Empúries acaba de publicar Nedant entre taurons. El meu viatge al món dels banquers (Entre tiburones. Una temporada en el infierno de las altas finanzas, en castellano, en Malpaso Editorial). El autor, el periodista holandés Joris Luyendijk, ha realizado una investigación sobre los trabajadores de la City londinense, aquellos banqueros, que controlan las finanzas del mundo entero y que en 2008 estuvieron a punto de provocar un descalabro mundial. Hoy ha visitado Barcelona para presentar su libro.

Una obra para no iniciados

Entre tiburones no es un estudio sobre economía, sino que pretende explicar el funcionamiento de los empleados de la banca de inversión, a la gente que no es experta en finanzas. De hecho, el autor asegura que éste es el libro que a él le hubiera gustado leer cuando empezó a interesarse por el tema. El libro es el resultado de una investigación extremadamente difícil, porque estas entidades financieras prohíben a sus trabajadores cualquier contacto por libre con la prensa, y las entrevistas autorizadas son rígidamente censuradas. Aunque las altas finanzas son de interés público, no hay ninguna transparencia en este mundo.

Las dificultades para conocer el corazón del sistema

Luyendijk, que había sido contratado por The Guardian para hacer este estudio, ha podido entrevistar a más de 200 personas del sector de las altas finanzas (de las más de 250.000 que trabajan en la City londinense). Esta gente se ha arriesgado a perder su trabajo porque creían que debieron hablar. Luyendijk lo valora mucho: para él, eso demuestra que algunos trabajadores de vez en cuando actúan como ciudadanos, y escapan a las normas de su sector, que les despersonalizan. Algunos de los entrevistados son ex banqueros, que han salido muy escaldados de su estancia al sector; otras son gente que todavía trabaja, pero que quería exponer su posición para contrarrestar otras opiniones...

Los privilegiados

En algún momento del libro, el periodista explica el trauma de que supone para algunos trabajadores de la banca perder un trabajo de medio millón de dólares el año. Y comenta que buena parte de los banqueros viven en un mundo de ricos en qué no tienen ninguna relación con los pobres: "A menudo vive en contacto con gente que es más rica que ellos", explica. "Y lloran", puntualiza (pero en su libro comenta que donde lloran más es en el lavabo, y que lo hacen deprisa, porque no tienen tiempo a perder). Pero Luyendijk, que ha trabajado durante mucho de tiempo en Egipto, compara lo que les pasa a los banqueros a lo que pasa a muchos otros trabajadores occidentales, que a nivel mundial son unos privilegiados, y a pesar de todo se consideran maltratados: "Nunca tienes bastante aquello que realmente no necesitas".

Un mundo dentro de Londres

El mundo de las altas finanzas agrupa a gente de todo el mundo y de todas las condiciones sociales: hombres, mujeres, heterosexuales, homosexuales, de familia pobre, de familia rica, blancos, negros, asiáticos... Es un mundo que se rige exclusivament por la meritocracia. Y eso es muy apreciado por los miembros del sector. Un universo muy duro, con jornadas larguísimas, con mucha tensión, con la amenaza de despido siempre sobre tuyo, sin ninguna solidaridad... Pero un mundo que a algunos les resulta muy gratificante, y no sólo por|para dinero.

Los elegidos

Luyenkijk explica que los que trabajan en el mundo de las altas finanzas se sienten identificados entre ellos y se distancian de los que no están en este universo. En primer lugar por el rechazo que expresa a menudo la sociedad hacia ellos, que refuerza la cohesión interna. Se sienten incomprendidos, y por lo tanto se relacionan básicamente entre ellos. Por otra parte, el hecho de que en estos trabajos no tengas ninguna seguridad y te puedan despedir por nada, obliga a la gente a dedicarse al trabajo en cuerpo y alma, y a olvidar otras esferas de su vida. No tienen tiempo para dedicar a su familia, a su pareja, a sus amigos. Un mundo en que "hay lugar para el sexo, pero no para el amor". Pero el periodista también destaca que los banqueros cobran mucho más que la mayoría de gente de su antiguo mundo, y eso los distancia de ellos. Y, además, en este mundo tan competitivo los que participan se sienten como los elegidos. Acaba siendo un mundo muy adictivo, y no sólo por|para el dinero.

Si el banquero fuera capaz de pensar que el pensionista en lo que estafa es su madre, quizás el mundo estaría mejor

Sin moral

En su estudio sobre las altas finanzas, el periodista holandés detecta que no se trata de un universo inmoral, sino sencillamente amoral, en el que nadie se pregunta por la moralidad de sus decisiones. Impera la idea de que se tiene que vender el máximo, y que está bien colocar cualquier producto: si es tóxico, el problema es del comprador. "La idea de que impera es que si la ley permite una cosa, se puede hacer. Y que si una cosa se puede hacer y permite ganar dinero, si no la haces tú, la hará otro". Es un mundo que no tiene ninguna empatía hacia el resto del universo: "Si el banquero fuera capaz de pensar que el pensionista en lo que estafa es su madre, quizás el mundo estaría mejor". En algunos bancos incluso se valorar positivamente tener en pequeñas dosis el síndrome de Asperger, un trastorno neuro-biológico que limita la empatía. 

¿Viciosos?

Tras hacer 200 entrevistas, Luyendijk se aleja de los estereotipos que han presentado algunos libros y películas, como El lobo de Wall Street. En Entre tiburones no se habla de clubs de strip-tease, ni de drogas... El periodista no niega que haya casos de abusos, pero deja claro que el problema: "no es de psicópatas, jugadores, puteros o psicópatas: es del sistema".

