En mayo de 2012 nacía, de la mano del Gremi de Llibreters, la página web actualmente denominada Libelista, destinada a que las librerías apostaran por las nuevas tecnologías frente a la creciente competencia de plataformas digitales en un momento de crisis. La página, que nació como un instrumento de venta de libros on-line, se ha querido transformar también en una herramienta de venta de libros en formato papel. Antoni Daura, presidente del Gremio de Libreros, ha asegurado que con esta página los libreros se ponen al nivel de los grandes operadores digitales internacionales, aunque el presupuesto que tienen para posicionarse es mucho más modesto. Gracias a esta plataforma, pequeños libreros que no tienen capacidad de gestionar su propia plataforma online pueden hacer una tarea en red y alcanzar un gran impacto. Porque, para los libreros, la gran riqueza de esta plataforma es que mantiene la diversidad de las librerías y ofrece al lector alternativas en las que ofrecen las grandes plataformas distribuidoras. Por ejemplo, apuntan que pueden posicionar en la red libros que no son novedad y pueden defender que los mejores libros no son los más vendidos. Gracias a la colaboración de las librerías adscritas, incluso pueden ofrecer libros descatalogados pero que se conservan en el fondo de alguna librería.

Ya en marcha

Àurea Juan, una de las impulsoras de Libelista asegura que la plataforma empezó a ser operativa para libro en papel en la campaña de Navidad, pero no han querido presentarla públicamente hasta ahora, cuando ya está plenamente operativa. En estos momentos trabajan con un plazo de entrega de los libros de 4-5 días, y el precio de envío se sitúa en los 3,40 € (pero se pueden recoger gratuitamente en la librería que escoja el usuario). Àurea Juan ha presentado esta iniciativa como "el Amazon de las librerías independientes". Pero Laura Huerga, de la editorial Rayo Verde, una empresa que ha apostado decididamente por esta plataforma, ha polemitzado con Àurea Perelló afirmando que no quiere que Libelista sea ningún Amazon, porque "Amazon es una distribuidora que no crea nada" y los libreros sí.

Cliente de librería

Una de las claves de Libel·lista es que quiere mantener la relación lector / librero. En el momento de registrar a alguien como usuario, se le vincula obligatoriamente a una librería (que él puede escoger), de tal forma que se fomenta que el lector mantenga un vínculo con el librero. Y, de hecho, este librero recibe una comisión por todas las compras que haga su cliente, pasen o no físicamente por su librería. En Libelista los libreros siguen haciendo de prescriptores en la dimensión virtual, e incluso en la web hay una sección, Cl Pequeño Libelista, destinada a la literatura infantil y juvenil. De momento, los promotores reconocen que Libelista no es un gran negocio, pero creen que las librerías tienen que responder a la demanda de los lectores y que con el tiempo puede ser una iniciativa rentable.

Contra el algoritmo

La diferencia principal entre Amazon y Libelista es que las recomendaciones de la página catalana se basan en los prescripciones de los libreros: no funcionan en base a un algoritmo, sino a la sensibilidad de los diferentes libreros integrados en el programa. Y afirman que hay sorpresas: por ejemplo, los libreros han encontrado que tienen un porcentaje alto de compradores mayores de 65 años, y que estos compradores se decantan, mayoritariamente, por el libro digital.

De Catalunya al Estado

El proyecto, nacido en Catalunya, tiene ambición de expandirse por todo el Estado. En este momento hay implicadas 45 librerías catalanas y 95 del resto del Estado. Una cuarta parte de las ventas se sitúan en la ciudad de Barcelona. Ahora la plataforma tiene dos páginas, una en catalán y una en castellano, pero no se trata puramente de traducciones, sino que cada una tiene contenidos propios. Libelista ha tenido 180.000 visitas hasta ahora, lo que es valorado como un éxito. En estos momentos friegan los 5.000 usuarios registrados, aunque sólo una cuarta parte han comprado ya en la página. Las mujeres, al revés de lo que pasa en las librerías físicas, son minoritarias. La mayoría de las ventas de Libelista son de libros digitales, pero los promotores de la iniciativa esperan que muy pronto se dé la vuelta a esta tendencia y el papel gane protagonismo.