Aunque parezca una época lejana, hace sólo diez años las plataformas en streaming no tenían ningún peso en el consumo de series de televisión y sólo las cadenas como HBO o Showtime producían buenas ficciones. Hasta que Netflix dio un golpe sobre la mesa. Una pequeña plataforma que hasta hacía poco se dedicaba a alquilar DVDs fichó a dos estrellas de Hollywood como Kevin Spacey y Robin Wright y a un director de la talla de David Fincher para dirigir los dos primeros episodios de la adaptación de una miniserie británica de 1990, House of Cards, creando un producto de una calidad impropia en el mundo del streaming que cambiaría para siempre la visión que, hasta entonces, se había tenido.

El ascenso al poder de Frank Underwood

Era un día como hoy, 1 de febrero, pero del 2013 cuando Frank Underwood se dirigía repentinamente al espectador en aquel primer episodio. Y no era la primera vez que una serie rompía la cuarta pared, pero tampoco estábamos tan acostumbrados como ahora, y chocaba bastante tener a un monstruo interpretativo (y también no interpretativo) como Kevin Spacey interpelándote de forma tan directo.

Lo que nos prometía el protagonista mientras nos miraba a los ojos era que asistiríamos a su ascenso al poder en un proceso donde no tendría ningún tipo de escrúpulos. Y la serie cumplió lo que prometía, con Frank navegando las aguas más sucias del mundo político dejando a más de una víctima por el camino, como la joven Zoe Barns (Kate Mara) en aquel metro o el congresista Corey Stoll (Peter Russo) en un coche aparcado. El viaje fue realmente interesante ya no sólo por el hecho de empatizar con un hombre despreciable - la figura del antihéroe era la moda del momento - sino porque este hombre nos hablaba a nosotros, haciéndonos cómplices de todas las crueldades que llevaba a cabo y que podíamos llegar a entender, no en el sentido moral, pero sí en su objetivo de llegar a la presidencia.

Los altibajos de Claire Underwood

Y en todo este viaje, la figura de Claire Underwood siempre estaba a su lado, lo cual no es sinónimo de darle apoyo. Interpretada impecablemente por Robin Wright, el potente personaje tuvo sus altibajos a lo largo de la serie, con algunos momentos donde los guionistas no tenían muy claro qué hacer para mantenerla empoderada, pero sin eclipsar a Frank. Y cuando llegó su momento de brillar, en una última temporada donde se había despedido a Kevin Spacey por sus escándalos sexuales, no lo hizo tanto como se esperaba. Tampoco fue culpa suya, sino más bien de unos guiones que habían perdido comba ya desde temporadas anteriores, influidos quizás por la marcha de Beau Willimon, el creador de la serie.

House of cards2Claire Underwood está interpretada impecablemente por Robin Wright. / Netflix

Una de las grandes series del siglo

El resultado final, pues, acabó siendo una serie que en un inicio era realmente entretenida gracias a la complejidad de sus personajes y a los constantes giros de guion en el intrincado mundo político norteamericano, pero que se fue perdiendo por el camino para tomarse a ella misma demasiado seriamente. La potencia de los dos protagonistas y los actores que los interpretaban, la factura técnica siempre impecable y la original rotura de la cuarta pared, sin embargo, la acaban colocando entre las grandes ficciones televisivas de este siglo. Al fin y al cabo, House of Cards fue la primera gran serie de Netflix y lo que ha conseguido la plataforma desde entonces ya es historia.