Durante la II Guerra Mundial Estados Unidos preparó una unidad de espionaje y guerrilla, integrada por republicanos españoles, que infiltró en la Península y en el Marruecos español para recoger informaciones sobre la España franquista y para preparar una eventual invasión aliada a estos territorios. Una historia muy poco conocida que explica el documental Espías en la arena. Objetivo España, realizado por Pablo Azorín y Marta Hierro, y producido por Quindrop y Dacsa, con coproducción de IB3, la televisión de Balears, y de TVE. Un vídeo que se puede visualizar online en la página de IB3 a la carta y que próximamente se pasará por TVE. Este documental ya ha ganado varios premios en festivales, entre ellos el premio del público del Memorimage - Festival Internacional de Cine de Reus.

Trailer Oficial "Espías en la arena. Objetivo España" from Quindrop on Vimeo.

El trampolín norteafricano

Tras la Operación Torch y la invasión aliada de África del Norte, los norteamericanos empezaron a plantearse la necesidad de tener información sobre la España franquista, sobre todo por miedo a que el territorio español de la Península o del Norte de África fuera utilizado por el Eje para atacar a las fuerzas aliadas destacades en Gibraltar o en el Magreb. Para hacerlo, buscaron a republicanos españoles residentes en Argelia, muchos de los cuales acababan de ser liberados de los campos de concentración donde los habían recluído los franceses. La Office of Strategic Services (OSS), la agencia de espionaje norteamericana (precursora de la CIA), organizó con ellos una unidad militar a la que se formó con técnicas de infiltración, guerrilla, comunicaciones y explosivos. La intención era infiltrarlos en la Península y en el Marruecos español con el fin de obtener informaciones, pero también para preparar una eventual acción militar aliada.

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Amistades peligrosas

Los aliados temían que entre sus agentes se infiltraran simpatizantes del fascismo, y por eso reclutaron prioritariamente republicanos probados, en su mayoría militantes del PCE. De esta forma, los primeros grupos armados desembarcados en España, en junio de 1943, eran formados por comunistas, y disfrutaron de la ayuda de las estructuras clandestinas del PCE. Estos guerrilleros estaban dispuestos a colaborar con los americanos, pero también querían aprovechar el apoyo armamentístico y logístico de EE.UU. con el fin de combatir a la dictadura franquista. La situación de los infiltrados era muy complicada, porque el PCE se oponía a toda colaboración con EE.UU. y en ocasiones no facilitó sus acciones.

Un catalán al frente

El enlace entre el OSS y los espías republicanos era un catalán de Esquerra Republicana, Ricard Sicre, que había fichado por el espionaje americano y usaba el nombre de Richard Sickler. Él se encargó del entrenamiento de los espías, de la coordinación de la logística y del apoyo a los infiltrados. Colaboraría con el espionaje norteamericano durante toda la guerra. Más tarde, desengañado de todo, volvería a España y se convertiría en un influyente empresario, con muy buenas conexiones con el mundo de los negocios norteamericano, y con las élites franquistas. La misma productora de Espías en la arena impulsó, hace cuatro años, un documental sobre este peculiar personaje, Agente Sicre, el amigo americano.

AGENTE SICRE, El AMIGO AMERICANO from Quindrop on Vimeo.

Operación Banana

La infiltración aliada recibió el nombre de Operación Banana, porque el centro de llegadas de espías era Málaga, una ciudad que se había bautizado con el nombre en clave Banana (Barcelona era Cereza, y las otras ciudades recibían también nombres de frutas). Desdichadamente, el nombre fue premonitorio. La operación fue un desastre. Los espías nunca consiguieron obtener información esencial y tuvieron muchas dificultades para cumplir sus misiones. Y, evidentemente, no consiguieron derrocar a Franco.

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Entre la guerrilla y el soborno

La operación guerrillera chocó con un enemigo firme, el embajador británico Samuel Hoare, que estaba convencido de que podía frenar la germanofilia del régimen franquista. Lo haría, no desde el enfrentamiento abierto, sino desde una estrategia diametralmente distinta: el soborno. Con la ayuda del banquero Joan March, "el último pirata del Mediterráneo", organizó una trama para pagar grandes cantidades a los generales franquistas a cambio de que España abandonara su apoyo al Eje. La estrategia de Hoare fue exitosa y eso supuso una disminución del compromiso americano con la Operación Banana.

Dura caída

La red de espionaje se descubrió por la delación de uno de sus miembros, El Chato. La caída sería durísima, porque arrastraría a buena parte de la red clandestina del PCE en el interior: 200 personas fueron detenidas: en Andalucía, en Madrid, en Melilla... Muchos sufrieron terribles torturas. Fueron muy pocos los que consiguieron escapar. Uno de ellos, José Centurión, todavía volvería a Andalucía, desde África del Norte, para reincorporarse a la lucha antifranquista.

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Traición y olvido

La caída de la red de espionaje abrió una crisis diplomática entre Madrid y Washington. Pero el franquismo, que no se quería indisponer con los EE.UU., no acusó a los detenidos de espionaje, sino de rebelión. Se dictaron penas ejemplares de prisión, y varias personas fueron condenadas a muerte. Los espías confiaban en que el gobierno de Estados Unidos intervendría para evitar la ejecución. Pero la embajada norteamericana en Madrid se lavó las manos, y los condenados no recibieron el indulto. Fueron fusilados. Hasta ahora el OSS no los ha reconocido como agentes a su servicio.

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Carta de despedida a su familia de uno de los condenados a muerte.

Documentación exhaustiva

Espías en la arena es un documental que descubre una realidad que había permanecido oculta durante mucho tiempo, y lo hace de forma muy seria, con el testimonio de los familiares de los infiltrados y con abundante documentación. Los autores del documental han recorrido los archivos del OSS, los National Archives británicos, los fondos policiales y judiciales de los archivos españoles y el archivo histórico del PCE. Además, el documental cuenta con una realización muy esmerada, con la incorporación de imágenes casi desconocidas, como las procedentes del documental norteamericano The March of Time. Inside Fascist Spain. Uno de los grandes aciertos es el recurso a la animación (a cargo de Luis Ozonas y Flavia Gargiulo) para completar aquellos aspectos de la historia para los que no disponemos de imágenes ni vídeos. Espías en la arena es un ejercicio de primer nivel de divulgación histórica, pero también de recuperación de la memoria histórica.