Tengo que admitir que descubrí Escher con La casa de empeños, uno de los mejores programas de televisión de todos los tiempos.

Imposible no sentirse fascinado por este (sub)mundo de compraventa de objetos regentado por Rick Harrison: un señor con una retirada a Homer Simpson, pero que sabe mucho de casi todo, y su estrafalario séquito: su hijo Corey 'Big Hoss' Harrison y el mejor amigo de este, Austin 'Chumlee' Russell, white trash en estado puro. Un recuerdo especial para Richard Benjamin Harrison, el 'viejo'. El padre de Rick y abuelo de Corey, un hombre entrañable, antiguo miembro de la marina norteamericana: luchó en la Segunda Guerra Mundial, Corea y Vietnam, que siempre se dormía en el trabajo. Eso o comía pasteles. Estaba suscrito a un club de pasteles y cada semana le enviaban uno diferente. Murió de Parkinson el 2018 a los 77 años.

Harrison tiene una casa de empeños en Las Vegas por donde pasa todo tipo de gente a vender todo tipo de cosas. Hay que se piensan que tienen tesoros que valen una fortuna y en realidad es chatarra sin valor. Hay que piensan que tienen tesoros que valen una fortuna y en realidad son tesoros que valen una fortuna.

Escher explicando un sólido tridemensional a Chris Derks, 1954

El hombre que tenía dos Escher


No nos engañemos, en la televisión todo es mentira. En este caso, una gran farsa organizada para dar forma a un programa de televisión de nombre Pawn Stars, que en nuestro cosmos catódico llegó bajo el nombre, muy gráfico e ilustrativo, de La casa de empeños. No es menos cierto que bajo el envoltorio de espectáculo de casino decadente de Las Vegas, hay un programa con el que se pueden aprender muuuuuuuchas cosas. Yo, como ya he reconocido, supe quién era Maurits Cornelis Escher.

Un día, un tipo se presentó en la tienda del Rick diciendo que tenía dos originales de Escher. Una trola como un piano. Aquel hombre seguro que no tenía ni uno de aquellos cuadros en que un grupo de perros fuman y juegan a las cartas (cuyo original, como aprendí en La casa de empeños, cuestan un pastón). Pero las dos ilustraciones que quería empeñar eran reales.

De hecho, como supe tiempo después, eran dos de las obras más icónicas del artista holandés: 'Belvedere' y 'Tres mundos'. Aluciné con el juego de ilusiones, formas y perspectivas con que se habían trazado aquellos cuadros.

Lo conoces pero no lo sabes


En realidad, incluso antes de descubrirlo a La casa de empeños, conocía la obra de Escher pero no sabía que era de Escher. A ti quizás también te pasa que crees que no conoces a Escher pero lo conoces de sobra, porque, ilustrador que ha trascendido la escena más puramente artística, las obras del imaginauta neerlandés decoran con más o menos gusto, restaurantes, tiendas y salas de estar.

Maurits Cornelis Escher nació el 17 de junio de 1898 en Ljouwert, los Países Bajos. Talento precoz, inició su formación artística en la escuela secundaria, después decidió ingresar en la Escuela Haarlem de Arquitectura y Artes Decorativas. Primero estudió arquitectura, posteriormente se decidió por el estudio de las artes decorativas. Su obra como creador sería eso, un constante balanceo entre fantasía y geometría, ilusionismo y racionalidad, arte y ciencia. En sus ilustraciones todo está perfectamente limitado, pero nada acaba siendo lo que parece.

12. M.C. Escher Cascada, 1961

Escher en Barcelona


El catálogo de Escher ha inspirado generaciones de artistas, arquitectos, matemáticos, músicos y diseñadores, admiradores todos ellos de sus fantasías lúdicas y sus fascinantes construcciones. Una obra atemporal que ahora se puede apreciar en una exposición retrospectiva que restará abierta hasta el 26 de septiembre en las Drassanes de Barcelona.

Más de 200 obras originales, desde sus inicios, cuando el realismo imperaba su trabajo hasta sus últimas obras, pura metáfora dibujada. Y entre todos los dibujos expuestos, aquellos 'Belvedere' y 'Tres mundos' que compró el propietario de una casa de empeños de Las Vegas.