Lluís Llach publica en la editorial Empúries el libro El chico del Maravillas. El propio autor no ha asistido, porque no quiere realizar la promoción del libro en este contexto, con medio Govern en el exilio y la otra mitad en la prisión. Considera que no es el momento adecuado para celebrar nada. En realidad, el contexto político ha condicionado mucho este libro: tendría que haber salido antes y se retrasó su salida porque no se quería que coincidiese con un marco político muy movido, ya que Llach quería desmarcar su tarea como novelista de su responsabilidad como diputado. Finalmente, se ha decidido por publicar el libro ahora, pero sin ningún tipo de celebración (ni siquiera se ha colgado el vídeo de Llach preparado para la promoción).

Retorno a la novela

El cantante retorna así al mundo de la novela, que ya había explorado con Memoria de unos ojos pintados (2012) y con Las mujeres del Principal (2014). Se trata de una historia de ficción, pero el protagonista tiene algunos elementos que nos remiten a la vida del propio autor: es un cantante, que ha tenido muchas relaciones con el mundo del teatro, con vínculos con Senegal y que al fin de su trayectoria reflexiona sobre la relación entre su obra y su personalidad... Hoy han presentado este libro a la prensa el periodista Antoni Bassas y el editor Jordi Cornudella. La novela saldrá a la venta la semana próxima en edición castellana en la editorial Destino.

El Paralelo como centro

El protagonista de la obra, escrita como si fueran unas memorias, es Robert Ventós, un barítono cuyos orígenes están estrechamente vinculados en un teatro de variedades del Paralelo: el Maravillas. Es a través de este local que Llach hace un perfil del teatro en los años anteriores a la guerra civil, pero también en los años cincuenta, cuando el protagonista de la novela se instala en Barcelona. Era un universo que fascinaba a Llach, quien elogia a las vedettes de la época de la censura, que bajo sus voluptuosas formas escondían un cerebro dotadísimo que les permitía responder con insinuaciones no perseguibles por la censura las atrevidas intervenciones del público. Y en su novela se lamenta por la crisis del teatro y el espectáculo en directo: un mundo que desapareció para siempre durante el franquismo, con la modernización del país.

Recorrido por la historia de Catalunya

El chico del Maravillas hace un repaso a diferentes aspectos de la historia de Catalunya. Se remite, a través de la memoria de la madre de Robert Ventós, a la historia de Catalunya de los tiempos de Primo de Rivera y de la República, y también pasa por la guerra civil y por los campos de concentración de Catalunya Nord. Y a partir de la historia de Robert Ventós la novela nos situa en la Catalunya del franquismo, pero no tan centrada con el mundo político, como en el mundo del teatro y de la música, que Llach conoce, tanto bien. El personaje central, como extranjero que conoce Barcelona y Catalunya de golpe, permite ofrecer al lector una visión ingenua y panorámica de la vida catalana. Esta novela, de hecho, se plantea como un bloque con las dos novelas anteriores, como una forma de cerrar un conjunto novelístico dedicado a la historia de Catalunya. Sin embargo, al mismo tiempo, es una novela abierta, porque la trama no sólo transcurre a Catalunya, sino también en Sete (en Occitania), París y Senegal. Y uno de sus personajes centrales, el Juanito, es un inmigrante, con el que Llach ha querido homenajear a las personas que han venido de fuera y han ayudado a construir Catalunya.

El Llach menos policial

Llach en este caso se decanta por una trama sin crímenes para descubrir, sin investigaciones policiales (a diferencia de sus novelas anteriores). Pero, a pesar de todo, el autor afirma que ha querido mantener puntos de intriga. De hecho, en un vídeo grabado para la ocasión, Llach ha asociado su obra al universo de Fellini, y ha asegurado que la banda sorona perfecta para su libro es la música de Nino Rota. Llach se asoma a la vida popular, pero también a la nostalgia en El chico del Maravillas. Confiesa que es la novela que mejor refleja su vida, una vida que, según su editor, probablemente no reflejará jamás en unas memorias, sino en sus obras de ficción.