El artículo se titula "El final del paradigma Ortega-Cambó" y pide la muerte del catalanismo y que se pueda "ser catalán y español sin traumas ni conllevanzas", palabro inventado por Ortega y Gasset para describir el manejo de la "cuestión catalana". Según el autor, Juan Claudio de Ramón Jacob-Ernst, un diplomático junior español, "a los nacionalistas, ni agua" (a los nacionalistas catalanes, se entiende). La pieza está en 'La Cuarta Página', la sección de El País dedicada al principal artículo de opinión del día.

La ilustración que acompaña la pieza es la misma que va con esta misma pieza. Pronto le encontraron una relación poco halagüeña:

Este tuit se había retuitado 730 veces a mediodía del martes 4 de abril, día de la publicación del artículo. Es mucho para una cuenta de 2.800 seguidores y pico. En la polémica se implicó gente de todos colores, desde los llamados "híperventilados" de uno y otro lado (sobre todo entre los indepes, que se sentían ofendidos) hasta nombres más conocidos:

En El País quedaron pasmados. "Nosotros tratamos las ilustraciones de opinión como una opinión gráfica de la misma categoría que el texto", explican los jefes de la sección de gráficos e ilustración del diario, Tomás Ondarra y Nacho Catalán. Ellos envían el artículo al ilustrador, que hace el dibujo en función de su lectura del texto. Por eso, la responsabilidad de las ilustraciones "es exclusivamente de su autor", recuerdan ambos.

La autora es Eulogia Merlé. Sus ilustraciones aparecen habitualmente en El País y en otros periódicos, como La Nación, el gran diario liberal de Argentina. Hace más de 20 años que se dedica a la cosa y le han encargado de todo, entre otros trabajos ilustrar un montón de libros, como La Peste, de Camus, o La Metamorfosis, de Kafka, que tienen su qué.

Merlé no habla un castellano peninsular. "Ah, no. Soy de Buenos Aires. Pero hace ya 22 años que vivo aquí [en Madrid]", se explica. Tiene 38 años.

Su voz no se altera ni un decibelio cuando se entera la polvareda de que ha levantado. Tiene otra preocupación. "Si se enterara la yaya Paquita...", reacciona en tono neutro. ¿Yaya? En Argentina no usan yaya. "Sí, es que mi abuela era catalana. Y no toleraba que le dijeran que era española. Si se entera de todo esto, me mata".

Catalana, no española

La yaya Paquita es Francisca Espallargas Balaguer, nacida en Buenos Aires en 1919, una de las tres hermanas Espallargas que nacieron en Argentina. Las otras cuatro lo habían hecho en Barcelona. "Para ella, nacer en Buenos Aires no era un problema" para manifestarse catalana "como todas sus hermanas". Paquita fue la única de las siete que no se casó con otro catalán, explica su nieta. Murió hace seis años.

"La yaya Paquita era todo un personaje", sigue la ilustradora. "Nosotros [los Merlé] éramos los únicos niños de la clase que discutíamos a la profe de geografía que existía un país denominado Catalunya".

No es extraño que Eulogia esté sorprendida. "Lamento mucho que alguien se haya podido sentir ofendido [por el dibujo]. En absoluto fue mi intención relacionarlo con los campos de concentración nazis. Qué disparate. Todo mi respeto y admiración por el pueblo catalán, al que tengo mucho afecto, al cual pertenezco por mi abuela paterna y que siempre ha sido un tema muy sentido en mi casa".

No es lo que parece

En el dibujo, el muñeco que representa Catalunya viste una chaqueta a rayas grises gruesas (la del español es a cuadros) y en el pecho lleva el triángulo azul de la estelada. En estos detalles se fijó Xavier Miserachs, el autor del tuit que asocia la ilustración con los uniformes de los prisioneros de los campos nazis. Gráficamente, no va tan desencaminado.

