Ha llegado a las librerías El final de la soledad, de Benedict Wells (Les Hores, en catalán; El fin de la soledad, en castellano, en Malpaso). Un libro sobre la superación de la pérdida que ya ha tenido un gran éxito en los países en que se ha editado. Su editora catalana, Maria Sempere, afirma que la mayor fuerza de este libro radica en sus personajes y apunta que su autor, a pesar de su juventud, muestra una gran madurez (alguien dijo que "escribe como un viejo sabio"). Wells ha vuelto a Barcelona, una ciudad que conoce bien, para presentar este libro. Muy joven y tímido, ha explicado a la prensa qué lo ha llevado a escribir un libro caracterizado por su dureza, pero también por su ternura.

Paralelismos

El protagonista de la obra es un niño huérfano que pasa su infancia en el internado y que, más tarde, intenta encontrar su lugar en el mundo después de la muerte de sus padres. El personaje central comparte protagonismo con sus hermanos, que tienen un perfil muy diferente al suyo y que se usan como contrapunto. Wells asegura que, aunque él no ha vivido una historia como la del protagonista de El fin de la soledad, para escribir esta novela se ha inspirado en sus propias experiencias de pérdida, cambio, angustia, soledad... Pasó 13 años de su infancia en un internado, porque sus padres se arruinaron, y asegura que esta experiencia le marcó mucho. Ahora bien, considera que la soledad que titula su novela no lo ha dejado nunca. Y no cree que en realidad lo deje jamás: "No hay nunca un fin para la soledad", sentencia pesimista: "La soledad nunca acaba".

Sentimiento sin sentimentalismo

Malcolm Barral, editor de Malpaso, apunta que uno de los aspecto más destacables del libro es que es muy emotivo, sin caer en el sentimentalismo, pero al mismo tiempo el humor está muy presente en el texto. Wells reconoce que mantener este tono era una tarea complicada. Y afirma que en esta novela "va a pecho descubierto" y no se esconde en la ironía, lo que resulta muy difícil para él. Muy tímido, apunta que "Hay cosas que no puedes decir, sólo puedes escribir, porque cuando hablas piensas, y cuando escribes sólo sientes". Wells confiesa que para escribir usa la música para facilitar que surjan los sentimientos que quiere describir y sugiere que los libros tendrían que tener banda sonora. Y, de hecho, ha elaborado para sus lectores una playlist de los temas que cree que hacen un maridaje con su libro.

Un joven decidido que pasó por Barcelona

Benedict decidió a los 19 años que no continuaría estudiando y que se dedicaría a escribir. "He amado mucho a la escritura", afirma ruborizado, y añade que su gran temor era "llegar a los 50 años y tener la sensación de haber fracasado por no haber intentado escribir". No le fue fácil: cuando empezó a llevar sus primeros escritos a los editores se había acabado la moda de los escritores jóvenes y le rechazaban un manuscrito tras el otro. Pese a sus fracasos iniciales, no desfalleció. Combinaba trabajos esporádicos con horas y horas de escritura. Tuvo muchos problemas, pero acabó teniendo éxito. De 2010 a 2013 vivió en Barcelona, donde pasó buena parte del tiempo encerrado, escribiendo. Vivía en un piso compartido, con gente muy diversa, en el barrio de Sant Antoni; asegura haberse divertido mucho en "una ciudad de la cual nunca, nadie, me ha hablado mal". Durante este tiempo estuvo escribiendo su cuarto libro, El fin de la soledad, una obra que le ha costado 8 años de acabar. Asegura que una parte importante de su trabajo fue hacer recortes, ya que el libro había llegado a tener 800 páginas y ha quedado en unas 280. Dice que ahora, viéndolo en perspectiva, se da cuenta de que Barcelona tuvo una influencia inconsciente en esta obra: El fin de la soledad habla mucho de la amistad, y se dio cuenta de la importancia de la amistad en Barcelona. Se siente sorprendido de la importancia que ha tomado el independentismo en pocos años; "Ahora el proceso es como una carga sobre los hombros de la gente. No puedes olvidar el tema".

Nada contra la comercialidad

Benedict Wells asegura que es más aficionado a la literatura norteamericana que a la alemana (exceptúa a algunos de sus autores favoritos, como Stefan Zweig). Afirma que en Alemania hay tendencia a separar la buena literatura del entretenimiento, y que muchos de los "grandes autores" alemanes son difíciles de leer. Lo contrapone a la situación de Estados Unidos, donde la buena literatura está pensada para ganar el máximo de lectores (también alaba la tarea de Ishiguro, y dice que sus libros fueron sus maestros). Él tiene muy claro que quiere hacer literatura legible, para mucha gente. El éxito que ha tenido El fin de la soledad en los países donde se ha editado es la demostración de que ha acertado. Y eso que él confiesa que esta es su novela más personal, que escribía sólo para él, y que no creía que interesara a mucha gente.

Nueva editorial

Maria Sempere, editora de Les Hores, ha querido aprovechar el lanzamiento de Del final de la soledad para dar más publicidad a su iniciativa, una nueva casa editora que va por su quinto libro. Una editorial que se ha especializado en la publicación de libros sobre "la vida, la muerte y las cosas importantes", y eso desde un punto de vista moderno. El nombre de la editorial es un homenaje a Michael Cunningham y a su libro Las horas, con el que ganó el Pullitzer. Una obra que Sempere cree todo un referente para su concepto de lectura.