Diana López Varela publica, en Península, No es país para coños. Sobre la necesidad de una sociedad feminista (de hecho la bloguera gallega ya había escrito y dirigido una obra de teatro con el mismo título). Con este nuevo libro, la articulista de El Nacional proclama, tardíamente, su fe en el feminismo. López Varela (Pontevedra, 1986), a pesar de sentirse discriminada como mujer desde pequeña, nunca había militado en corrientes feministas. Su toma de conciencia estalló en 2013, con la aprobación del anteproyecto de la reforma de ley del aborto de Ruíz Gallardón. Su primera proclama en este sentido, "Mí coño", la hizo muy popular a las redes sociales. Fue su pistoletazo de salida en el feminismo, aunque asegura que "era feminista antes de saberlo". Y reivindica los derechos de las mujeres con firmeza, pero también con un humor desgarrador.

Diana López Varela. Fotografía: Pablo Cacheda.

Asignaturas pendientes

Diana López da un repaso a muchos aspectos en que las mujeres continúan, hoy en día, discriminadas. En el ámbito familiar, donde son condenadas a cuidar niños y abuelos, como ponen en evidencia los datos (y también la experiencia). A nivel profesional, donde son condenadas a posiciones subordinadas a causa de los prejuicios; además, como tienen más responsabilidades familiares y se pueden dedicar menos a su oficio, les es especialmente difícil sobresalir: "Mientras los hombres no se levanten de sus sillas, nosotras tendremos que seguir agachadas chupándoles la polla", afirma crudamente Diana López. A No es país para coños se hace un repaso de la situación de la mujer en diferentes ámbitos, y por todas partes el resultado es el mismo: las mujeres ocupan menos puestos de responsabilidad y son menos visibles. Y eso se hace patente, por ejemplo, en las radios, en los diarios y en las televisiones, donde hay menos mujeres y muy a menudo informan de temas considerados secundarios (los columnistas, en cambio, son casi todos hombres). Además, López denuncia que no hay forma de acabar con la violencia de género: en las relaciones de pareja, incluso en gente muy joven, las agresiones no son en absoluto excepcionales. Pero las actuaciones violentas sólo son la punta de iceberg de unas relaciones marcadas por la desigualdad.

Sin pelos en la lengua

Diana López aborda temas clásicos de la discriminación: los problemas laborales, familiares, de pareja... Pero este libro va más allá de un análisis académico de la discriminación de la mujer. López habla sin cortarse de las problemáticas de la mujer: de relaciones de pareja, de la regla, de los problemas en la amistad entre mujeres, del amor romántico, de la presión por la maternidad, de la masturbación, de los vibradores, de la depilación, de los prejuicios hacia las lesbianas, de la cirugía estética, de los cosméticos... No tiene ninguna duda al presentar de forma cruda sus experiencias: "Los tres primeros días de la regla es como si Eduardo Manostijeras trabajase varios setos en mis ovarios"; o "La otra mentira del sexo es la del orgasmo. Esos gemidos tan bien aprendidos, dignos de una gran actriz, seguidos del 'para, para, que ya he acabado' cuando lo único que se nos ha acabado es la paciencia"...

Diana López Varela. Fotografía: Pablo Cacheda.

En primera persona

Una parte esencial del libro es un reconocimiento de los errores cometidos y la proclamación del propósito de enmienda. Y este ejercicio en primera persona es el que más facilita la empatía con la autora. Por ejemplo, hay una lista de doce acciones estúpidas cometidas con sus amantes como "compararme con su ex" o "contarle todo mí pasado, con pelos y señales". Incluso reconoce que tuvo suerte de nacer pronto: "Si yo hubiera sabido que existía la coñoplastia, quizá ahora tendría los labios vaginales y su sensibilidad reducidos al tamaño del cerebro de algunos tertulianos".

Contundente

La mayor virtud del texto de Diana López es su contundencia y su provocativa franqueza. Por eso, el libro gana cuando la autora explica sus vivencias personales, con un análisis fresco, ágil e inteligente, y pierde intensidad cuando López se excede con la erudición, como cuando da recomendaciones dietéticas a las mujeres con la Síndroma Pre Menstrual o cuando reproduce controvertidos estudios médicos sobre la diferencia entre el cerebro femenino y el masculino. Porque la gran virtud de No es país para coños es que se trata, sobre todo, de un libro que apela directamente a nuestras vivencias y a nuestros sentimientos.  Una obra que nos llega al corazón hablando de gente, gente normal, con cuerpos, sentimientos, complejos y odios. Un libro destinado a remover conciencias. Y no sólo de mujeres.