Curiosamente, Miserachs es diseñador gráfico y profesor de la cosa. Al enterarse de que las cosas no son lo que parecen, reacciona. "La sistemática y continuada banalización del nazismo y del exterminio del pueblo judío que ha hecho la prensa del régimen del 78 para estigmatizar y compararlo con el independentismo y el proceso de independencia de Catalunya, sólo se entiende porque aquellos que fueron pioneros e imitadores políticos, en Catalunya la dan por perdida o no se enteran de la realidad de lo que publican", dice en un correo electrónico.

Lo que quería Merlé, sin embargo, era "plasmar la incompatibilidad con dos formas no compatibles de dos puzzles diferentes. La ropa de los muñecos no lleva color porque no aportaba nada y para no confundirles con los colores de las banderas catalana (con el detalle de la estrella, en referencia a la estelada) y la del Estado español [uno de los muñecos usa corbata rojigualda]. Uso elementos gráficos simples, también diferentes, en la ropa: rayas y cuadros".

Admirado Israel

Lo que Eulogia desconocía es que en el mundo soberanista catalán hay un hilo de gente notable, como Miserachs, que admiran al Estado de Israel y conocen la historia, donde ven elementos que Catalunya podria emular. No es extraño encontrárselos a la red felicitándose las fiestas judías o enemistados con progres propalestinos, otra corriente dentro y fuera el soberanismo. Son también muy sensibles con el Holocausto, claro. Además, no es infrecuente equiparar nazismo e independentismo. Eso duele.

La yaya Paquita y Eulogia Merlé, 1982

Eulogia entiende la reacción. "Las imágenes y toda obra gráfica en general tienen un lenguaje muy subjetivo, para nada literal". Recuerda una cita de Umberto Eco en "La obra abierta": "por su naturaleza abstracta, el mensaje se completa al ser interpretado por el espectador / consumidor de la imagen, que es quien lo re-significa. Es un tema muy sensible y quizás no he podido tener en cuenta la relación [con los campos nazis] porque, sencillamente, está fuera de mi imaginario".

En fin. Las cosas no son como parecen.

El diplomático reventador

Otro factor que contribuyó a calentar las redes es el autor del artículo, Juan Claudio de Ramón. Su tema en El País es dar caña al independentismo. De los 23 artículos que ha firmado hasta ahora en ese diario, diecisiete van de eso. Su tono condescendiente y sabelotodo es el típico que enrabia a los indepes y cae en gracia a los unionistas. Es un hombre leído, molto articolato, de oratoria y escritura pelín pedantes. Justifica su atención a Catalunya porque está casado con una barcelonesa, tipo José María García cuando decía "mi mujer es catalana y se llama Montserrat". antes de poner a parir a los catalanes.

De Ramón, a la izquierda, en un acto diplomático en Roma

En su discurso combina simpáticas anécdotas (Boscán nació en Barcelona, Aribau vivía en Madrid, Oller era amigo de Galdós, etcétera) y enfatiza siempre la necesidad de una reforma radical del Estado, que incluye su propuesta estrella: una ley de lenguas como la de Canadá. Para hacérsela corta: esta ley permite a alguien del Quebec ser atendido en francés en Vancouver. De Ramón cree que eso calmaría a buena parte de los indepes, a los que viene a decir que son españoles reformistas y no lo saben.

De Ramón no es ningún desconocido. Fue uno de los oradores programados por Sociedad Civil Catalana, una entidad unionista, en la conmemoración del Día de la Hispanidad de 2015. El acto —una serie de mítines breves en el teatro Victoria de Barcelona— se titulaba "La España que nos une". Compartió atril con Rafael Arenas, Joaquim Coll, Ignacio Martínez de Pisón y Núria Amat.

Como diplomático junior, ha sido enviado a intervenir en algunos actos organizados para explicar el procés fuera de Catalunya. Vamos, el reventador de siempre —con corbata. El 30 de junio de 2016, siendo secretario de embajada en Roma, se presentó en un debate académico sobre el caso catalán, organizado por Diplocat en la Università di Napoli Federico II, y tomó la palabra para explicar un documento, que antes había repartido entre el público, con la posición del gobierno español.

Pues eso. Que las cosas no son lo que parecen.

Sería bonito ver un debate entre De Ramón y la yaya Paquita.