El Memorial Democràtic acoge, a partir de hoy y hasta el 31 de agosto, la exposición Patufet en guerra, la ilusión de la normalidad. A través de la crónica de esta revista infantil, el Memorial trata de ofrecernos una imagen original de la guerra a través de la mirada de los sectores menos politizados de la sociedad: la mirada de En Patufet es, sin duda, una mirada de retaguardia. Y en este universo de retaguardia se nos rebela la función ambigua del humor: defensa frente al miedo, la injusticia, el absurdo... Pero al mismo tiempo herramienta de opresión de los más débiles: no faltan los toques de misoginia, ni los de clasismo. Y simultáneamente, el humor sirve para evadirse de los problemas insoslayables. Una exposición comisariada por Julià Guillamón que nos introduce al mundo bélico de una de las revistas más leídas en la Catalunya de la época.

Una imagen de En Patufet del periodo de la guerra que refleja las colas.

En Patufet, de revolucionario a conservador

El equipo básico de En Patufet estuvo formado por escritores y dibujantes catalanistas, conservadores y católicos, como Josep Maria Folch i Torres, Junceda o Cornet, y era una publicación apadrinada por la derechista Lliga Regionalista. Nació como una revista infantil, pero tenía un humor complejo, que probablemente también atraía a los mayores. En tiempo de la República la revista fue tomando un tono más y más conservador. Cuando estalló la guerra, En Patufet no mostró ningún tipo de entusiasmo revolucionario. En realidad, no lo mostró durante toda la guerra, más allá de algún juego de palabras dedicado a Durruti o alguna petición aislada a los niños de que compartieran sus juguetes con los hijos de los refugiados. Durante mucho tiempo, En Patufet intentó ignorar la guerra, publicando chistes que no tenían nada que ver con el conflicto que se vivía. Muchos de los chistes reflejaban un universo pacífico y burgués, que ya había desaparecido del todo a la realidad de Catalunya. Eso sí, suprimieron cualquier referencia a la religión, o las que había quedaron muy veladas. A pesar de ser colectivizada, En Patufet, quizás por ser una revista juvenil, disfrutó de un amplio margen de actuación. Incluso en los últimos meses de la guerra publicó muchas imágenes que reflejaban la situación de hambre que se sufría en la retaguardia republicana, un tipo de texto por el que podrían haber sido acusados de derrotismo, pero no sufrieron represalias.

La banalización del drama

A partir de 1937, En Patufet empezó a tocar, de forma desdramatizada, y aislada del contexto político, los dramas derivados de la guerra: eran continuos los chistes sobre el hambre (individuos esqueléticos, perseguidos por los perros que los veían como huesos), tiendas vacías o colas inacabables de gente buscando comida, el contrabando, la falta de monedas, los piojos... Incluso ironizaban sobre los bombardeos, pero sin ninguna referencia a los que bombardeaban Catalunya. Es el caso de un individuo que durante un bombardeo dice que siempre se tiene que mirar el cielo, de donde viene el peligro, aunque está a punto de caer en una cloaca por una tapa abierta. O se ironiza sobre el hecho de que, durante la guerra, los "refugios" ya no estaban encima de la montaña sino debajo la ciudad. A pesar de este intento de normalizar la guerra, los autores de En Patufet no consiguieron escapar al drama: algunos incluso sufrieron la muerte de sus hijos.

Chiste d'En Patufet que hacía referencia a las cintas adhesivas que se colocaban en los cristales durante los bombardeos.

El fin de una época

En Patufet sobrevivió durante toda la guerra. La cabecera fue colectivizada, pero siguió publicando sus dibujos y textos, bastante al margen de las directrices sindicales: de hecho, no sufrió mucho la censura. En cambio, aunque sus autores eran católicos y conservadores, la revista no tuvo continuidad después de la guerra. Los editores intentaron garantizar su continuidad, pero las autoridades franquistas no le perdonaron su catalanismo. Además, el franquismo apostaba por una prensa infantil mucho más politizada, destinada a encuadrar a los jóvenes en el Movimiento Nacional. Los autores no se exiliaron ni fueron perseguidos políticamente, pero perdieron su trabajo. Malvivieron dedicándose a otras cosas o pidiendo favores. Algunos tuvieron que acabar dedicándose a escribir en castellano. Joaquim Muntañola, Kim, y Antoni Batllori Jofré, ambos miembros del equipo de redacción de En Patufet acabarían en una revista emblemática, ya algunos años más adelante, el TBO. Pero En Patufet no murió del todo. Muchos ejemplares se preservaron, guardados en el fondo de buhardillas o armarios. Y tendrían una segunda vida: servirían para que todavía muchos y muchos catalanes aprendieran a leer y escribir el catalán en un tiempo en que esta lengua estaba proscrita en las escuelas.

Del cómic en el mundo real

Esta exposición del Memorial Democrático tiene la habilidad de pasar con gran facilidad del mundo del cómic al mundo real: combina los chistes de En Patufet con fotografías, objetos y documentales del periodo de la guerra, que nos muestran de forma bien palpable los referentes de los dibujos. Algunos de ellos son bien chocantes, como un corrusco de pan guardado desde tiempo de la guerra, o las fotografías de algunos individuos antes y después de la guerra (en estas últimas se los ve auténticamente demacrados). Y exponen magníficos descubrimientos, como una película amateur grabada clandestinamente que muestra la situación de la Barcelona en guerra. Todo eso es posible gracias a un trabajo de investigación muy esmerado que nos ofrece documentos impresionantes, como los que vinculan la vida personal de los autores de En Patufet con la vida literaria de la revista. Una exposición que expone, sólo, un pequeño fragmento de la guerra civil, pero que permite una reflexión en profundidad, no sólo sobre el conflicto del 1936-1939, sino sobre cualquier guerra. Patufet en guerra, la il·lusió de la normalidad es una pequeña pero rica exposición que plantea problemas y que no cierra ningún interrogante. De esta forma nos obliga a pensar, sin dogmas, en la guerra, en el humor, en la infancia, en la militancia, en el dolor...