Gonzalo de Reparaz tuvo siempre ambiciones políticas: era un individuo de gran vanidad y estaba convencido de que con su saber podía mejorar notablemente la situación de España. Sus posiciones políticas evolucionaron continuamente: durante algún tiempo mantuvo una cordial relación con el liberal Moret. Más tarde lo criticó sin piedad y se pasó al maurismo. Tampoco duraría mucho en las filas del conservador Antoni Maura. En los años 1920 mantuvo una estupenda relación con Francesc Cambó y con la Lliga Regionalista. Cuando la Lliga perdió la hegemonía en Catalunya, durante la Segunda República, se unió al lerrouxismo (aunque durante la Semana Trágica había pedido que se persiguiera implacablemente a estos republicanos). Al estallar la guerra civil, se sumó a las filas anarquistas y colaboró con la CNT.  Pero a pesar de colaborar a lo largo de su vida con tantas fuerzas políticas, jamás se sumó a ningún partido político, probablemente por su gran egocentrismo. Y siempre consideró a los políticos “parlanchines sin sustancia”.

La voz de la reacción

Reparaz durante buena parte de su vida defendió posturas muy conservadoras, o incluso claramente reaccionarias. Era profundamente antidemocrático, ya que consideraba que sólo algunas personas deberían poder votar y ser votadas. Denostaba el liberalismo. Apostaba por un sistema claramente autoritario: “más autoridad Real, menos parlamento (...); regionalismo; disolución de los partidos (...); disciplina social; saneamiento de las costumbres; verdaderos desposorios con la verdad”.  Confesaba su reaccionarismo: “Declárome, pues, franca y decididamente reaccionario, con lo cual vengo a estar en lo cierto y a ser, además, mucho más moderno que todos los demócratas, liberales y republicanos que posee España: ¡trastos viejos en liquidación!”.  Durante la Semana Trágica pidió una represión ejemplar contra los disidentes. Era tremendamente elitista: “Las plebes no discurren”, afirmaba en 1928, mientras abogaba por un gobierno aristocrático: “No gobiernan las muchedumbres, sino los grupos sociales superiores”.  No sólo consideraba que el pueblo era incapaz, sino que añadía que “es inmoral y sentimental”. Por ello manifestaba su oposición más feroz al comunismo y al socialismo.

Admiración por lo local

Reparaz mostrava una gran admiración por el filósofo reaccionario francés Charles Maurras y por sus seguidores de la Action Française, como Eugeni d’Ors, Franco y tantos otros intelectuales españoles de la época. Para Reparaz el sufragio universal no solo implicaba una democracia “postiza”, sino también la imposición de una ideología foránea. Para él las ideas ilustradas eran cultura “extranjera” y, por tanto, no era posible que funcionaran en la realidad española.

Un portugués catalanista

Pese a su conservadurismo, Reparaz, nacido en Oporto y defensor del iberismo, simpatizó con el nacionalismo catalán, y se enfrentó al centralismo castellano.  “El pleito de Cataluña no es con Castilla, sino con el Estado español, el cual es castellano por accidente de su instalación en aquella comarca, de donde ejerce su acción asimilista y unificante”, decía en uno de sus escritos más mesurados.  En otros textos lanzaba virulentas diatribas contra Felipe IV y el conde duque de Olivares. El catalanismo de Reparaz en buena parte tenía su origen en su colonialismo: como creía que la principal misión de España era lanzarse a la expansión ultramarina, pensaba que la capital debía instalarse en un sitio costero y con una economía dinámica, y opinaba que Barcelona debía ser la capital del gran imperio ibérico.

El Imperio en el centro

Reparaz siempre fue muy crítico con la llamada “leyenda negra” y formuló grandes apologías del imperio colonial español en América: “Nosotros quisimos crear en esos nuevos mundos nuevas sociedades inspiradas en la doctrina de Cristo, y allí están las leyes de Indias, el más noble monumento que han visto los siglos, para dar testimonio del alto y sano propósito civilizador de España”. Además, durante toda su vida apostó por la presencia colonial española en Marruecos. Incluso colaboró con África. Revista de Tropas Coloniales, la publicación dirigida por Franco. No obstante, no era partidario del colonialismo brutal de los militares africanistas, sino que abogaba por una “penetración pacífica” en Marruecos.

Giro a la izquierda

Cuando cayó la monarquía, Reparaz hizo un gran giro a la izquierda que se reforzó con el ascenso de los totalitarismos. El geógrafo portugués rechazaba a Hitler (“la sabia Alemania embrutecida”) y a Mussolini (“un corista de ópera barata vestido de guerrero en guardarropía”). Sus posicionamientos elitistas quedaron completamente desplazados y empezó a argumentar que el pueblo debía tomar el protagonismo político.

Ideólogo del franquismo

Y a pesar de que en los últimos años de su vida Reparaz se convirtió en un ferviente anarquista, en el fondo su obra fue decisiva para la ideología franquista. Su doctrina sobre la unidad ibero-bereber fue empleada abundantemente por Franco y los suyos, aunque sin citar a su autor, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando el franquismo reivindicaba una ampliación del imperio español en África. El irredentismo español se inspiraba justamente en la supuesta unidad de los pueblos de la Península y del protectorado. Y cuando el resto de potencias coloniales empezaron a descolonizar África, en los años 1960, el franquismo volvió a resucitar las tesis de Gonzalo de Reparaz para argumentar ante la ONU que existía una hermandad hispano-africana y que lo que practicaba España en África no era colonialismo. El geógrafo portugués fue el gran ideólogo de la llamada "provincialización", que trató de encubrir el colonialismo alegando que las colonias eran provincias. Al fin, el anarquista Reparaz resultó ser uno de los ideólogos del franquismo.