"Debe ser que siempre había visto los Madrid-Barça en el Bernabéu, pero ayer noté más hostilidad que nunca. Iba a solas y en algunos momentos me sentía al enemigo", dice entre risas, todavía fresco su debut futbolero en el Camp Nou, que hasta el día antes de nuestro encuentro no había pisado nunca. "Celebré los goles con la boca pequeña, desde el respeto de estar en el campo del rival. No es cuestión de hacer mofa. Tampoco llevaba la camiseta blanca, claro, sólo me faltaría hacer la promoción de la película con la cara inflada", y sigue riendo. Madridista militante desde que tiene uso de razón, Ricardo Gómez (Madrid, 1994) bromea con el reportero en un catalán impecable, que mantendrá durante toda la charla, y que habla desde hace un tiempo, gracias al grupo de amigos y cómplices con los cuales comparte trabajos y vacaciones, y que lo traen a menudo de visita a nuestra casa.

El sustituto
Ricardo Gómez protagoniza El sustituto, la nueva película del cineasta catalán Óscar Aibar

Como pasó

Hemos sido testigos de su paso de niño prodigio (probablemente el más popular del estado español) a actor inquieto, que se está construyendo una carrera que nunca navega con las aguas a favor. Fue Carlitos Alcántara durante unos 350 episodios de Cuéntame, pero decidió dejar la serie entre pitidos en las orejas de aquellos que le aconsejaban no abandonar un transatlántico que le aseguraba la nómina mensual. "No fue fácil. Es una decisión que tomé con 17 o 18 años, y que tenía clara. La gente que me ama me dio muchísimo apoyo, y me animó a seguir adelante. Había quien me hablaba de Macaulay Culkin, sin embargo, no sé si por inconsciencia, estaba muy seguro de que a mí no me pasaría. Siempre he confiado mucho en mi intuición, es una cosa que mi madre, de vez en cuando, me recuerda que no tengo que perder. Había voces que me decían que fuera de Cuéntame haría mucho frío, pero supongo que mi momento personal me pedía salir un poco del foco mediático y arriesgar, demostrarme que podía hacer otros trabajos. A veces uno se tiene que exponer a que las cosas no vayan tan bien, porque eso te hace crecer", confesa.

Ricardo Gómez no se puede quejar de la decisión tomada: el éxito de arriesgadas obras teatrales (Rojo, con Juan Echanove, y Mammón, con Marcel Borràs, Nao Albet e Irene Escolar) y una primera película con nominación a Goya incluido (1898: Los últimos de Filipinas) mostraban que no se había equivocado. Ahora, ya consolidado fuera de la serie que nos lo descubrió, combina las representaciones de El hombre almohada, con una gira prevista que sólo lo acercará brevemente a Catalunya ("de momento no venimos a Barcelona... creo que en algún momento las redes teatrales catalanas y madrileñas se tendrían que sentar a charlar. Porque es mucho extraña la manera en que funcionan y el poco flujo que hay entre el teatro que se hace aquí y en Madrid"), y con el estreno de El sustituto, un thriller canónico que ficciona unos hechos reales que ni el propio Gómez conocía antes de leer el guion. "Flipé. Recuerdo llamar a Óscar Aibar, el director, y preguntarle si todo eso de los nazis refugiados en España era verdad, porque él tiene una imaginación enorme". Lo era. El sustituto recoge unos hechos históricos de los cuales, probablemente por culpa de una Transición hecha de aquella manera, se ha hablado más bien poco: España como refugio de altos cargos del ejército de Hitler, que pasaron una jubilación dorada antes y después de la muerte de Franco.

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Ricardo Gómez es un policía en busca de nazis en la España de 1982

Nazis en la Marina Alta

En la película, situada el año 1982, el del Mundial y el Naranjito, el de las elecciones que tenían que llevar al PSOE a la Moncloa y que supuestamente tenían que cambiar las cosas (la peli se encarga de demostrar que, como se decía a El Gatopardo, todo cambiaría para que todo siguiera exactamente igual), un policía bregado llega con su familia a Dènia, para sustituir a un inspector muerto en extrañas circunstancias. Poco a poco, y por culpa de un compañero (Pere Ponce) obsesionado con los alemanes ricos de la zona, nuestro hombre irá enganchándose a una telaraña peligrosa de nazis y españoles que añoran a Franco más de la cuenta. "Me gustan mucho los thrillers como espectador, y nunca había tenido la oportunidad de hacer uno. Ha sido muy divertido, eso de jugar, y de participar en todo este engranaje de persecuciones, coches, pistolas, acción... La posibilidad de hacer un personaje de un antihéroe que se enfrenta a su destino y se queda sol, es una estructura muy clásica, y un reto muy chulo, como volver a jugar como cuando era niño", explica Gómez.

