Este lunes, Ramon Colom ha dicho públicamente lo que apenas era un comentario a media voz entre el gremio periodístico y buena parte de la intelligentsia española:

Colom es el presidente de la Confederación de Productores Audiovisuales de España (FAPAE). Su tuit no tiene interés por ese motivo. Colom ha sido uno de los periodistas, digamos orgánicos, del entorno del PSOE desde principios de los años 80 del siglo pasado. En aquella época fue el director de Informe Semanal, el súper-galardonado programa de TVE donde tantos periodistas deseaban trabajar y donde se han hecho profesionalmente unas cuantas lumbreras del gremio. También ejerció como director de TVE entre 1990 y 1996, los últimos años de Felipe González al frente del gobierno español.

El veterano periodista se ha dejado ir de manera cruel, porque el diario de Prisa nació (y triunfó) justamente para dar alternativa a las cabeceras que menciona en su tuit (el rancio diario monárquico y el órgano de la Confederación de Excombatientes). Ni él ni tantos como él entienden por qué el diario de referencia de la izquierda española (su diario) participa tan activamente en la operación de forzar al PSOE a abrir paso a un gobierno de Mariano Rajoy, que es el heredero de aquello que El País había venido a desplazar. El diario se está dejando en esta operación politico-mediática buena parte de su credibilidad.

¿Qué les cuesta entender? Sobre todo la coincidencia frecuente de las portadas y editoriales de El País con las del resto de diarios madrileños, muy alineados del centro hacia la derecha. Sospechan que el diario les quiere dar gato por liebre; que se ha sometido a los intereses genérica e imprecisamente denominados "Ibex35"; que es ajeno a la realidad social; que es más parte del establishment que de la ciudadanía; que no entiende que la gente cambió, que ha pasado una crisis brutal, el 15-M... Les cuesta ver cómo castigan tan duramente a Podemos mientras promueven a Ciudadanos o publican ediciones casi hagiográficas dedicadas a Juan Carlos I o a Adolfo Suárez mientras nombran consejero editorial a Alfredo Pérez Rubalcaba, über-apparatchik y ex secretario general del PSOE y ex tantas cosas de un època que ya era.

Hace una semana, en la Cadena SER, la radio del grupo Prisa. el exministro socialista Josep Borrell, decía que "Prisa no puede cesar al secretario general del PSOE", a propósito del editorial de El País donde llamaban de todo menos guapo a Pedro Sánchez. Acto seguido, Borrell afirmó que "le da pena" el comportamiento del diario. Sirve recordar que El País informó a manta del escándalo de dos antiguos colaboradores de Borrell en la Secretaría de Estado de Hacienda, cosa que le costó la secretaría general del PSOE, tan duramente ganada a Joaquín Almunia y al aparato del partido en las primarias del 2000.

Sobre el episodio de la SER, otro periodista, digamos también progre orgánico, Fernando López Agudín, ha escrito: "se equivocaba Borrell al afirmar que un sargento chusquero había dirigido un golpe de estado que chocaba contra la legalidad de los estatutos socialistas y que, por lo tanto, Prisa (42 portadas y 26 editoriales contra Sánchez desde el 26 de junio) no designaría nuevamente al secretario general del PSOE. Quien lo dirigió no es un chusquero, la ley de la fuerza se impuso a la fuerza de la ley y El País quita y pone inquilinos en Ferraz".

Jesús Maraña, un perfil similar, ahora director de InfoLibre, se queja en una columna de manipulación. "Resulta menos gracioso leer preguntas tan retorcidas como la de Metroscopia para El País: 'Si para que no se repitieran las elecciones, la única alternativa fuese que el PSOE se abstuviera y dejara gobernar a Rajoy a cambio de una serie de reformas pactadas, ¿qué preferiría?' Por supuesto un 73% prefiere que el PSOE se abstenga, incluido el 55% de los votantes socialistas". Y concluye: El Mundo y La Razón llevaban encuestas con parecidos resultados. El sobrentendido es que las encuestas se cocinan a favor de... y ahí les duele: también en esto El País se alinea con los otros diarios, todos conservadores de varios matices.

Encima, la SER puso los micrófonos a Felipe González para que diera el pistoletazo de salida a los conspiradores contra Sánchez. Dos días después de la entrevista al expresidente, Sánchez dimitía.

No son muchos los que manifiestan públicamente su desilusión, menos todavía su irritación, con la actitud de El País desde las elecciones generales del pasado junio. No son muchos pero hasta ahora era casi nadie. Ahora empiezan a salir. El diario ha despedido o dejado ir, más bien a la fuerza, a unos 150 periodistas en los últimos cuatro años. En cualquier lista al azar de 150 periodistas de esa redacción encontraríamos, como mínimo, a 30 o 35 de los mejores en sus áreas. Muchos se han buscado la vida en digitales de línea izquierdosa que quieren rescatar o poner al día el espíritu original de El País, o son sus herederos o quieren jugar el mismo papel que aquel diario en la época de la Transición, ahora que se tambalea. Ctxt, InfoLibre, Público, eldiario.es, La Marea, Cuarto Poder, Radiocable... También el semanario impreso Ahora. Entre otros. Muchos tienen minutos en los programas políticos de La Sexta o Cuatro. Todos intentan, mal que bien, reproducir la relación simbiótica PSOE-El País de los años 80 y 90 del siglo pasado. Algunos se acercan al mundo de Podemos y el activismo social; otros se afanan por reconstruir al viejo PSOE.

Alguno de estos nuevos medios se hicieron famosos porque la misma SER prescindió este año de los servicios de algunos de sus periodistas, acción de la que se acusó al presidente de Prisa, Juan Luis Cebrián, molesto porque lo involucraban en el escándalo de los papeles de Panamá.

"Nos llenó de periodismo", dice de El País una de sus antiguas periodistas, Rosa María Artal, en un sentido recuerdo nostálgico en Ctxt. El promotor de este digital, Miguel Mora, muchos años corresponsal de El País, hace una cosa parecida a propósito de la coincidencia de los titulares de portada, en su redacción y su sentido, de El País y el resto de diarios de Madrid. López Agudín remacha: "La dirección de El País, cuando recuenta la sangría de votos del PSOE, olvida su sangría de lectores, que es la misma". Es un luto nostálgico, una molestia de fondo por el estado de su antiguo diario, donde crecieron profesionalmente y sienten que contribuyeron a transformar la España rancia y el periodismo subalterno. Les parece que les secuestran el pasado. Ellos y los que ahí se ven representados.

Colom, este lunes, transformó ese luto y esa molestia en rabia y cabreo.