Lleida, agosto de 1150. Hace 869 años. Se celebraba el matrimonio entre Ramón Berenguer IV, de 36 años y conde independiente de Barcelona, y Petronila, de 14 años y heredera del reino independiente de Aragón. Desde que en 1136 —año de nacimiento de Petronila— se habían iniciado las conversaciones que conducirían a la unión dinástica, el rey Ramiro de Aragón —padre de la novia— había hecho una gradual y reveladora cesión de poder a favor de su futuro yerno hasta convertirlo en rey efectivo mucho antes de los esponsales. En aquellos pactos, incluso, se preveía que si Petronila moría antes de parir a un heredero, Ramón Berenguer —a pesar de no tener ninguna relación de parentesco con Ramiro— se convertiría en el nuevo rey aragonés.

La correa transmisora

En 1157 (siete años después de los esponsales) moría Ramiro; y Petronila, condesa consorte del condado independiente de Barcelona mucho antes que reina de Aragón (el orden cronológico es muy importante), se convertía en la correa transmisora de un título a la práctica subordinado al poder condal barcelonés. Aunque Ramiro y Petronlia transmitieron un título que, por poderosas razones y no por voluntad propia, nunca ejercieron, algunos insisten en el dibujo de una Catalunya subordinada a Aragón a través de la figura de los reyes medievales. Entonces, ¿Catalunya fue una entidad menor dentro de los dominios de los reyes aragoneses? ¿O al revés?

Mapa de Europa en torno al año 1000. Fuente Wikimedia Commons

Mapa de Europa en torno al año 1000 / Fuente: Wikimedia Commons

Una estirpe de fábrica casera

En este punto es importante aclarar el origen de la estirpe real aragonesa. Sobre todo en cómo se convierten reyes. Porque eso nos explica el dibujo de aquel juego de equilibrios, y nos explica el curiosísimo resultado de aquellas negociaciones. Ramiro no era tan sólo el rey impuesto por las oligarquías aragonesas contra la voluntad testamentaria de su difunto hermano (que había legado el reino a las órdenes religiosas). Era también —en aquel momento— el último y desesperado testimonio de una estirpe de reyes de fabricación casera, claramente contrapuesta a los Bellónidas catalanes, que se presentaban como una rama menor de la extinta —sin embargo, todavía, prestigiosa— estirpe imperial carolingia.

De Ramiro a Ramiro

Ni "casamiento en casa", ni puñetas. Esta jerarquía de pedigríes, que a nosotros nos puede resultar ridícula, en aquella época (centúria de 1100) tenía una gran importancia. Efectivamente, el primer rey de Aragón fue el bisabuelo de Ramiro II, que también se llamaba Ramiro. Aquel Ramiro I (1006-1063), era hijo natural Sancho Garcés —rey de Pamplona y de León, y conde de Castilla y de Aragón—, y de una sirvienta de palacio, llamada Sancha de Aybar. A la muerte de Sancho (1035), Ramiro recibió en herencia el honor (la propiedad), pero no la potestas (el poder) de un pequeño territorio en torno a Jaca, coincidente con lo que, dos siglos antes, había sido el efímero condado carolingio de Aragón (809-925).

El Ramiro independentista

Cuando Ramiro, el primero, tomó posesión de su herencia, se haría intitular "Ramirinius, regios filio Sancius" (Ramiro, hijo del rey Sancho). Pero aquella proclama no era una ingenua cortesía de agradecimiento, sino que contenía una serie de elementos que anticipaban los acontecimientos posteriores. Poco después, la documentación de la época ya se refiere a su figura como "Ramirinius, arragonensis rex" (Ramiro, rey de los aragoneses), que pone claramente de manifiesto la voluntad de desafiar a su hermanastro García V —rey de Pamplona y conde de Aragón. Una maniobra claramente independentista que da respuesta a la pregunta: ¿Cómo fue que un potentis (latinfundista) se convirtió en rex (rey)?

Un traje a medida

Golpista o independentista, Ramiro —el primero— consolidó su poder, con la inestimable colaboración de las mismas oligarquías que, un siglo antes (925), se habían puesto de culo a los francos y se habían lanzado a los brazos de los navarros. Pasado un siglo la semilla secesionista ya se había transformado en un tallo a punto de florecer: la versión aragonesa y medieval del "Ahora es la hora"; y Ramiro —el primero— (que en ningún sitio consta que fuera oficialmente coronado) se haría un traje a medida: reuniría la tradición navarra (que nombraba "rex" a los hijos del rey que ejercían funciones delegadas a los confines del reino) y la ambición personal, y se convertiría, de facto, en el primer monarca aragonés de la historia.

Representación moderna del Ramon Berenguer IV y Peronella, obra de Filipo Ariosto (siglo XVI). Fuente Wikimedia Commons

Representación moderna de Ramón Berenguer IV y Petronila, obra de Filipo Ariosto (siglo XVI) / Fuente: Wikimedia Commons

Borrell y Ramiro

Los negociadores catalanes, muy probablemente, debieron considerar el hecho de que Borrell II de Barcelona también se había convertido en un "rey sin corona" —en un soberano independiente de facto— cuando se había negado a renovar el pacto de vasallaje con la monarquía franca (985). Con la particularidad de que Borrell se había anticipado medio siglo a Ramiro —el primero. Eso también, en aquel mundo de picas, hachas y mallas tenía su importancia. Y también, muy probablemente, debieron considerar el hecho de que Sancho Ramírez, hijo y heredero de Ramiro, viajara a Roma (1068) buscando la protección pontificia que tenía que consolidar su independencia; como lo había hecho Borrell de Barcelona ochenta años antes.

Mapa de la unión dinástica catalano aragonesa. Font Enciclopedia

Mapa de la unión dinástica catalanoaragonesa / Fuente: Enciclopedia

“Un reino es más que un condado

Ahora bien, el curso y el resultado de aquellas negociaciones —las que condujeron a la unión dinástica (1150)— revelan que la corona real de Ramiro no tenía más peso que la dignidad condal de Ramón Berenguer que, por otra parte, ostentaba la condición de hombre principal de los condados catalanes en la órbita política de Barcelona. Todo indica que era al revés de cómo lo explican los que simplifican el caso a la categoría freaky de "un reino es más que un condado". La balanza, probadamente, se inclinó hacia el lado de Barcelona por muchos motivos. El principal, porque Barcelona había alcanzado una posición política en el tablero continental que Aragón (por mucha corona que lucieran sus reyes) no tenía.

Catalunya y Aragón, simples provincias de la España castellana

La prueba definitiva es el retrato de Aragón en aquellas negociaciones: Zaragoza estaba ocupada por los castellanos y Jaca por los navarros; y la familia real aragonesa estaba refugiada en casa de Ramón Berenguer. El conde independiente de Barcelona, con una intensa tarea militar y diplomática, salvó la existencia del reino aragonés. Y proyectó su independencia con respecto a Catalunya y al resto de los estados que, posteriormente, formarían el edificio político catalanoaragonés, durante 564 años. Hasta que en 1714, al primer Borbón hispánico lo liquidó “por justo derecho de conquista”, y redujo el Principado de Catalunya y el reino de Aragón a la categoría de simples provincias de la España castellana.