Siempre se ha dicho que Catalunya se cruzan el eje nacional y el eje social. En unas elecciones donde destaca el eje nacional también lo hace de manera indirecta el eje social, y viceversa. Es inevitable: uno y otro van ligados. Sin embargo, hay un tercer eje todavía más transversal, con efectos mucho más importantes en la sociedad catalana: el religioso.

La Iglesia católica, institución que rige la confesión mayoritaria en Catalunya, acapara los focos de atención, sea por su poder político o la capacidad que tiene para penetrar en ámbitos sociales donde algunas instituciones públicas y ONGs no llegan. Una situación nada casual, especialmente si analizamos su papel durante la dictadura o la articulación de la oposición al franquismo.

Este artículo explora los límites del catolicismo en Catalunya y el perímetro de las restantes religiones. Los datos, que a menudo no han facilitado una interpretación clara de los contornos del agnosticismo y del ateísmo, se han extraído del Sondeo de Opinión de Catalunya (1991, 2001, 2006, 2011) y del Centre d'Estudis d'Opinió (2016). Las gráficas analizan lo que podemos denominar la Catalunya postcatólica, aquella sociedad donde el catolicismo juega un papel importante pero no central.

La gráfica más relevante hace referencia al peso de las religiones. Practicantes o no, los católicos declarados han caído del 80% al 55%, reducción que ha ido en paralelo al auge de agnósticos, ateos y, en menor medida, otras religiones. Este cambio ha sido más fuerte entre 2006 y 2016 que entre 1991 y 2006, cosa que evidencia un cambio en las nuevas generaciones de catalanes. Catalunya, como sociedad heterogénea, también vive cambios sociológicos más allá de la política.

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Religión por sexo

¿Cuál es la importancia de la religión católica según el sexo? Por ejemplo, siempre se ha dicho que las mujeres son más religiosas. ¿Es así? La última encuesta del CEO muestra que la diferencia entre hombres y mujeres es de nueve puntos a favor de las mujeres, distancia relativamente pequeña si tenemos en cuenta los pocos cambios que por esta razón se ven entre ateos y agnósticos.

 

Por el lugar de nacimiento del padre

¿Influye el origen familiar en la adscripción religiosa? Sociólogos y opinadores han formulado dos hipótesis:

  • Los catalanes, influidos por las cabras y la montaña, son gente conservadora y católica.
  • Las oleadas de inmigración venidas entre finales de los años 50 y medios de los 70, influidas por una economía de cariz feudal, son gente conservadora y católica.

Los datos dicen que las dos hipótesis son falsas. El peso del catolicismo (y el ateísmo y el agnosticismo) entre la gente con el padre nacido en Catalunya o en otras autonomías es exactamente el mismo. No hay diferencias por origen y las que se ven son mínimas. Afirmar el contrario tiene más que ver con dogmas y prejuicios que con la realidad. De hecho, estos pequeños porcentajes de diferencia tienen una relación directa con la última gráfica.

 

Por diario

Resulta curioso observar cómo el hecho religioso es transversal a los dos ejes que vertebran la política catalana. Se puede deducir de esta gráfica, que muestra como la audiencia de los dos grandes diarios catalanes se reparte de la misma forma entre catolicismo, agnosticismo y ateísmo. La única diferencia es que en la versión catalana de El Periódico el número de evangélicos y/o protestantes es mayor en detrimento de los católicos. Pero no hay dos sociedades radicalmente diferentes.

Sea como sea, tanto el diario asociado a la izquierda (El Periódico) como la derecha (La Vanguardia) tienen una importante cantidad de católicos y en ninguno de los casos encontramos diferencias sustanciales según las lenguas escogidas. Hasta el Ara y Avui, que estarían más atados al eje nacional, tienen unas distribuciones muy parecidas, y sólo varía El País, que tiene más lectores agnósticos en detrimento de los católicos.

 

Por partidos políticos

En esta variable se produce un agujero generacional entre partidos viejos (PP y PSOE, formaciones con un elevado porcentaje de católicos y media de edad más alta grande) y partidos jóvenes (especialmente la CUP, con un elevadísimo porcentaje de ateos, pero también CSQP).

Paralelamente, JxSí (que aglutina a ERC, con una sociología más bien joven, y a CDC, con edades más altas) clavan la media catalana en el eje religioso. Caso aparte es Ciudadanos. A pesar de ser un partido joven, tiene la sociología de un partido viejo.

En general se observa que los católicos están presentes en todos los partidos políticos, rompiendo mitos y demostrando que las diferencias en la práctica de las religiones vienen más repartidas por el relevo generacional que por los tópicos relacionados a la diferencia izquierda/derecha.

 

Por estudios y edad

Hay que ver las siguientes dos gráficas comparando católicos y ateos. La primera muestra que el año 1991, entre los ateos, figura un buen porcentaje con estudios superiores, CFGS, universitarios o derivados. En el 2016 estos porcentajes son todavía mayores.

Estas cifras contrastan con las de los católicos. Aunque ha aumentado el porcentaje de católicos con estudios superiores, cerca de un 20% no ha alcanzado la educación básica. Muchos argumentan que la gente “leída” tiende a abandonar la religión, otro de los mitos que rodean el hecho religioso en Catalunya.

 

Las diferencias tan grandes entre el nivel de estudios tienen una explicación: la edad. Si el año 1991 los ateos se alimentaban de las franjas de edad más jóvenes, hoy en día la distribución de estos se acerca a la media, al contrario que los católicos, que concentran su fuerza entre la gente más mayor. La sociología del país ha cambiado, evidenciando diferencias generacionales bastante importantes.

 

La Catalunya postcatólica

Los datos analizados en este artículo evidencian que la Catalunya postcatólica ya está aquí. Durante muchos años, el hecho religioso ha vivido presente tanto en el eje nacional como en el nacional, pero la brecha generacional en el seno de los partidos políticos permite prever lo que algunos politólogos denominan cambio de hegemonía o, sin argot lingüístico, una pérdida de feligreses católicos en beneficio del ateísmo, el agnosticismo y la práctica de otras religiones.

No es que se perpetúe el tópico de los ateos leídos y de los católicos sin formación sino que los católicos cada vez son menos y más viejos. Se sostienen por las franjas de edad mayores, que no han podido acceder a estudios superiores y que, en comparación, disparan el número de católicos sin estudios.

El hecho de no ocupar un rol central provoca que el catolicismo tenga cada vez un perímetro más pequeño y menos influyente. Las nuevas generaciones no son tan religiosas porque no están obligadas ni tienen incentivos para serlo. Con un 25% de ateos, concentrados entre la gente joven, las normas y los roles sociales están destinados a cambiar.

El laicismo de la Catalunya postcatólica está destinado a hacernos más desinhibidos a la vez que irá chocando con el viejo poder del clero y (re)emergerà un catolicismo ligado a causas sociales y las costumbres. El ateísmo también esta obligado a cambiar, dejando de ser la asociación de enfadados con la Iglesia para convertirse en la opción de los que realmente no tienen ninguna creencia religiosa.

Por último, hay que señalar de nuevo que los datos mostrados matan muchos tópicos, poniendo en evidencia que los cambios en la religión católica (presente en todas las formaciones políticas) no se dan por el dominio de unos u otros partidos en la arena política sino por el relevo generacional.

El original de este dossier se publicó en Revista L'Endavant