientemente llevar a cabo comportamientos que son tóxicos. Siempre y cuando estos comportamientos se estén dando al principio de la relación y yo pueda cambiarlos conforme se va evolucionando la relación, digamos que ahí tiene solución o una vía de trabajo, una posibilidad. Sin embargo, si está muy enquistado, tengo una mochila muy cargada, porque al final es la persona que es un factor importante a la hora de decir si se puede cambiar o no. Si la relación está muy viciada o hay mucho rencor o una historia importante de toxicidad, entonces ahí ya decimos que no.

Entrevista Maria Esclapez / Foto: Carlos Baglietto
Carlos Baglietto

Y otra pregunta típica y obligada. ¿Cómo se identifica una relación tóxica?
Pues, principalmente, se caracteriza por la incertidumbre todo el rato con respecto al vínculo, aparte de por el sufrimiento. Porque ya su propio nombre lo indica, ¿no? Tóxico, algo que te hace daño. El vínculo te hace daño, a veces es la persona, pero casi siempre es el vínculo, más que la persona. Porque la interacción no está funcionando bien. Entonces, se caracteriza por tener esa incertidumbre, por la montaña rusa emocional. Un día estoy bien, otro mal. Por el miedo a que se rompa la relación, te hace sufrir, porque tienes esa sensación que cualquier cosa puede pasar en cualquier momento. 'No le voy a contar eso a mi pareja, por lo que pueda pasar y porque no quiero que esto vaya mal'. Tu tienes que tener la libertad, en una relación, de contarle a tu pareja lo que tu consideres, por supuesto, cuidando las formas. Decirlo todo de manera asertiva, pero con confianza de que no te va a dejar, que aunque se enfade, porque tiene derecho a enfadarse, no te deje. Tener la certeza de que si hay un conflicto, no va a suponer una ruptura, que eso también es muy típico de las relaciones tóxicas. Hay un conflicto y en seguida pues 'ah, te dejo'. Esa actitud de ser más contrincantes que un equipo. En una relación somos un equipo, aunque el problema sea nuestro, aunque el problema sea la realción, aunque tú me has hecho daño con un comportamiento, para mí es más importante hablarlo contigo porque confío que vas a entenderme, que vas a ver el problema, que me vas a validar aunque no lo entiendas, aunque me digas, no lo he hecho con esa intención, pero entiendo que te haya podido sentar mal.

Una relación tóxica se caracteriza por la incertidumbre, todo el rato con respecto al vínculo, a parte de por el sufrimiento

Y la dependencia emocional?
En una relación tóxica con dependencia emocional es complicadísimo. Sobre todo porque se genera muy rápidamente. Esta dependencia es por el refuerzo intermitente. La montaña rusa no deja de ser un refuerzo intermitente. Y es tan adictivo porque los refuerzos son azarosos. Un abrazo, un te quiero, un te he hecho la cena. Precisamente por esto es tan complicado porque hay una adicción detrás, pero se puede salir. Es complicado pero no quiere decir que sea imposible. Es complicado porque cuesta darse cuenta y porque activa muchos mecanismos de defensa. Negación, no quieres ver la realidad porque supondría que la percepción que tu tienes de la relación y de ti misma y por ende, del mundo, se vaya a la mierda. O sea, es como romper con todo. Y, a veces, se presenta con ese fenómeno, la disonancia cognitiva. Que es como si el cerebro se rompiera de alguna manera, como la persona que me quiere o se supone que me tiene que querer es también la que me hace daño. ¿Cómo se come? Es complicado también verlo. Pero es posible salir.

¿Con contacto cero?
En esos casos es indispensable. Eso también se ha hecho popular, pero el contacto cero es solo para relaciones de dependencia o relaciones que te generan tanto sufrimiento que no puedes avanzar. 

Hace unos años la palabra ansiedad, depresión trauma, contacto cero.... casi ni se mencionaban y era un peso imposible de cargar. Ahora, casi todo TikTok o Instagram habla sobre relaciones tóxicas. ¿Hasta qué punto esta intoxicación puede hacer daño?
Lo empezamos a hablar hace relativamente poco tiempo. Digo, empezamos en general, y pienso, eso es una opinión mía, que hace años no se hablaba de salud mental, no se hablaba de relaciones. No se hablaba absolutamente nada. Si no lo veo, no existe. Si no lo hablo, pues tampoco. Entonces, dado que no existía entre comillas, por supuesto, pues nadie tampoco lo reconocía. Y además, es que siempre se ha dicho que los problemas de uno, de puertas adentro, sobre todo, la gente mayor. Entonces, siempre que había este tipo de conductas, se callaba. La gente tampoco decía nada por vergüenza. Pensábamos que era algo común, que a todo el mundo le iba súper bien. Ahora, la cosa ha cambiado. Los profesionales nos hemos dado cuenta de que es una necesidad real y hemos empezado a divulgar más.

Tener la certeza de que si hay un conflicto, no va a suponer una ruptura, que eso también es muy típico de las relaciones tóxicas

La pandemia quizás ha tenido mucho que ver porque hemos tenido mucho tiempo. Durante el confinamiento, la cuarentena hubo mucha introspección y ver qué estaba pasando a nuestro alrededor. Quizá ahí también se despertó más interés de 'oye, qué me está pasando. Voy a descubrirlo'. Entre unas cosas y las otras, hemos empezado a hablar, poner nombre a las cosas y eso era importante porque hasta ahora no se había hecho. Era como si nadie tuviera cerebro, por así decirlo, porque si tienes cerebro vas a tener problemas relacionados con la salud mental, porque somos susceptibles, somos seres biopsicosociales. Yo siempre lo digo, no hay salud sin salud mental. Se ha pasado un poco del 0 al 100. 

