Karl Ove Knåusgard (Oslo, 1968) publicó su primera novela, Fuera del mundo, en 1998, cuando tenía 30 años, después de un largo tiempo sin suerte al colocar sus obras. Fuera del mundo ya ganó el premio noruego de la Crítica, un gran éxito para un autor novel. Su segunda novela, del 2004, Un tiempo para cada cosa, que se inspiraba en la Biblia, también recibió muy buenas críticas. Pero realmente, Knåusgard obtuvo su gran éxito cuando publicó los primeros volúmenes de Mi lucha", su peculiar obra de autoficción. 4.000 páginas consagradas a explicar unos pocos años de vida del autor noruego.

La polémica del nombre

El primer problema con esta obra fue disfrutado, sin duda, de una provocación del autor, que bautizó su conjunto de seis novelas con el mismo título que el libro de Hitler. Pero esta polémica muy pronto quedó desplazada por la generada por el hecho de que Knåusgard revelara hechos que afectaban a la intimidad de algunos de sus amigos, parientes y compañeros. En Noruega incluso le cayó alguna denuncia. Dicen que a causa de esta publicación perdió el contacto con algunos de sus amigos e incluso le retiraron la palabra algunos de sus parientes más próximos. Su ex mujer lo retó a un debate radiofónico donde ella explicaría su versión de los hechos...

El gran chismorreo

Hay a quien ha acusado en Knåusgard de hacer literatura del chismorreo. Se le reprocha centrarse más en los problemas de los otros que en su propia realidad. De hecho, se ha acusado a Knåusgard de hacer una narrativa de la "extimidad" (la intimidad ajena) más que de la intimidad. Knåusgard es un autor bien conocido por los lectores, porque hace exhibición de sus sentimientos, de sus vivencias, de sus relaciones... No esconde ni sus erecciones. Lo ha hecho en "Mi lucha" (especialmente en los primeros volúmenes), pero lo hace también a menudo en sus apariciones en los medios, porque es un autor mediático a quien le gusta hacer ostentación de su imagen.

Suave con uno mismo

La principal crítica a Knåusgard es que se basa más en los errores y problemas de los otros que en los propios; sería mucho más crudo con las características negativas de los otros que con las propias. El escritor noruego tiene poca tendencia a hacer confesiones de hechos muy vergonzosos, aunque reconoce sus debilidades. De esta forma hace un retrato condescendiente con él mismo: no idealizado, pero si tolerante. Nada que ver con los textos autobiográficos de Eduard Limónov y su Historia de un servidor, o el Pregúntale al polvo, de John Fante (Editorial Anagrama), por citar dos libros que no tienen ni una sombra de compasión por su autor.

¿Novedad?

Knåusgard ha sido considerado, con Serge Doubrovsky, como uno de los máximos exponentes de la autoficción, el género en que las experiencias autobiográficas sirven como pretexto para una novela, en que los límites entre realidad y ficción se disuelven. El autor noruego reconoce la base autobiográfica de este texto y afirma que, escribiendo "Mi lucha", se quería "deshacer de la intoxicación de mí mismo". Parece ser que en Noruega hay muy poca tradición en este tipo de narrativa, y por eso la obra de Knåusgard resultó tan innovadora. Ahora bien, hay estudiosos que afirman que hay muchos autores en varias partes del mundo que han hecho "autoficción", antes de Doubrovsky y de Knåusgard (hay quien incluso apunta que algunas obras de Azorín y Unamuno podrían entrar dentro de esta categoría).

La literatura más allá de la aventura

Más allá de las críticas, muchos lectores apuntan que Knåusgard es un genio a la hora de hacer literatura a partir de la cotidianidad. Los hechos más nimios de la vida llegan a tener entidad literaria gracias a su prosa. Para su legión de admiradores, esta es la clave de su genialidad: consideran que lleva el análisis literario del ser humano hasta sus más ocultos repliegues. Nada que suponga el menor mérito, según sus detractores, que lo consideran aburrido, pretencioso y sobrevalorado.