Fuera de control

En el libro se define el sistema bancario como una cosa muy opaca. "un puñado de islas en medio de la niebla, pobladas de mercenarios." Se asegura de que los bancos de inversión son tan complejos que nadie sabe exactamente qué se cuece. Ni siquiera sus directivos. Apunta que "en cada escándalo hay una conferencia del presidente en lo que dice que está sorprendido. Y probablemente es verdad que no tenía ni idea de que pasaba". Explica que hay muchos agentes, en un banco, que pueden hacer perder miles de millones, y que los productos que venden son tan complejos, que no hay nadie que pueda hacer un seguimiento estricto de ellos.

Reguladores ineficaces

Una de las cosas que pone de manifiesto Entre tiburones es que los agentes reguladores no son eficaces. No lo eran antes del 2008, obviamente, y siguen sin serlo. En los bancos los empleados encargados del control tienen mucho menos poder que los que hacen las operaciones; porque al fin y al cabo estos últimos son quiénes hacen ganar dinero al banco. Y los gobiernos no frenan en los bancos porque les faltan herramientas para hacerlo, y porque hay demasiadas complicidades entre élites políticas y financieras. Tampoco la prensa llega a ser un poder capaz de controlar los bancos, porque a menudo se limita a pasar la información que éstos le facilitan.

Un catolicismo sin pecado

Los banqueros que entrevista Luyendijk son muy conscientes de que sus empresas son demasiado grandes para ir a la quiebra. Saben perfectamente que si hay problemas, los Estados tendrán que intervenir para salvarlas. Algunos de ellos son muy conscientes de que esto rompe todas las normas de la teoría económica, y afirman que "el capitalismo sin riesgo es como el catolicismo sin pecado", un mundo que no puede funcionar. El periodista holandés es contundente: "se proclaman liberales, pero el sistema, para ellos, es una especie de socialismo. Pero sólo vale para ellos".

El bonus y el malus

Lo más sorprendente, para Luyendijk, es que la gente que obtiene grandes beneficios cuando la banca va bien, no tengan ningún prejuicio cuando va mal. "Hablamos de bonus anuales de centenares de miles de libras (...) pero los que cobran estas cantidades no son considerados responsables cuando un banco va a la quiebra". Para él haría falta que, igual que se cobran bonus, se impusieran malus a los responsables de los bancos que han ido a la quiebra. "La crisis provoca un daño, pero no lo paga quien lo ha causado", afirma, "y eso es un sistema perverso; la recompensa al banquero es personal, pero el castigo, no".

Sin gobierno

Entre tiburones pone de manifiesto la connivencia de las élites políticas con las instituciones financieras. Y apunta a que esta colaboración puede deberse, en buena parte, a las puertas giratorias. En el libro se revela los pagos millonarios que hizo la banca J.P. Morgan a Tony Blair. Un Tony Blair que fue primer ministro de Gran Bretaña hasta el 2007 y que no puso ningún obstáculo al funcionamiento caótico del sector bancario. En nuestro país también se podría hablar de muchos personajes con trayectorias similares.

La independencia

A preguntas de un periodista, Joris Luyenkijk se ha pronunciado sobre la independencia de Catalunya, y ha sido rotundo: "Si sólo tenéis bancos extranjeros o bancos basados en capitales extranjeros, la independencia no será más que una bandera". Y ha apostado claramente por reivindicar el concepto de comunidad: dice que sólo cuando el grupo se siente involucrado en el bienestar colectivo se pueden construir herramientas para regular los agentes bancarios.

La caída del sistema bancario en el 2008 fue más una cagada que una conspiración

El caos

Cuando analiza el 2008, Luyendijk deja bien claro que la quiebra fue "una cagada y no una conspiración". Y afirma que sería demasiado optimista hablar de conspiración: "si hubiera conspiración habría un plan. A la gente le gustan los malvados, porque un malvado es alguien con quien enfadarse, alguien contra el que combatir". Pero opina que lo que hubo en realidad, fue "mucho peor. Fue el caos". Eso, para él, es mucho más inquietante.

Un mal que volverá

Luyendijk se atreve a pronosticar que volverá a haber otra crisis, aunque asegura que él no es nada apocalíptico. El sistema bancario no ha cambiado en aquello que es esencial: ni se han puesto más regulaciones eficaces, ni ha cambiado su visión del beneficio a corto término. De hecho, el periodista holandés asegura que el nuevo cataclismo ya ha sucedido: en Grecia. "los bancos se han dado cuenta que habían dejado masas dinero a Grecia y que nunca los podrían recuperar, y han exigido que los europeos cubriéramos estas deudas". En realidad, para él, no se ha rescatado a los griegos, sino a la banca... Pero aunque Luyendijk prevé una nueva crisis, no osa dar consejos a sus lectores para afrontarla: La quiebra del sistema bancario es como la guerra. No puedes hacer nada, no puedes prepararte", sentencia.

Un debate inaplazable

Los que opinan que el crack del 2008 no se podría repetir no han sido capaces de suministrar argumentos convincentes, capaces de contradecir los de Joris Luyendijk. Entre tiburones nos alerta sobre la necesidad de intervenir en un mundo que, si bien no es el nuestro, determina nuestro día a día. Un libro imprescindible para aproximarnos a una de las mayores amenazas que se ciernen sobre nuestro mundo.