Y el boom en las redes. 
Todo el mundo habla de esto porque está de moda. Y ahí está un poco el peligro. Puede existir un autodiagnóstico o sobre información. Tener muchos conceptos en la cabeza y no saber cómo ordenarlos. Y bueno, quizá te decantes más por tendencias individualistas que no son sanas, entonces como consumidor, hay tener en cuenta qué cuentas sigues y ver qué biografía hay detrás. Yo, por ejemplo, no escribo libros sin biografía. Hasta esta novela tiene biografía, porque soy incapaz de hablar de un tema sin ella. Eres profesional y algo te avala, porque es tu profesión, tu título, tus conocimientos, y tu experiencia. Como consumidor, hay que seguir fuentes fiables porque si no, te vas a hacer un cacao impresionante. Y ese es el peligro, de que algo se ponga de moda. Supongo que, hace unos años, pensaríamos lo mismo de la medicina. Ahora está pasando con la salud mental. Si tienes dudas, siempre se puede recurrir a libros para aclarar cosas, charlas, fuentes fiables. 

No hay salud sin salud mental

Volviendo al libro. ¿Cómo ha sido el proceso de escribirlo? ¿Cómo lo has vivido?
No he tenido que eliminar capítulos, pero sí que he escrito escenas siete veces, sobre todo porque el personaje de Eleonor, tenía tanta fuerza, que me llevaba ella a mí y no yo a ella (sonríe). Entonces había cosas que yo quería que ella hiciese, pero ella no quería hacer. Y eso fue superraro. Eso fue de que yo dije madre mía, me estoy volviendo loca y hablaba con mi editora en plan Clara, ¿esto es normal? O sea, cómo puede ser que yo haya tenido que escuchar a Eleonor, que sea una voz en mi cabeza, suena muy raro. Pero de verdad que era así. El proceso en general ha sido complicado. Pese a las dificultades, ha sido superdivertido. Ir a una ciudad que te gusta a informarte, hacer tus rutas, buscar tus libros, hablar con gente. Eso a mí me ha encantado. Ya tengo amigos en Toledo para toda la vida, de esos que es imposible ir y no visitarles. Y luego, Alberto –su marido–, que es maravilloso, porque le encanta leer. Devora libros. O sea, dice que tarda un mes. Y yo, cariño, no tardas un mes, tardas una semana. Lo leyó tres veces y porque no le dejé más. Siempre que me bloqueaba, el bloqueo creativo o a veces emocional, me decía, a ver, vamos a pensar cómo hacemos esto. Yo tenía ya mi esquema hecho en la pizarra, con mis cosas, mi libreta, siempre hay cosas a la hora de escribir que te hacen dudar.

Entrevista Maria Esclapez / Foto: Carlos Baglietto
Carlos Baglietto

¿Cuáles?
El personaje te habla, aunque tu digas voy a hacer esto. Luego ponte y que el personaje también esté de acuerdo en lo que tú quieres hacer. Y ahí está lo raro. Al final, siempre hay algo que tienes que cambiar, porque pensabas que ibas a estar de una manera, y luego resulta que quieres atar los cabos de otra manera porque quedan mejor y porque te cuadran mejor. En mi caso, he tenido mucha libertad, porque al final puede que cambies ciertas cosas a medida que vas avanzando. 

¿Cuántas visitas has hecho a Toledo?
Pues en total, creo que unas ocho. Pero hablamos de visitas largas, de una o incluso dos semanas. De estar allí, sobre todo en el casco histórico y de visitar cosas. Y de esos momentos también, en los que incluso te falta inspiración, que dices hay, quiero hacer esta escena pero no sé si este sitio me convence. Voy a ver el sitio exactamente, haces fotos, vídeos, incluso a una misma piedra, que la gente a saber qué se va a pensar (ríe). 

¿Cómo te has sentido escribiendo ficción?
Me he sentido súper cómoda. Ha sido diferente, pero no he tenido agobio en ningún momento, ni ganas de dejarlo. A veces te planteas que, por ser nuevo, te puede dar el síndrome de la página en blanco. No lo he tenido, fíjate que ni al principio. Es que además, cuando hablé con mi editora la primera vez, fue como que ya lo tenía claro. Le dije: 'Clara, quiero escribir de esto y quiero hacer esto'. Y claro, ella me decía si estaba segura de meterme en esto, porque escribir una novela no es fácil. Yo le dije que sí, porque además estaba convencida que ella me ayudaría si tenía algún bloqueo. Pensaba que tenía que escribir esta historia, que no me podía morir con esta historia en la cabeza. 

No me podía morir con esta historia en la cabeza

¿Seguirás haciendo ficción?
Me encantaría seguir. Realmente, me encantaría hacer una segunda parte de Mujeres que arden porque creo que se lo merece. Los personajes, sin hacer espóiler, se lo merecen. Si hiciera la segunda parte, sería difícil. Sería tener muchos proyectos en marcha, pero me lo paso bien y me encanta. Fíjate que antes te decía que mi refugio era escribir y leer. A veces, estoy un sábado en casa y digo, ¿qué hago? No me apetece ver una serie, no me apetece leer... no sé, por lo que sea. Pues voy a escribir.