El Museu Nacional d'Art de Catalunya se ha fijado como una línea estratégica exponer el arte catalán de la posguerra y de la segunda vanguardia y reflexionar sobre él. Y en este marco presenta, a partir del jueves 15, la exposición Liberxina. Pop y nuevos comportamientos artísticos, 1966-1971. Pretende analizar el arte producido en torno a mayo del 68, aquel que refleja las inquietudes generacionales, políticas y estéticas de los jóvenes artistas de aquel momento. Agrupa un centenar de obras de creadores diversos, algunos ya muy conocidos como Antoni Miralda, Antoni Llena, Albert Guinovart o Enric Sió, y otros que se quieren reivindicar como Mari Chordà o Aurèlia Muñoz. El título, en realidad, ya es una reivindicación: la de Liberxina 90, una película de Carles Duran sobre un gas que tenía efectos revolucionarios y que fue prohibida por el franquismo y que nunca fue estrenada (y que nos interpela en un momento en que vuelven censuras varias). La muestra, comisariada por Alex Mitrani e Imma Prieto, se podrá ver hasta el 22 de abril de 2019.

Jordi Batiste (diseño). Cubierta del disco de Sisa El hombre dibujado, 1948

Jordi Batiste (diseño). Cubierta del disco de Sisa L'home dibuixat, 1948.

Barcelona no era el paraíso

Los comisarios de la obra han querido dejar claro que en Catalunya, en el periodo que estudia la exposición, el contexto no era nada favorable: "Había una dictadura y no nos podíamos comparar a Nueva York, París o Londres, ciudades en que los artistas querían reflejarse". Entre las obras, algunas tienen claros referentes a las luchas juveniles de Estados Unidos o Francia (como las de Narotzky o Miserachs), pero otras enlazan estos referentes con las reivindicaciones de la población catalana contra el nacionalcatolicismo (como en el caso de Lluís Güell o Jordi Gali). Los comisarios reconocen que los artistas expuestos trabajaban "en pequeños núcleos dispersos, pero conectados entre ellos", pero resaltan que "tenían mucha fuerza", y que el arte producido en aquellos momentos "deposita la semilla de lo que pasará en la década posterior".

Mari Chordà. Autorretrato embarazada, 1966 1967. Colección Mari Chordà

Mari Chordà. Autorretrato embarazada, 1966-1967. Colección Mari Chordà.

Más allá de los formatos

La exposición agrupa diferentes artes (cómic, fotografía, cine, pintura, escultura, cerámica, collages, performances...) porque reconoce que los artistas de la época trabajaban conjuntamente. Incluso el catálogo incorpora un texto de Àngel Casas sobre la música de la época, porque consideran que todo este movimiento artístico no se podría entender sin la influencia de la música. Algunas de estas obras tienen el sello indudable del arte pop, pero los comisarios lo tienen claro: "En esta exposición hay arte pop, pero no es una exposición sobre el arte pop".

Norman Narotzky, y am en Man, 1968 1969

Norman Narotzky. I am a Man, 1968-1969. Colección Norman Narotzky.

Los ya clásicos y los otros

Entre las obras expuestas, hay algunas que ya son míticas. Es el caso de la película Primera muerte de Jordí Galí, Sílvia Gubern, Antoni Llena y Àngel Jové, rodada en 1969-1970 en la urbanización La Maduixa, donde vivían todos ellos (la exposición dedica mucha atención a este espacio, tanto con respecto a la creación, como por el "comportamiento" artístico que allí se daba). O el de las célebres Hazañas bélicas de Miralda, en el que ejércitos de soldaditos de plástico atacaban organizadamente un cuerpo femenino. Pim-Pam-Pop de los valencianos del Equipo Crónica es una obra emblemática, al más puro estilo pop. También es ya muy conocida la litografía La bomba Yeyé, de Josep Guinovart, una ácida crítica en la bomba de Palomares. Y, como no, hay que destacar las fotografías de Miserachs de la Fàbrica Tipel, un mar de color en uno de los peores paisajes industriales del Vallès. Esta exposición reivindica, también, la figura el dibujante de cómics Enric Sió como uno de los grandes del arte de esta época, aunque algunas historias canónicas del arte lo hayan relegado. Pero hay obras mucho menos conocidas de un fuerte impacto. Es el caso de Le llevaron engañado, una silla de obstetricia reconvertida en silla eléctrica de Amèlia Riera. O los collages de Guillem Ramos-Poquí, uno de los artistas más olvidados de esta generación, que mañana estará en Barcelona para la inauguración de la exposición. Los comisarios también han querido destacar la serie de tres cuadros Autorretrato embarazada, de Mari Chordà.

Guillem Ramos Poquí. Collage de la cuadrícula, con números, coches y los Beatles, 1965. Colección Guillamos Ramos Poquí

Guillem Ramos-Poquí. Collage de la cuadrícula, con números, coches y los Beatles, 1965. Colección Guillem Ramos-Poquí.

La vigencia de un momento

Los comisarios han destacado que algunas de estas obras, incluso de autores no muy conocidos, 50 años después, "aguantan". Y han mostrado varios aspectos en que su obra mantiene su vigencia. Sorprende tanto interés por las reivindicaciones contra el racismo en una Catalunya donde prácticamente no había gente racializada, y ahora, ante la aparición de movimientos racistas, estas obras adquieren la máxima vigencia. Es también de la máxima vigencia la reivindicación del cuerpo, y de todas las opciones sexuales. Estos artistas, en los años sesenta, no distiguían entre unas artes y otros, y colaboraban en cómics, en revistas, en audiovisuales... Se tardaría muchos años al volver a esta concepción. Por otra parte, aunque buena parte de la obra expuesta no tiene un trasfondo específicamente político, en la España franquista su reivindicación de la libertad del cuerpo era radicalmente transgresora, y nos vuelve a situar en el tan actual debate sobre la libertad de expresión...

Jordi Galí. Silvia Gubern en la Fresa, 1969. Colección particular

Jordi Galí. Silvia Gubern en el Maduixer, 1969. Colección particular.

A partir de aquello micro

Los comisarios reconocen que esta muestra no pretende una gran renovación teórica, sino sólo cambiar la perspectiva para permitir un nuevo análisis, desde lo micro, que permita revistar la historia, corregirla y llenar huecos (y en este ámbito destacan la necesidad de hablar de las mujeres artistas). Pero si bien la exposición pretende "plantear preguntas" a los especialistas, también quiere ser atractiva para el gran público. Liberxina quiere ser la primera de una serie de exposiciones de pequeño y medio formato que el MNAC quiere ir realizando sobre el arte de posguerra y de la segunda vanguardia. El director del MNAC, Josep Serra, ha aclarado que no quieren hacer una serie de retrospectivas: "No haremos una lista de funerales, artista por artista,", sino que se pretende hacer exposiciones más abiertas y más interpretativas, que también se usarán para ir ampliando la colección permanente del Museu. En realidad, en diciembre el MANCO tiene previsto abrir nuevas salas con obras de este periodo, algunas de las cuales forman parte de su fondo, y otras les han sido cedidas para exponerlas.

 

Foto de portada: Equipo Crónica. Pim-Pam-Pop, 1971. Colección Rafael Tous. © Equipo Crónica –derechos de coautor Manolo Valdés, VEGAP, Barcelona, 2018.