Barcelona, 2 de julio de 1939, hace 86 años, cinco meses después de la ocupación franquista de la ciudad y cuatro después de la conclusión de la Guerra Civil española (1936-1939). Wenceslao González Oliveros —exmilitante del Partido Republicano Radical (1910-1923), liderado por el anticatalán Alejandro Lerroux, y de la Unión Monárquica Nacional (1930-1936), de la oposición antirrepublicana al régimen republicano, y, posteriormente, miembro de la Junta Técnica del Estado (1938-1939), el gobierno de la rebelión durante el conflicto civil, y, más concretamente, jurista de la comisión que debía dictaminar la ilegitimidad de los poderes actuantes del régimen republicano— era nombrado gobernador civil de Barcelona.

Grafiti del régimen franquista en la época de González Oliveros. Fuente Enciclopedia Catalana
Grafiti del régimen franquista en la época de González Oliveros / Fuente: Enciclopèdia Catalana

La Barcelona de la primera posguerra

La ciudad que encontró González Oliveros estaba diezmada por los terribles bombardeos contra la trama urbana y la población civil, perpetrados por la aviación rebelde durante la última fase del conflicto civil (1938-1939); por la escasez de alimentos, que había convertido Barcelona en un gran escenario de especulación y de hambre, y por una epidemia de tuberculosis, que había estallado el mes de mayo anterior, que estaba afectando a todas las clases sociales, especialmente a las más humildes. Con este dramático paisaje, uno puede pensar que las prioridades de González Oliveros serían la reconstrucción de la ciudad, la alimentación de la población y el control y erradicación de las epidemias. Pero, ¿realmente fue así?

¿Quién era, realmente, González Oliveros?

González Oliveros, era un profesor universitario que, durante el ejercicio de su profesión docente, había destacado por sus postulados radicalmente anticatalanes. Desde las aulas de las universidades de La Laguna, Santiago y Salamanca, había blasfemado con una extraordinaria vehemencia contra los proyectos catalanes de autonomía de la Mancomunitat (1913-1923); contra la oposición catalana clandestina a la dictadura de Primo de Rivera (1923-1931), o contra la restauración del autogobierno durante la etapa republicana (1931-1939). Durante el régimen dictatorial de Primo de Rivera (1923-1930/31), fue director general de enseñanza superior y desplegó una sórdida campaña contra las universidades catalanas para impedir el uso del catalán.

Gonzalez Oliveros en la recepció a Himmler a Barcelona (1940). Font Calaix de Cultura. Generalitat de Catalunya
González Oliveros en la recepción de Himmler en Barcelona (1940) / Fuente: Calaix de Cultura (Generalitat de Catalunya)

¿Cuál fue la prioridad de González Oliveros al llegar a Barcelona?

Cuando González Oliveros llega a Barcelona (julio de 1939) y fija un orden de actuaciones, sus prioridades no tienen ninguna relación con las necesidades de la gente. Para González Oliveros, que muchas familias barcelonesas vivieran en condiciones infrahumanas (en edificios bombardeados, con las paredes, las escaleras y los techos dañados, y amenazando con caer) era secundario. Que muchas familias barcelonesas se alimentaran en condiciones precarias (con racionamientos que no aportaban las proteínas necesarias para garantizar, por ejemplo, el crecimiento de los pequeños) era secundario. Que la epidemia de tuberculosis estuviera provocando, diariamente, la muerte de cuatro personas (extraoficialmente, esta cifra se multiplicaría por ocho) era secundario.

Entonces, ¿cuáles eran las prioridades de González Oliveros?

La prensa de la época (La Vanguardia Española) revela que el gobernador González Oliveros adquirió notoriedad en su particular cruzada contra la rotulación en catalán del nomenclátor viario de la ciudad. Según la misma prensa, González Oliveros salía por las calles de la ciudad en mangas de camisa y chaleco (era verano), acompañado por una dotación de la Guardia Civil y armado con un mazo, un cincel y una escalera, y empleaba todas sus energías en romper y arrancar todas las placas del nomenclátor viario colocadas durante la época republicana y rotuladas en catalán. Mientras tanto, durante cada uno de aquellos días habían muerto cuatro personas (extraoficialmente, más de treinta) a causa de la tuberculosis.

González Oliveros, Mateu Pla, i Milà Camps. Font Universidad Carlos III, Museu de Perelada, Diputació de Barcelona
González Oliveros, Mateu Pla y Milà Camps / Fuente: Universidad Carlos III, Museu de Peralada, Diputació de Barcelona

¿Cuáles eran las otras prioridades de González Oliveros?

De nuevo, la prensa de la época (La Vanguardia Española) publica que González Oliveros dedicaría sus esfuerzos a la actividad de un rondín ('una patrulla represiva', en la terminología del régimen nacionalcatólico de Franco). Este rondín se dedicaría a la detección y desarticulación de escuelas clandestinas que impartían en lengua catalana. La misma prensa destaca una de sus actuaciones, también en mangas de camisa y acompañado por una dotación de la Guardia Civil, en la detención de una pareja de maestros (un matrimonio, según la nota) que habían escolarizado en catalán a un grupo de niños en Gavà. Mientras tanto, durante cada uno de aquellos días, docenas de personas enfermaban y, con el decurso del tiempo, acababan muriendo por la falta de alimentos.

¿Qué pasó con González Oliveros?

El 14 de diciembre de 1940, González Oliveros cesaba en el cargo y, el 20 de diciembre de 1940, era nombrado —¡oh, sorpresa!— presidente del Tribunal de Responsabilidades Políticas, el máximo organismo represivo del régimen nacionalcatólico de Franco. A finales de 1940, coincidiendo con su relevo, se decretaría el fin de la epidemia de tuberculosis en Barcelona. Según las fuentes oficiales, aquella crisis sanitaria habría provocado más de 2.000 muertes, pero la investigación historiográfica moderna cifra el balance de muertos en 16.000. Personas, de todas las edades y condiciones, morían cada día mientras González Oliveros esmeraba sus energías arrancando las placas del nomenclátor rotuladas en catalán o deteniendo a maestros que escolarizaban en catalán.