La genetista Gemma Marfany, colaboradora habitual de ElNacional.cat, y su compañero de Departamento David Bueno, reciben este martes, ex aequo, la VI Distinción otorgada conjuntamente por el Claustro de Doctores y el Consejo Social de la Universitat de Barcelona a las mejores actividades de divulgación científica y humanística, con la que se pretende reconocer a las personas que han llevado el conocimiento científico de la academia al conjunto de la sociedad. Marfany ha sido premiada por los artículos publicados a ElNacional.cat y también por otras colaboraciones con medios de comunicación. Y ha sido candidata gracias al apoyo de sus compañeros de trabajo, que son los que han propuesto su candidatura, al reconocer su tarea de divulgación del conocimiento. Gemma Marfany es la primera mujer en recibir el premio, y ha agradecido mucho que así se ayude a visibilizar a las mujeres científicas.

Reivindicación de la divulgación

Los dos genetistas han estudiado en Barcelona y Oxford y son profesores del Departamento de Genética, Microbiología y Estadística. Ambos tienen una larga trayectoria docentes e investigadora, pero han ido más allá y se han dedicado a actividades de transferencia del conocimiento, intentando que el conocimiento científico salga de la Universidad y gane la calle. Los dos han afirmado que haría falta que la universidad valorara más este tipo de acciones. Y Marfany tiene muy claro que esta es una necesidad básica, por motivos científicos, pero también éticos: "Hay que llegar a la sociedad, porque la universidad pública se debe a la sociedad. Hace falta que haya un retorno". Apunta que la sociedad cada vez anhela más este retorno y compara la tarea de divulgación científica con el acto de sembrar: nunca se tiene la seguridad de que las semillas fructifiquen, pero si se hace bien y sistemáticamente, al fin algunas semillas fructifican.

Analfabetismo científico

Marfany se siente molesta porque a la sociedad actual no se valora a nivel global el conocimiento científico: "Vivimos en una sociedad bastante analfabeta científicamente... Todo el mundo se sorprende que alguien no sepa quién fue Shakespeare o Cervantes, pero en cambio a nadie le extraña que no se conozca a ningún científico, aunque la ciencia y la tecnología están conviviendo siempre entre nosotros". Añade que "hay mucha gente que dice sin ninguna pudor que no sabe una pizca de ciencia; a mí se me caería la cara de vergüenza...". David Bueno coincide con ella y afirma que difundir el conocimiento científico también es "una forma de empoderamiento social", una forma de mejora democrática. "Como sociedad tenemos que tomar decisiones que requieren un conocimiento científico y tenemos que saber qué implicaciones tienen nuestras decisiones". Y critica el debates sobre los transgénicos en Catalunya, en el que "mucha gente hablaba de cosas que no entendía".

La raíz de todo

Gemma Marfany cree que parte del problema parte del sistema educativo: "No tiene sentido querer que la gente se especialice a los 12 años. Se renuncia a las matemáticas o a las lenguas demasiado pronto...". Apuesta por una educación generalista, con una base sólida, asegurando que después la especialización no es difícil. David Bueno también se muestra preocupado por la educación, y cree que la enseñanza tendría que tender a dar menos contenidos pero más sólidos. Pero a los dos tampoco les parece que se valore suficientemente el trabajo de difusión en el marco académico. Los protocolos académicos tan sólo suelen valorar la docencia y la investigación, y dejan en muy mala posición las tareas de divulgación, aunque Joan Coromines, del Consejo Social de la UB, apunta que estos aspectos se empiezan a tener en cuenta, aunque hay problemas para cuantificar estos actividades. Al fin, Marfany y Bueno han querido dejar claro que buena parte de la tarea de difusión científica se hace a costa de voluntarismo. Los profesores universitarios, de forma a menudo altruista, y sin que conste nunca en su expediente, se dedican a dar conferencias, a escribir artículos a prensa, a colaborar en programas de radio, a participar en jurados... Xavier Maria Triadó, del Claustro de Doctores de la UB, ha reconocido que mucha gente hace divulgacióno, sencillamente porque "hace lo que piensa que tiene que hacer, sin incentivos...".

Contra la arrogancia de la ignorancia

Los dos científicos premiados se muestran, a pesar de todo, preocupados por el crecimiento de teorías abiertamente anticientíficas, que difunden fake news que tienen un amplio seguimiento y a veces consecuencias negativas para la gente (y ponen como ejemplo las campañas antivacunas o el rechazo a los transgénicos). David Bueno afirma que la difusión de estos mensajes hace patente que la divulgación científica es de lo más necesaria. No sólo hay que hacer difusión de los resultados de las investigaciones científicas, sino que también "hay que difundir el mismo método científico. Hay que explicar muy bien cómo se hace la ciencia". Gemma Marfany está convencida de que la divulgación científica no puede llegar a convencer a todo el mundo, pero opina que "sembrar conocimiento puede ayudar a tocar muchos cerebros". Y se refiere especialmente a los jóvenes: "Creo que los científicos estamos perdiendo a gente joven porque no sabemos transmitir la ciencia, ya que se vende como una cosa muy complicada".

La genética, decisiva

Gemma Marfany y David Bueno advierten que el hecho que la población en general no tenga conocimientos científicos en su especialidad, la genética, puede ser extremadamente negativo. Explican: "La gente sabe que es el ADN, pero no llega a entender todas las implicaciones que tiene la genética. En realidad, todavía ahora estamos descubriendo muchas cosas". Pero advierten que "La genética será decisiva en nuestro futuro. Y saber de qué va nos empodera". Advierte que hay gente  en Estados Unidos que está entregando su ADN a empresas, como si fuera un juego y eso es muy peligroso, "porque también están cediendo muchas cosas", cosas que ni siquiera les pertenecen. Marfany quiere convencer a la gente de que "Tu ADN no es tuyo, es un legado. Es un puzzle que sale de tus ancestros. Cuando cedes tu ADN eso afecta también a tus hermanos, a tus hijos, a tus sobrinos...". Marfany tiene muy claro que el Big Data genético es extremadamente peligroso, y por eso hay que conocer sus posibles complicaciones. Pero afirma que también puede tener efectos muy positivos si se trata de forma anónima y con utilidad pública. Asegura que los estudios genéticos pueden ayudar a mejorar sensiblemente la salud de la población en pocos años.

Las emociones, la clave

Bueno apuesta por acercar los diferentes tipos de conocimientos con el fin de garantizar la mejora de la ciencia: "Hemos vivido demasiados tiempos desconectados entre ciencias y humanidades". Gemma Marfany está de acuerdo en eso, y también cree que hay que buscar estrategias para conseguir que las ciencias lleguen a un público muy amplio: "Nuestra tarea, la de los divulgadores científicos, es encontrar metáforas fácilmente comprensibles para explicar a la gente conceptos que tienen que ser rigurosos", explica. Pero Bueno, lo tiene claro, la clave de la divulgación se encuentra en los sentimientos, y eso no es nada sencillo: "Tienes que combinar la racionalidad científica con las emociones, que son las que facilitan llegar a la gente, pero nos cuesta dominar este equilibrio".