En el Teatro Atrium se vuelve a presentar la obra  Les tres germanes (Deconstructing Txèkhov), una creación de José Sanchis Sinisterra basado en la obra homónima de Antón Pavlòvitx Chéjov (1860-1904). Una pieza que ha sido dirigida por Raimon Molins, alma del Atrium (en realidad, Raimon Molins ya había representado un Chéjov, como actor, en el Lliure: L'hort dels cirerers). El reparto cuenta con las actrices Marta Domingo (Olga), Patrícia Mendoza (Irina) y Mireia Trias (Maixa).

El original de Chéjov

Les tres germanes es la historia de tres jóvenes, hijas de un militar, que viven con su hermano en una pequeña localidad de Rusia después de la muerte de su padre. Tienen la ilusión de volver a Moscú, que ven como un paraíso, pero cada vez les resulta más difícil. La hermana mayor, Olga, es soltera, y trabaja de maestra, un trabajo que no la motiva. La segunda, Masha, se ha casado con un hombre que más tarde acaba por despreciar. Y la tercera, Irina, tiene grandes planes de futuro: quiere trabajar, enamorarse, casarse... Pero sus proyectos que cada vez se complican más. Mientras la hermana mayor adopta posicionamientos conservadores, y la media expresa una cierta voluntad de cambio, la pequeña tiene una clara voluntad de escoger por ella misma su forma de vida. Ante la claustrofobia de la vida local, el único elemento que las anima es la presencia de la guarnición militar en la ciudad. Las hermanas se van hundiendo en un mundo que cada vez las ahoga más. Chéjov describe, con la vida de la familia Prózorov, la decadencia de la clase alta rusa y el malestar existencial que esto genera, todo visto desde los ojos de una mujeres que se van hundiendo económica y vitalmente. Y si en alguna cosa es maestro Chéjov es, justamente, en la descripción de estados de ánimos: el desengaño llegar a ser ahogador. Les tres germanes es, básicamente, una crónica de frustración. Fue una de las últimas obras del escritor ruso: se estrenó en 1901 y el autor murió de tuberculosis en 1904.

Antón Chéjov, retrato de Osip Braz.

La recreación de Sanchis

Los 13 personajes de Chéjov quedan reducidos a la mínima expresión en la obra de Sanchis: sólo las tres hermanas aparecen en escena. Tres personajes que reflejan las ilusiones y las frustraciones de la decadente clase alta rusa. Sanchis preparó este texto especialmente para su representación en el Atrium y para su compañía residente: la Compañía Sala Atrium. Pero Sanchis no se limitó a reducir el número de personajes, para adaptar el texto en un escenario pequeño; el autor valenciano optó para replantearse el conjunto de la obra y, tal como anuncia el titol, "deconstruir Chéjov". La obra se despoja de artificios y las actrices rompen barreras con el público: se le dirigen personalmente para explicar los hechos y para interpretar las reacciones de los otros personajes del escritor ruso, que se mantendrán ausentes. La idea de este teatro minimalista es reducir Chéjov a aquello esencial.

José Sanchis Sinisterra

Una sala idónea

Sanchis Sinisterra juega básicamente con la proximidad entre las actrices y el público. Y las dimensiones de la Sala Atrium son idóneas para un espectáculo de estas características, ya que la primera hilera está colocada prácticamente encima del escenario. La configuración intimista de la sala permite jugar al máximo con la expresividad de los personajes. Un juego de luces y sombras, prácticamente pictórico, enriquece notablemente la obra. Y el hecho que toda Las tres hermanas se represente en una pequeña sala ayuda a reforzar la sensación de ahogo, que llega a ser insoportable, incluso para el espectador. Sólo se podría criticar algún efecto excesivo por la reiteración, como el continuo juego con los siete relojes colocados en todo el perímetro del escenario.