En El sustituto, el policía que interpreta a Ricardo Gómez vive una particular fiesta de aniversario del Führer rodeado de alemanes vestidos con uniformes de las SS y la Gestapo, y se enfrenta con una banda de violentos militantes de la extrema derecha (uno de ellos, un magnífico y escalofriante Pol López) de aquellos convulsos primeros años 80. La playa y el sol de la Costa Blanca y heil, Hitler. Y el espectador no puede evitar hacer paralelismos con una actualidad donde volvemos a ver simpatizantes del Tercer Reich en convocatorias y manifestaciones indecentes. Tampoco lo hizo el actor: "Mira, yo creo que lo que tratamos de decir con esta película es que no tenemos que dejar de recordar. Eso pasó hace 40 años, no han pasado dos milenios. La conexión con el presente está, evidentemente. El ser humano se enfrenta constantemente con males ancestrales, y llama la atención que en una sociedad evolucionada todavía nos tengamos que enfrentar. Como sociedad tenemos que hacer un esfuerzo por no olvidar, para evitar que según qué vuelva a pasar, para saber parar en aquellos que tengan la tentación de revivir según qué cosas, para parar según qué discursos que a veces se legitiman".

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Ricardo Gomez es uno de los jóvenes actores más interesantes del cine estatal actual. Foto: Europa Press

Obi Wan Kenobi y Anakin Skywalker

"Sí, nuestra relación es un poco como la suya", dice entre risas, hablando de la amistad con el cineasta catalán Óscar Aibar (El gran Vázquez, Platillos volantes, Atolladero), nacida cuándo el director barcelonés se incorporó al equipo de Cuéntame para darle un vuelco visual y argumental a la serie. "Cuando él llegó a Cuéntame, yo tendría 17 o 18 años. Y llegaba con su personalidad, con su punk, su rock'n'roll, para dar aires nuevos, y yo me enamoré un poco de él. Conectamos mucho rodando, trabajando juntos, preparando las escenas. A mí me cambió algunas maneras de hacer las cosas. Y supongo que él pensó que yo no lo hacía mal del todo. Nos hicimos muy amigos, quedábamos fuera del plató, salíamos a cenar, y era gracioso, porque había alguna cosa de transmisión de conocimientos. Sí, de Obi Wan y Anakin (ríe). Y entonces ya empezamos a hablar de hacer una película juntos algún día".

El plató de Cuéntame también creó otra amistad a prueba de bombas que explica el catalán que habla Ricardo Gómez, y su conexión con el país. "Pues eso empezó cuando Nao Albet se incorporó a la serie. No nos conocíamos, pero nos hicimos muy muy amigos. Mis primeros viajes a Barcelona eran para venir a verlo. Raíz de eso empecé a ampliar la red de amigos catalanes. Empezamos a ir de vacaciones juntos, y en este contexto, en el que a veces hablaban en catalán y cambiaban de idioma por mí, yo les decía que siguieran hablando catalán, y empecé a entenderlo y, poco a poco, me animé a hablarlo. Y mira, estamos aquí charlando en catalán (río)". En su grupo hay los Nao Albet, Marcel Borràs, Miki Esparbé, Álvaro Cervantes o una Bruna Cusí, con la que compartió complicidades en un proyecto tan arriesgado como Mia y Moi (que se estrenó hace unos meses) y que también aparece a El sustituto.

El zigzag

Con una nueva película, La casa de los cactus, ya rodada, Gómez tiene claro que está llevando la carrera por el buen camino. "Me gusta mucho el zigzag, miro los proyectos con esta idea. Poder hacer una película como Mia y Moi, con colegas, fuera de la industria, con muy poco dinero, casi participamndo todos juntos del proceso creativo, es un riesgo grande, por el personaje que hacía y por el propio proyecto. Y poder hacer, también, cosas que puedan llegar a un público más mayor, como El sustituto o Donde caben dos... esta mezcla es lo que más me gusta, mantener esta flexibilidad para ir de un lado a otro".

Antes de terminar, le preguntamos por cómo se vive esta popularidad tan enorme que lo rodea desde niño: "Bien, bien, es agradable recibir el afecto de la gente. Hay muchos tipos de acercamientos, pero la mayoría lo hacen desde un respeto absoluto. Claro que te encuentras con el típico que, saliente de noche, quiere hacer cachondeo con los colegas, estos acercamientos dan mucha más pereza. Pero en general son personas y se acercan de forma amable y respetuosa".