Fernando VII tuvo muchos problemas con sus parejas por culpa de una malformación genética en el aparato reproductor. Su primera esposa murió prematuramente y, según algunas fuentes no oficiales, desgarrada por el rey. Después, tuvo muchas dificultades para conseguir una esposa de sangre real. No sería hasta la cuarta esposa, su sobrina napolitana, cuando lograría la descendencia que perpetuaba el régimen monárquico y la estirpe borbónica. La entrepierna de Fernando VII fue un problema de estado para el reino español y el hazmerreír más descarnado para las cancillerías europeas.