València, 15 de marzo de 1506. Hace 517 años. Fernando II de Catalunya y Aragón, de 54 y viudo de Isabel de Castilla y León; y Germana de Foix, soltera, 18 años y sobrina del rey Luis XII de Francia, se casaban en la catedral. Fernando, que había perdido prematuramente a su único hijo masculino legítimo (Juan, 1497) y que había sido apartado del trono de Toledo en beneficio de su hija Juana y de su yerno Felipe ("Viejo catalanote, vuélvete a tu nación", 1504); se casaba, de nuevo, con el objetivo de engendrar descendencia. Todo apunta a que el propósito de Fernando era restaurar la figura del difunto Juan; y situar, de nuevo, el patrónimo Trastámara en la cima de su ambicioso proyecto político hispánico. Pero viendo lo que pasó posteriormente... ¿podemos asegurar que este era el verdadero propósito de Fernando el Católico?

¿Cuál era el papel de Fernando viudo?

Los Reyes Católicos no unieron nada. Su matrimonio dio como resultado la creación de un edificio político denominado Monarquía Hispánica (y no España) y formado por varios estados independientes. Y eso, que la historiografía nacionalista española ha negado obstinadamente, queda manifiestamente patente —entre otras cosas— a partir de la defunción de Isabel Í, reina de Castilla y León (26 de noviembre de 1504). El viudo Fernando intentó que las cortes castellanoleonesas lo elevaran de la categoría de rey consorte a la de rey titular. No era una tarea fácil, pero contaba con el precedente de su padre Juan II de Catalunya y Aragón, que al enviudar de Blanca, reina de Navarra (1441), se había sentado —en solitario— en el trono de Pamplona (con sus armas retronando en las fronteras del reino) en perjuicio de su propio primogénito, Carlos de Viana.

La renuncia de Fernando

Pero Fernando nunca había tenido apoyos importantes en Toledo. Su perfil (es el gran político de su época) y sus consejeros (los catalanes y valencianos que lo acompañan por todas partes); causaban terror entre la alta nobleza castellanoleonesa; que se miraba aquel conjunto de personajes como la peor amenaza a sus intereses de clase. Y eso quedó patente en el momento en que Isabel murió y Fernando hizo varios movimientos para ocupar el trono en solitario. Las cortes castellanoleonesas (alta y baja nobleza, jerarquías eclesiásticas) lo despacharon con un "Viejo catalanote, vuélvete a tu nación" que pasaría a la historia. Fernando, consciente de su debilidad, firmó la Concordia de Villafáfila (27 de junio de 1506): renunciaba a su objetivo en favor de su hija Juana y de su yerno Felipe; pero se miraba el trono de reojo mientras se retiraba astutamente.

Felipe y Joana, yerno e hija de Fernando el Católico. Fuente Museo del Louvre, Paris y Museo de Arte de Viena
Felipe y Juana, yerno e hija de Fernando el Católico / Fuente: Museo del Louvre, París, y Museo de Arte de Viena

El Tratado de Blois

La historiografía nacionalista española ha explicado la renuncia de Fernando como un acto de magnanimidad: no quería sumir Castilla y León en una sangrante guerra civil. Pero lo cierto es que Fernando no tenía la necesidad de entregarse a un conflicto militar. Habría sido con la participación de la Corona catalanoaragonesa y con el riesgo de convertir aquel conflicto en una guerra continental. En cambio, Fernando trazó una estrategia que exigía maniobrar con tranquilidad y con el gasto mínimo de recursos militares (la Corona catalanoaragonesa estaba inmersa en la Guerra de Italia). Y seis meses antes de la renuncia de Villafáfila, había firmado el Tratado de Blois (12 de octubre de 1505) que le aseguraba la no injerencia francesa y a Luis XII de Francia le permitía situar a su sobrina (y sus intereses políticos) en la corte de Barcelona.

Luis XII de Francia y Fernando el Católico
Luis XII de Francia y Fernando el Católico

¿Qué pretendía Fernando con Germana?

Cuando Fernando se casó con Germana ya era un hombre de edad avanzada para la época. Y eso se puso de relieve a la hora de engendrar descendencia. Fernando y Germana solo tuvieron un hijo, Juan, que solo vivió unas horas (3 de mayo de 1509). No obstante, aquel movimiento pone de manifiesto el objetivo de Fernando: separar la Corona catalanoaragonesa del conglomerado hispánico y convertir al pequeño Juan en su relevo. Desde que había muerto Juan (el heredero que había engendrado con Isabel, 1497), había perdido la esperanza de ver la culminación del proyecto hispánico en la persona de un Trastámara. Fernando no podía prever el género de la descendencia de sus nietos (los hijos de Juana y Felipe); ni aventurar una nueva unión dinástica a dos o tres generaciones vista. Pero sí que podía impedir que un Habsburgo acabara ocupando el trono de Barcelona.

Maximilià Habsburgo (consuegro de Ferran) y Carles Habsburgo (nieto de Ferran). Fuente Museo de Arte de Viena
Maximiliano Habsburgo (consuegro de Fernando) y Carlos Habsburgo (nieto de Fernando) / Fuente: Museo de Arte de Viena

La viuda Germana

Germana se paseó por las diferentes cortes hispánicas con una frivolidad extrema, que contrastaba con el clima austero que habían impuesto los Reyes Católicos. No engendró más descendencia y en 1516 enterró al marido y el proyecto político. Después, con la llegada de Carlos de Gante (1518), mantuvo una tórrida relación con su "nieto" (solo los separaban doce años), y con el escándalo a punto de nieve, el "nieto" la casó con Juan de Brandeburgo y la nombró virreina de València. Fue en esta misión que dio la auténtica medida de su personalidad: reprimió la Revolución popular de la Germanía con una brutalidad aterradora. Firmó más de ocho mil sentencias de muerte. Y fue, también, la introductora del castellano y la inductora de su uso entre la aristocracia latifundista valenciana que había derrotado a la Germanía.

Representación de la Madre de Diez de los Reyes Católicos. En|A la izquierda Felipe y su primer heredero Joan. Y a la derecha Isabel. Fuente Museo del Prado
Representación de la Virgen de los Reyes Católicos. A la izquierda, Felipe y su primer heredero Juan. Y a la derecha, Isabel / Fuente: Museo del Prado